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Re: cuerpos y almas; marginalidad (a Mig)
Miguel Angel Velilla Mula DIJO:
> Y los mendigos?, pobres personas con alguna disfuncion emparentada a la
> depresion que no les permite reaccionar adecuadamente a los estimulos
> externos y se la pasan tirados por las calles a lo que Dios da?
> Da pena saber que algun simple remedio que tal vez hasta ya exista pueda
> hacer de ellos personas normales. Pero no lo saben, y como no tienen acceso
> a los servicios publicos y menos privados (y tampoco ni estan preocupados
> con esto, y nadie lo esta), continuan penando por el mundo.
Leo tu comentario sobre los mendigos y me viene a la cabeza un articulo que
lei hace tiempo en el Pais, posiblemente escrito por el Dr. Rojas Marcos
(creo recordar que tiene un cargo en relacion con los servicios de salud
mental de, quiza, New York). Decia, si mal no recuerdo, lo siguiente:
Durante la administracion Kennedy, y debido a las criticas que ocasionaba el
funcionamiento de los hospitales psiquiatricos (se conculcaban los derechos
humanos puesto que el interno no tenia decision para salir; el propio
hospital generaba una cronificacion del trastorno mental que pretendian
corregir), se clausuraron muchos centros psiquiatricos. Hablo de un cierre
masivo de hospitales. En teoria, el cierre de hospitales estatales tenia que
ir acompanyado de la apertura de clinicas de salud mental en el ambito de la
comunidad.
Dichas clinicas, cuya apertura tenia que ser simultanea con el cierre de los
manicomios, se abrieron en mucho menor numero que el necesario para cubrir
las necesidades que ocasiono la medida. En una formacion social como la de
los Estados Unidos, con familias mas reducidas que las familias espanyolas
(familia en sentido amplio), con una sociedad civil mucho mas debil, con
mucha movilidad geografica, el enfermo mental quedo desamparado.
Resultado: las calles de los USA empezaron a llenarse de mendigos (por
emplear la terminologia de Velilla) que hablaban solos y recogian cartones.
Se trataba de los enfermos mentales desasistidos. Enfermos que no recibian
tratamiento alguno por parte de la comunidad que debia hacerse responsable
de ellos. A la fecha, continua el problema.
Recuerdo una conferencia de un discipulo de Franco Bataglia, psiquiatra
italiano y cabeza visible del movimiento antipsiquiatra en Italia, en
Barcelona, a finales de los setenta. El discipulo venia a traer la buena
nueva: en Italia se habian abolido los psiquiatricos. ?y donde ira esa
gente? preguntaban los asistentes al acto. A ningun sitio. ?quien cuidara de
ellos?. Su familia, y si no, la comunidad. ?y si ni su familia ni la
comunidad quieren?. Peor es, decia el psiquiatra, el internamiento en el
manicomio. Es la institucion la que determina que el trastorno se
intensifique y cronifique. No se como termino la aventura antiinstitucional
en Italia.
Saludos.
Jose March.