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[escepticos] ** Le sacre du primptemps
-----Original Message-----
From: Francisco Mercader Rubio <mercader en ctv.es>
Date: sábado 25 de octubre de 1997 5:48
Subject: [escepticos] Musica (cultura y...¿biologia?)
La Consagración de la Primavera, pateada en su estreno, es hoy referencia
para el Arte del siglo XX.
**************
Por favor Mercader, te ruego que antes de hacer afirmaciones sobre historia
de la música te molestes en informarte. Me parece una petición razonable.
Sigue un texto mío sobre la cuestión publicado en un programa de mano de mi
orquesta el 6 de marzo de este año.
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Xoan M. Carreira
<carreira en cyberdude.com>
A Coruña
Pelma en IRC
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IGOR STRAVINSKY
Oranienmaum, 17-VI-1882; Nueva York, 6-IV-1971
Le sacre du printemps
Comp., 1911-13; estr. París, 29-V-1913
Cuando Stravinsky estaba terminando El pájaro de fuego, tuvo la idea de una
obra escénica sobre un ritual religioso en el que una doncella bailaba hasta
la muerte pero supeditó su desarrollo al proyecto de un concertino para
piano y orquesta que, por obra y gracia de Diaghilev se convertiría en el
ballet Pétrouchka. En el verano de 1911 Stravinsky comenzó a trabajar
febrilmente en sus “Escenas de la Rusia Pagana”, en su casa de verano en
Volhynia, y en Berlín, a principios de 1912 mostró a Diaghilev la versión
pianística, con la pretensión de programar su nuevo ballet en la temporada
de 1912.
Debido a una enfermedad de Nijinsky hubo que posponer el proyecto por lo que
Stravinsky inició la composición de Las Bodas, obra en la que trabajó
mientras acompañaba a los Ballets Rusos en su gira por Budapest, Londres y
Venecia para asistir a las representaciones del Pájaro y Pétrouchka. El 20
de agosto asistió con Diaghilev a una representación de Parsifal en Bayreuth
y el 8 de diciembre a una interpretación berlinesa del Pierrot Lunaire bajo
la dirección de Schönberg.
Mientras tanto, Diaghilev le pidió al compositor que instrumentara sus
“Escenas” para una “orquesta inmensa”. Como narra el propio Stravinsky,
ninguno de los dos era consciente de las dimensiones que alcanzaría la
plantilla orquestal de La Consagración de la Primavera: 4 flautas, flautín,
4 oboes, corno inglés, requinto, 3 clarinetes, clarinete bajo, 4 fagotes,
contrafagot, 8 trompas, trompeta piccola, 4 trompetas, 3 trombones, 2 tubas,
timbales, percusión y cuerdas.
La partitura fue terminada el 8 de marzo y, tras unos ensayos enormemente
conflictivos, el ballet se estrenó en el Teatro de los Campos Elíseos bajo
la dirección de Pierre Monteux.
“Más que cualquier otra producción de Diaghilev, Sacre fue una profunda
herida en la conciencia de su tiempo. Sólo tuvo nueve representaciones,
(incluyendo la répétition générale), pero estas representaciones bastaron
para, que de la noche a la mañana, el ballet figurase en la leyenda. El
estreno fue la ocasión para una tumultuosa demostración que trajo a la
memoria el scandalle del Hernani de Victor Hugo casi un siglo antes y la
recepción del Tannhäuser de Wagner en 1861. Una dama elegante abofeteó a un
vecino de butaca por silbar; otra llamó a Ravel “sucio judío”; se oyeron
silbatos […] Musical y coreográficamente, Sacre postuló un adiós a la Belle
Epoque. Pocos entre el publico a la moda de la época estaba preparado para
ello. Irónicamente, la obra ha pasado a la historia como un icono del
moderno reverdecer del impulso decimonónico –la fascinación neonacionalista
por el pasado mítico de Rusia.” (Lynn Garafola, 1989)
Stravinsky estaba convencido de que el fracaso de su ballet fue debido a la
coreografía de Nijinsky y no a la música alegando la buena aceptación que La
Consagración tuvo al año siguiente en la versión de concierto bajo la
dirección de Monteux. La guerra impidió la normal difusión de la obra que
sería exitosamente repuesta por los Ballets Rusos en 1920 con una
coreografía de Leonid Massine. Monteux al frente de la OS de Boston estrenó
*La Consagración* en Nueva York el 31-I-1924 doce días antes del estreno de
*Rhapsody in blue* de Gershwin. Ambas obras causaron un fuerte impacto y
fueron convertidas en estandartes del modernismo musical americano junto al
*Pierrot Lunaire*, producido al año siguiente por Gershwin que era un
profundo conocedor de la música de Schönberg.
En cualquier caso, el lenguaje común de la música occidental en los años de
entreguerras era el neoclasicismo y a pesar de que Stravinsky era el
compositor vivo más famoso, La Creación tuvo una mínima influencia sobre la
práctica compositiva europea (sí la tuvo sobre bastantes compositores
americanos como Cage, García Caturla, Revueltas o Varèse).
Ya instalado en Los Ángeles el autor retomó su ballet y lo revisó a lo largo
de veinticinco años, entregando en 1967 la versión definitiva. Sus tres
grabaciones, la parisina de 1929 y las americanas de 1940 y 1960 son
documentos imprescindibles para comprender la evolución de su concepción de
La Primavera y, evidentemente, interpretaciones magistrales de la obra.
La vanguardia musical centroeuropea de la época de la Guerra fría reivindicó
La Consagración como uno de los iconos de la Nueva Música y no dudó en
utilizarla como arma arrojadiza contra el propio Stravinsky a quien se llegó
a negar la competencia interpretativa de su propia obra. Las 1.800 páginas
de la monumental monografía de Richard Taruskin *Stravinsky and the Russian
Traditions* (1996) han refutado definitivamente las interesadas fantasías de
la vanguardia subvencionada y nos han permitido empezar a conocer la modesta
historia real de una de las obras más maravillosas de la historia de la
música.