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[escepticos] Medallas al trabajo (era Forward de Teresa)



Francisco Mercader Rubio wrote:
> Pero he examinado en treinta años a unas doscientas
> cincuenta mil personas 

[Luis Angulo]
¿Quiere esto decir que ha examinado durante 30 años y sin ningun dia de
descanso a 23 personas diarias?. O en el caso de que solo trabaje los
laborables y que tenga una jornada normal de 8 horas que usted examina
a
una persona cada cuarto de hora sin ningun tipo de descanso?

¿tiene alguna medalla al merito en el trabajo?

[Mercader]
Sr. Angulo: Se le ha caído a Vd. el pelo. Me ha hecho preguntas y ahora
está condenado a aguantar mis batallitas. 
Pero no se preocupe: Verá como se divierte: Es material antropológíco
de primera mano. 

Cuando llegué a la Jefatura de Tráfico de Barcelona, en 1969, me
encontré con un curiosísimo organismo, cuyo personal había sido
reclutado  deprisa y corriendo, entre los deshechos de diversos
ministerios: Guardias civiles semianalfabetos, funcionarios de extrañas
escalas a extinguir, personal excedente de  otras oficinas sin
cualificación determinada....un auténtico saldo, vamos.  Recuerdo un
examinador:  Ramiro el Siniestro, enfundado, invierno y verano,  en un
gabán  lleno de manchas para ocultar una chepa propia del jorobado de
Nôtre Dame. Había sido el encargado de la máquina de bebidas en otro
ministerio.  Ahora era examinador por via digital (o sea, por dedo).
Las aspirantes lloraban de miedo cuando se acercaba, cojeando. 

Todo esta fauna estaba gobernada con mano de hierro por un curioso
personaje, el Coronel Linares, que acudía al trabajo vestido de militar
y que, a pesar de su ridícula voz aflautada disfrutaba de un carisma
entre sus esclavos que para sí hubiera querido Alejandro Magno.  En la
oficina (¡ojo al dato, mujeres de la Lista!) les estaba prohibido fumar
y usar pantalones a las funcionarias. Además, las mesas estaban
forradas en su parte inferior con papel de envolver para que los
funcionarios no se distrajesen contemplando los tobillos (todavía no
existían las rodillas) de las funcionarias.  Juro por mis muertos que
todo esto sucedía así en 1969.

En los exámenes no había ningún control de calidad. Pero el control de
"cantidad" era absolutamente draconiano.  Los examinadores subíamos a
los coches de CUARENTA Y CUATRO aspirantes cada dia, Sr. Angulo.   En
las épocas de aglomeración, antes de agosto y antes de Navidad,
trabajábamos hasta las diez de la noche ¡sin cobrar horas extras!  Mi
record está en SESENTA Y DOS  aspirantes en un solo dia.  treinta años
después examino a dieciseis aspirantes diarios. 

Y sí, Sr. Angulo; examinábamos a la gente sin ningún tipo de descanso,
salvo veinte minutos a las diez de la mañana. Cuando conseguíamos
unirnos en un corrillo para comentar la jugada, invariablemente
aparecía Linares y corríamos como cucarachas sorprendidas, a meternos
en los coches de los aspirantes. 

Y aquí  queda esto como material para los sociólogos de la Lista: 
¿Cómo es posible que personas hechas y derechas, sin riesgo de perder
nuestro puesto -por ser funcionarios de plantilla-  tuviésemos ese
miedo a la figura de un líder? ¿cómo es que nuestra actitud
reivindicativa estuviese totalmente anulada ante la mera presencia de
una persona? Juraría que, incluso, alguno de los examinadores agachaba
las orejas y movía la cola cuando aparecía el JEFE. 
¿No reconoce ahí nadie la estructura de algunas sociedades animales?
Por eso me río ante los discursos de algún biólogo de libro que cree
conocer a los chimpancés sin conocer de lo que es capaz  un ser humano.


Le ahorraré, Sr, Angulo, la historieta de cómo, en un  momento
determinado, a algunos se nos encendió una bombilla y emprendimos la
lucha sindical,  por la cual yo obtuve varias "medallas al trabajo" en
forma de expedientes disciplinarios que tengo colgados en mi pared.
Pero esa es otra historia. 

Y ahora, ya sabe por que me he quedado así. 
			Saludos.