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[escepticos] Brutalidad
[Arturo Rios]
al servir el pez, ya frito y con salsa, este
> SEGUIA VIVO (en
> ese momento levanté la vista de los mensajes), y que así lo
> querian los
> clientes (se veía a un feliz niño, junto a papa y mama, degustando al
> pobre animal).
>
> Me preguntaba si la brutalidad humana tenía límites cuando
> nos hechan la
> noticia de la red de pederastia en la que vendían violaciones
> de bebes de
> entre 12 y 18 meses.
[Mercader]
Este episodio del pez comido vivo, como todos los anteriores que hemos
tratado aquí, incluídas corridas de toros y otras diversiones con
animales maltratados, son -a mi juicio- demostraciones de cómo la
sensibilidad para el dolor del Otro puede estar, o no, presente en cada
ser humano sin que pueda achacarse a maldad consciente sino,
simplemente, a que hemos sido implementados, a medias por nuestros
genes, a medias por nuestras vivencias, con una dosis variable del
instinto social o altruista. De cómo puede ser uno considerado
responsable de ello, podríamos estar eones hablando aquí, sin ponernos
de acuerdo.
Yo siempre me muevo en la contradicción de (a) justificar tales acciones
como inevitables y (b), simultáneamente, de alejarme lo más posible de
sus ejecutantes.
Si calificamos al espectador de una corrida de toros -o de una pelea de
perros o de gallos- ¿Cómo lo justificaríamos? Está siendo cómplice de un
entramado en el que se crían animales, exacerbando su agresividad
(trapío lo llaman los expertos; toma ya) para disfrutar después de los
efectos de
esas propiedades chocando con la habilidad para burlar, de su verdugo, o
sea: del torero. Si los animales sufren, se realizan o disfrutan con
todo ello, es una consideración secundaria que a nadie importa. Lo
único pertinente es el propio goce obtenido con el stress de otros
seres. Lo curioso de esto, es que los participantes en esta liturgia no
pueden reconocerse a sí mismos como egoístas o insensibles. Es más; se
creen, de buena fe, curiosas teorías acerca de la falta de sensibilidad
al dolor por parte del toro, quizás para acallar inconscientemente
cualquier gramo de mala conciencia, antes de que salga.
En cuanto a la pederastia a que tú aludes, debe de responder a causas
semejantes. Lo que cualquiera denominaría como una aberración
patológica podría ser denominado, simplemente, como una hipertrofia en
la percepción de ese "esquema infantil" descrito por Konrad Lorenz y que
consiste en una capacidad, fijada hereditariamente, de reaccionar ante
estímulos provocadores. En una persona normal, esos estímulos,
consistentes en características físicas propias de los niños, como el
pequeño tamaño, formas redondeadas, mofletes rosados, piel fina y
movimientos torpes, provocan un reflejo positivo de protección que
redunda en provecho social para todos. Pero baste que esa capacidad se
desmande ligeramente, para que se cruce (está demasiado cerca) con la
capacidad de captar estímulos sexuales -que también consisten, desde el
punto de vista masculino, en formas redondeadas, piel fina, etc- y
tenemos un cortocircuito llamado pederastia, del que las sucesivas
culturas no han estado libres. Y si no, recordad la antigua Grecia y las
costumbres de un guerrero como Zeus manda, las actuales costumbres de
ciertas culturas Africanas o las de ciertos reductos rurales gallegos.
No lo justifico, oigan. Sólo estoy intentando analizarlo.
Saludos.