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[escepticos] Sed crueles, por favor
Hola corraleros/as:
Si quereis aquí teneis unos deberes para el fin de semana.
Quiero que seais crueles (pero razonados) con este texto que a aparecido en
el tablón de anuncios electrónico del Gobierno Vasco.
Estaba preparando una respuesta, pero se que las que me vais a dar son
seguramente mejores que las que pueda aportar ahora que estoy demasiado
"caliente".
Un saludo
Arturo Ríos
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Para mi lo inverosimil e increible no es el azar
sino el determinismo. (A. Mont)
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Pd.: No mordais al mensajero :-)
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VIVISECCIÓN
La palabra vivisección hace referencia al uso de animales en experimentos.
La utilización de animales de laboratorio se lleva a cabo en multitud de
campos, como son el de la cosmética, los productos de limpieza para el
hogar, el comercial, la enseñanza, la investigación militar y espacial, la
alimentación, la farmacología o el área de la investigación biomédica.
Los experimentos se realizan principalmente sobre mamíferos como roedores,
primates, cerdos, perros, caballos, ovejas o gatos, sobre aves y, en menor
medida, sobre otro tipo de animales, como anfibios e invertebrados. En estas
prácticas se mutila, se envenena y se hace enfermar a animales originalmente
sanos; se les aplican descargas eléctricas, se les priva de alimento, se les
somete a operaciones quirúrgicas que no necesitan, o se untan sus ojos con
sustancias irritantes. Varios cientos de miles de animales mueren cada día
en todo el mundo, después de vivir un infierno que, en ocasiones, dura años.
Se supone que de estas atrocidades se pueden extraer conclusiones válidas
aplicables al ser humano.
Sin embargo, resulta muy difícil entender qué sentido tiene hacer tragar a
millones de conejos barniz para el suelo hasta que mueren intoxicados.
Nuestro sentido común ya nos dicta que no debemos ingerir productos que se
saben nocivos, y para ello no hace falta haber torturado previamente a otros
seres. Aplicar de forma repetida loción de afeitar o champú en los ojos de
ratones es una actividad tan cruel como innecesaria. Probar armas químicas y
disparar sobre cerdos para tratar de calibrar sus posibles efectos en sus
verdaderos destinatarios -es decir, las personas-, es, sencillamente,
perverso. Estos experimentos deben resultar absurdos e inútiles incluso para
quienes consideran que los animales no humanos son seres sin derechos.
En ciertos campos -como la experimentación médica o farmacológica- la
vivisección puede parecer, en principio, justificada. Sin embargo, un
análisis objetivo de los hechos nos descubre la verdadera realidad. En todo
momento hemos de tener en cuenta que la aparición y desarrollo de una
enfermedad o de cualquier tipo de mal en una persona tiene una relación
íntima con el organismo afectado, y también con su mente. Factores como la
edad, el estado de salud, el metabolismo personal, el entorno afectivo, el
medio ambiente o la fortaleza física condicionan absolutamente estos
procesos. Sin embargo, las células cancerosas y los virus que se inoculan a
los animales en los experimentos, no tienen ninguna relación natural con la
propia realidad de esos seres. Además, los animales utilizados se hallan
frecuentemente estresados o directamente aterrorizados, y estos factores
también tienen su incidencia.
A esto hay que añadir que especies animales diferentes responden de manera
también diferente ante un mismo hecho. Así, alimentos tóxicos para el hombre
constituyen la comida principal de algunos pájaros. Monos y roedores
soportan tranquilamente dosis de estricnina suficientes como para acabar con
una familia humana. El inocente perejil resulta letal para los loros. La
morfina que produce somnolencia en las personas, excita a ratones y gatos.
La lista es interminable.
La presunción según la cual pueden extrapolarse a los seres humanos los
resultados obtenidos en otros animales ha retrasado durante décadas e
incluso siglos, prácticas tan beneficiosas como las transfusiones de sangre,
la aplicación de tónicos cardiacos o el cloroformo. Esto demuestra que la
práctica de la vivisección, lejos de aportar nada al bienestar humano, ha
frenado de forma evidente el progreso científico. Constituye, en la
práctica, un error metodológico de base, que ha ocasionado muchas veces un
gran número de afectados.
Existen datos incuestionables que aportan aún más claridad al asunto. Según
la Organización Mundial de la Salud -OMS-, apenas el 10% de los
medicamentos comercializados son realmente necesarios. El resto se trata de
repeticiones del mismo compuesto con diferentes nombres comerciales, o bien
están diseñados para combatir dolencias fácil y preferiblemente tratables
mediante métodos menos agresivos. Si tenemos en cuenta que la aparición de
cada fármaco implica el sufrimiento y la muerte de miles de seres inocentes,
las conclusiones son obvias.
Por otra parte, conviene recordar que la mayoría de los problemas de salud
que aquejan en la actualidad al hombre tienen su origen en unos hábitos
inadecuados. Medidas como hacer ejercicio, alimentarse de forma más sana,
vivir en un ambiente no contaminado o evitar el estrés son la solución.
Los vivisectores y las empresas farmacéuticas no están interesadas en que la
gente descubra el secreto de la buena salud y, menos aún, en que lo ponga en
práctica. Existen demasiados intereses económicos implicados. Esto, unido al
hecho de que quienes torturan animales en los laboratorios no tienen
sensibilidad alguna hacia ellos, hace que la práctica de la vivisección siga
existiendo. Además, no se trata de un fenómeno aislado, sino una
consecuencia lógica de la mentalidad especista y homocentrista humana.
Las únicas pruebas científicas con un cierto grado de fiabilidad son los
ensayos y estudios clínicos llevados a cabo en humanos y, aunque no es
fácilmente apreciable a primera vista, así se hace siempre en la práctica.
Por muchas pruebas que se hagan en conejos, perros o en cualquier otro
animal, al final siempre existe una primera vez en que un ensayo debe
hacerse sobre humanos, y es precisamente a partir de ese momento cuando los
especialistas empiezan a obtener datos verdaderamente valiosos. El progreso
de las ciencias biológicas se debe a esta, y no a otra razón.
La vivisección constituye un crimen más de los que el hombre comete a diario
sobre los demás animales, y debería ser prohibida por cruel e inútil.
Asociación para un Trato Etico a los Animales (ATEA) - Apartado 581 -
Vitoria-Gasteiz