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[escepticos] la guerra y los necios!
[Antoni Mont]
En realidad casi todos hemos pasado en alguna etapa temprana
de la vida por algo parecido. Me parece que se atribuye a Willy
Brandt la frase (de memoria): "quien a los veinte años no es
comunista, no tiene corazón; quien lo sigue siéndo a los cuarenta,
no tiene cerebro".
[Ernesto]
Pues a mí me parece que a ese Brandt se le ve mucho el
plumerito :o)
Qué quieres que te diga, la frase me parece una tontería.
[Mercader]
Claro, Ernesto. ¿Qué ibas a decir tú? XDDD
Lo que Willy Brandt hace no es más que describir, de forma simplista,
un proceso inevitable durante la vida de muchos seres humanos
normales. Le falta completarlo con algún matiz: "Quien, cuando es
pobre, no es comunista, no tiene corazón. Cuando lo sigue siendo,
siendo ya rico, que se lo haga mirar urgentemente."
Tanto una frase como la otra podrían estar basadas en la implacable
estadística y explicada por algún mecanismo (desconocido para los
sociólogos, al parecer) que obliga a los mamíferos superiores a
mantener una actitud exploratoria, reivindicativa o crítica (según las
posibilidades de cada especie) cuando son cachorros y a sestear
confortablemente al calor de lo conocido cuando son adultos.
Cuando yo tenía veinte años, al ser interrogado acerca de mi tendencia
política o social, respondía sin dudar: "¡de izquierdas, hombre!". Me
apuntaba a todas las utopías y defendía las causas perdidas. ¡Qué
bonito! X-) Casi cuarenta años después, he adquirido una visión
más distante de esos temas al apreciar que el proceso natural en la
confontación entre los seres vivos se concreta en comer o ser
comidos; en llegar primero antes que otros; en emboscarse entre la
espesura para sorprender, capturar, robar y matar, sin que se puedan
apreciar por ningún lado esos valores inmutables inventados por la
cultura humana que son la solidaridad, la generosidad, la
filantropía, el amor indiscriminado, etc, más que como débiles
reflejos de unos instintos que funcionan entre los miembros que nos
son más cercanos, como mecanismo que funciona, probablemente, para
utilidad de cada especie y con la intensidad necesaria para no
pasarse.
No digo que a mí me guste este descubrimiento. No disfruto matando,
robando el último trozo de pastel o acechando a otros; sólo constato
cómo se produce ese proceso, aún de forma disimulada y disfrazada de
mil maneras en nuestro comportamiento social.
Encuentro lógico que los seres humanos de veintipocos años quieran
seguir intentando reformar al mundo, extirpando de nuestra convivencia
estos rasgos 'delincuentes' de nuestra estirpe. Encuentro encantador
que gente de setenta años siga siendo utópica. Pero me parece que no
es la regla general.
Y ya puestos, no me gustan los bombardeos (sea yo el que esté debajo
o encima) pero no he leído por aquí ninguna alternativa razonable a lo
que ha pasado, salvo algunas ingenuas tonterías que hemos de
comprender con benevolencia.
Saludos.