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[escepticos] Tergiversación de una encuesta a favor de la religión



Vuelvo al ataque.
Este artículo, publicado el martes por "El Diario Vasco", es una muestra de
manipulación interesada de la realidad por parte de los creyentes. Fijáos
que tergiversa descaradamente los datos de la encuesta realizada a
científicos americanos y publicados por "Nature" y que dice que un 40% cree
en un Dios personal cuando eso era hace 80 años y ahora ese porcentaje es
del 7%.
A todos esos científicos preocupados por las supercherías que publicamos los
periódicos de vez en cuando igual les interesaría mandar una carta
denunciando el 'error interesado'.
Saludos,

Luis Alfonso

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¿Deja ya la ciencia sitio para Dios?


 ALFREDO TAMAYO AYESTARAN/ --

HE aquí una pregunta de suma actualidad. Na-turalmente para aquéllos que
apreciamos la fe en Dios y también la ciencia. Una pregunta que va
acompañada a las veces de angustia o por lo menos de inquietud. Estoy
haciendo referencia a la ciencia de hoy sobre todo: Astrofísica, Biología
molecular, Genética, etc. Veamos. Si nos ceñimos al ámbito de la Astrofísica
leemos que el universo en que vivimos tendría unos 15.000 millones de años.
Sobre el tiempo que este mismo universo va a subsistir no existe unanimidad.
Se habla de 20.000, de 100.000 millones de años. Incluso de un mundo eterno,
sin fin. La verdad es que están en juego dimensiones de tiempo que nos
resultan inimaginables. Como nos resulta también inimaginable que sean
minúsculas fibras de materia aquéllo que mantiene cohesionado nuestro
universo. Los científicos las denominan strings o superstrings. Son tan
diminutas que el experimento no las detecta. Tan sólo son accesibles al
cálculo matemático. Son de tan pequeña entidad que si tratáramos de hacer de
estas partículas del grosor de un guisante esto equivaldría al intento de
hacer de un átomo (también invisible) algo tan grande como el universo
entero.

A lo mejor para nosotros los legos en Astrofísica nos conviene no proseguir
el discurso de los científicos cuando se nos dice que los strings se mueven
no ya en un mundo cuadridimensional de longitud, anchura, profundidad y
tiempo, sino en uno de diez y de once dimensiones (!). Los expertos se hacen
la pregunta de cómo compaginar espacios tan inmensos de tiempo y partículas
de materia casi sin entidad. La ciudad alemana de Potsdam acogió este verano
un congreso de científicos que se preguntó sobre la posibilidad de encontrar
una superfórmula que permita describir el origen y desarrollo del universo
que no esté en contradicción con ninguna de las leyes que rigen el
funcionamiento del mundo.

Pero la cuestión que a mí y a muchos nos sigue interesando es la anotada al
principio de si este universo en el que vivimos y que es cada vez más
descifrado por la ciencia conserva todavía un sitio para un Dios que lo
hubiera creado y que lo sostiene en sus manos. Desde luego es interesante
que científicos renombrados en número creciente sigan acudiendo a la
hipótesis Dios para explicar el origen y el orden del universo tal como lo
hiciera en la primera parte del siglo un genio de la talla de Albert
Einstein. La revista científica estadounidense Natura hizo una encuesta hace
ya algún tiempo entre biólogos, físicos y matemáticos que arrojó este
balance. El 40% de los encuestados creía en un Dios personal. Así, por
ejemplo, el astrofísico Allan Sandage. Confiesa que de joven fue un ateo
militante. Sin embargo la contemplación e investigación del universo le ha
demostrado, dice, que es un auténtico milagro la existencia de la materia
que sólo se puede explicar por intervención de una fuerza sobrenatural. El
físico Charles Townes afirma que es necesario admitir la existencia e
intervención de un ser superinteligente para explicar las leyes que rigen el
curso del universo. Incluso científicos que admiten el big bang inicial con
exclusión de Dios como el célebre Stephan Hewking confiesan que «ello no
constituye un argumento que demuestre que Dios no existe». Sólo significaría
que no es necesario.

Soy de los que creen que el problema de Dios seguiría existiendo aunque
diéramos con la fórmula o superfórmula del universo. El teólogo mártir del
nazismo Dietrich Bonhoeffer apostaba, como se sabe, por un Dios que no nos
sirve para explicarnos nada. Un Dios totalmente gratuito que no cubre los
agujeros de nuestra ignorancia. Sería el auténtico Dios de la Biblia en
contraposición al Dios de la metafísica. Si bien podría añadirse que aún en
el caso de dar con esa superfórmula no quedaría explicado lo que existía
antes del big bang ni lo que va a existir tras el fin de este universo. En
todo caso ningún científico casi hablaría hoy de forma tan despectiva sobre
la hipótesis Dios como lo hicieron algunos astrónomos o físicos del siglo
XIX, ni por supuesto de la forma tosca y primitiva como lo hizo el
astronauta soviético Yuri Gagarin en 1961 diciendo que en su viaje por el
espacio no se había encontrado con Dios. Lo cual demostraba su no
existencia.