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[escepticos] No es esto, corraleros, no es esto
[Jose Alonso]
> Todo tiene sus pros y sus contras, claro está, y el sistema democrático
> también. Creo recordar que fue Churchill el que lo definió como el menos
> malo de los sistemas políticos, y no le faltaba razón, porque no partimos
de
> la perfección sino de un sistema falible, uno más entre tantos, pero que
> cuenta con una característica única, al menos en teoría: su capacidad de
> evolucionar y autorregularse(................)
[Mercader]
No creas que no percibía los agujeros en mi razonamiento mientras lo escribía. Sobre todo porque no soy capaz de presentar una alternativa a la democracia. Mi primer impulso sería el de preferir el gobierno de los mejores pero hasta el más lerdo puede ver que ese sistema se suele corromper rápidamente por la propia impunidad de que se rodea el gobernente. La única garantía de funcionamiento de un sistema semejante sería tener la suerte de que el mandamás de turno fuese lo más bienintencionado posible. O sea: ninguna garantía.
Supongo que mi repulsión al 'gobierno de todos' debe de residir en mis malas experiencias. Las decisiones comunitarias (que, como todo el mundo sabe, no son la suma de decisiones individuales) que he sufrido en todos los ámbitos (desde comunidades de vecinos, asambleas sindicales o simples votaciones entre amigos) han solido ser poco razonadas, inspiradas por el voto del de al lado o por el miedo al qué dirán. Se suele votar con falta de datos y movido por prejuicios, que eso de pensar es muy cansado y luego duele la cabeza. Si os fijáis en la próxima votación a mano alzada en la que participéis, sorprenderéis en casi todo el mundo un gesto automático de consulta al de al lado antes de levantar la mano (Sólo los chinos dejan de hacerlo y me temo que es por otras razones aún más lastimosas que no vienen al caso).
[José Alonso]
El voto secreto, por tanto, garantiza el que pueda expresar libremente
mi opinión sin temor a venganzas posteriores de nadie, al menos
en teoría, claro.
(.............)
[Mercader]
Admito tu objeción a mi objeción. Mi argumento consiste en que creo descubrir en la gente -en mí mismo también, claro- un comportamiento diferente cuando estoy siendo observado a cuando no lo estoy. Mi sempiterna teoría de que nos movemos impulsados por instintos inconscientes tiene aquí también su aplicación. Uno de los instintos, el de ocupar una posición definida en la pirámide jerárquica se pone a funcionar al sentirnos amenazados por la pérdida de status si nuestro comportamiento no cumple una finalidad: la de asegurar la aprobación y el reconocimiento de los espectadores. De ahí que no nos atrevamos a votar de forma contraria a nuestro entorno a menos que disfrutemos de un criterio sólido y una voluntad indestructible para defender nuestras opiniones, caso que no se da -me parece a mí- de forma general, en la vida real.
Por otra parte, el voto secreto favorece la aparición de otra tendencia -que no reconoceríamos aunque nos matasen, por aquello de nuestro antropocentrismo habitual- que deriva de otro de los instintos subyacentes : el de pasar desapercibido para lograr mejor nuestros fines. Por ejemplo: en las reuniones de vecinos de mi escalera, yo voto siempre en secreto para que quiten el horrible florero del vestíbulo mientras que exteriormente lo alabo para poder ligar mejor con la vecina que lo puso (Os tendré al corriente de los satisfactorios efectos de tan villano proceder).
Bueno; en serio. Creo que, en asuntos serios, el voto secreto genera peligros graves. Tiendo, llevado de mi inconfesable soberbia, a pensar que no debería opinar quien no esté dispuesto a defender su punto de vista a capa y espada. Si es el miedo lo que amordaza su expresión pública, a lo mejor debería quedar invalidado para participar en las decisiones comunitarias. Incluso los elefantes delegan las decisiones importantes en el miembro más experimentado de la manada.
De ahí viene mi extravagante sugerencia de que debería darse mayor peso al voto de quienes fuesen capaces de respaldarlo con unos mínimos argumentos.
¡Ah! mi teoría dominguera no implicaría la permanencia obligada en una categoría 'silenciosa' . Todo el mundo debería poder pasar a la categoría 'dirigente' en cuanto se le enciendiese una bombilla y mostrase una idea aceptable.
Mirándolo bien, esto es lo que ocurre, en la práctica, en el sistema actual. Millones de personas se sitúan en esa categoría 'silenciosa'. Uno vota simbólicamente en una urna a no sabe muy bien quién y luego se despreocupa.
[José Alonso]
No creo que la solución esté en adjudicar distinto valor al voto en función
de la mayor o menor implicación de la persona en las cosas sociales
(que también existe el derecho a no participar en nada) sino en fomentar
una verdadera educación política (.........)
[Mercader]
¡Toma! y yo creía que mi teoría era dominguera...;-)
Tu simpática utopía ha tenido unos cuantos miles de años para aplicarse y no soy capaz de ver, a punto de entrar en el 2000, el menor indicio de sus efectos. El hecho de que hoy se puedan sentar los sindicalistas y los empresarios en la misma mesa mientras que a Espartaco y a sus huestes los crucificaban en cuanto les echaban el guante, no me dice demasiado; sólo es un vaivén de la moda, parecido al que permitió que la democracia griega y el derecho romano fuesen hábilmente sucedidos por los autos de fe, sólo un poquito después. Lo digo por experiencia, pues he comprobado en mi carne que los seres humanos, cuando son malintencionados, siguen buscando los resquicios de la Ley -bonito marco artificial para nuestra conducta- para seguir machacando al prójimo como cuando estábamos subidos a los árboles.
[José Alonso]
P.D. Perdón por la extensión, pero después de un retiro obligado por un
sustillo cardiaco ya tenía algo de mono ;-))
[Mercader]
Mensajes como los tuyos son los que dan carácter a esta corrala. A ver si pueden ser un poco más largos, aprovechando que no hemos conseguido matarte.
Saludos.