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RE: [escepticos] No es esto, corraleros, no es esto



[Mercader]
No creas que no percibía los agujeros en mi razonamiento mientras lo
escribía.  Sobre todo porque no soy capaz de presentar una alternativa a la
democracia.

[José Alonso]
¡Ajá! Pues lo mismo me pasa a mí. Reconozco (cómo no lo voy a hacer si los
vivo diariamente) los defectos del sistema democrático: los vivales que ven
de saltarse la ley como quien se cuela en la cola del cine; los indecisos
que al final dan su voto a quien mejor le adula la oreja; los emuladores que
miran a su personaje de referencia antes de levantar la mano; los mezquinos
que votan siempre en contra de la propuesta de quien le cae antipático, sea
o no la más conveniente; los inconscientes que apremian a cortar el debate y
pasar ya a votación las propuestas, aunque estén a medio digerir, porque
llegan tarde a su telenovela, y así un largo etcétera. Considerando todos
estos inconvenientes ¡a mí tampoco se me ocurre una alternativa mejor a la
democracia! Y es que, para mí, la esencia del sistema democrático no está en
hallar la solución más apropiada para un momento concreto (para esto sí que
hay alternativas viables), sino que está en que proporciona la solución
menos conflictiva de todas las posibles, aun a costa de la efectividad, por
el mero hecho de que es la mayoritaria, que también quien votó una opción
por motivos espurios al final se siente ligado a ella hasta el punto de
asumirla como la menos mala. La democracia, en consecuencia, facilita la
convivencia y engrasa las aristas de la sociedad como ningún otro sistema, y
por ello (y sólo por ello) es capaz de proporcionar el clima de paz y
sosiego que hará que, a la postre, las alternativas más sensatas acaben
imponiéndose tras algunos vaivenes (o no, que tampoco es lo más importante).
Ojo, que no digo que no existan luchas y resistencias en el sistema
democrático, que claro que las hay y muchas, digo que es este sistema el que
menos tiene y donde más se respetan los derechos de los contendientes, el
que más paz proporciona, siendo que ésta es uno de los requisitos
ineludibles para el progreso.

[Mercader]
Mi primer impulso sería el de preferir el gobierno de los mejores pero hasta
el más lerdo puede ver que ese sistema se suele corromper rápidamente por la
propia impunidad de que se rodea el gobernente.  La única garantía de
funcionamiento de un sistema semejante sería tener la suerte de que el
mandamás de turno fuese lo más bienintencionado posible. O sea: ninguna
garantía.

[José Alonso]
Exactamente

[José Alonso, en mi anterior mensaje]
 El voto secreto, por tanto, garantiza el que pueda expresar libremente
mi opinión sin temor a venganzas posteriores de nadie, al menos
en teoría, claro.
(.............)

[Mercader]
Admito tu objeción a mi objeción. Mi argumento consiste en que creo
descubrir en la gente -en mí mismo también, claro- un comportamiento
diferente cuando estoy siendo observado a cuando no lo estoy.  Mi sempiterna
teoría de que nos movemos impulsados por instintos inconscientes tiene aquí
también su aplicación. Uno de los instintos, el de  ocupar una posición
definida en la pirámide jerárquica se pone a funcionar al sentirnos
amenazados por la pérdida de status si nuestro comportamiento no cumple una
finalidad: la  de asegurar la aprobación y el reconocimiento de los
espectadores. De ahí que no nos atrevamos a votar de forma contraria a
nuestro entorno  a menos que disfrutemos de un criterio sólido y una
voluntad indestructible para defender nuestras opiniones, caso que no se
da -me parece a mí- de forma general, en la vida real.

[José Alonso]
De acuerdo, aunque no podría decir si tal comportamiento se debe a
"instintos inconscientes" o a una simple identificación psicológica con el
grupo y sus prácticas. El voto contrario al entorno podría darse bien por lo
que comentas (criterio sólido, voluntad indestructible) o bien por el
recurso de hacer secreto el voto, que lo segundo sirve para compensar lo
primero.

[Mercader]
Por otra parte, el voto secreto favorece  la aparición de otra
tendencia -que no reconoceríamos aunque nos matasen, por aquello de nuestro
antropocentrismo habitual- que deriva de otro de los instintos subyacentes :
el de pasar desapercibido para lograr mejor nuestros fines. Por ejemplo: en
las reuniones de vecinos de mi escalera, yo voto siempre en secreto para que
quiten el horrible florero del vestíbulo mientras que exteriormente  lo
alabo para poder ligar mejor con la vecina que lo puso (Os tendré al
corriente de los satisfactorios efectos de tan villano proceder).

[José Alonso]
:oDDD Mira por dónde has descubierto una de las ventajas del voto secreto:
te permite expresar lo que realmente piensas al tiempo que no hace
retroceder tu estrategia hacia tu vecinita, es una actitud muy inteligente
al fin y al cabo.

[Mercader]
Bueno; en serio. Creo que, en asuntos serios, el voto secreto genera
peligros graves. Tiendo, llevado de mi inconfesable soberbia, a pensar que
no debería opinar quien no esté dispuesto a defender su punto de vista a
capa y espada. Si es el miedo lo que amordaza su expresión pública, a lo
mejor debería  quedar invalidado para participar en las decisiones
comunitarias. Incluso los elefantes delegan las decisiones importantes en el
miembro más experimentado de la manada.
De ahí viene mi extravagante sugerencia de que debería darse mayor peso al
voto de  quienes fuesen capaces de respaldarlo con unos mínimos argumentos.
¡Ah! mi teoría dominguera no implicaría  la permanencia obligada en una
categoría 'silenciosa' . Todo el mundo debería poder pasar a la categoría
'dirigente' en cuanto se le enciendiese una bombilla y mostrase una idea
aceptable.
Mirándolo bien, esto es lo que ocurre, en la práctica, en el sistema actual.
Millones de personas se sitúan en esa categoría 'silenciosa'. Uno vota
simbólicamente en una urna a no sabe muy bien quién y luego se despreocupa.

[José Alonso]
Mi objeción a esa teoría (no tan dominguera, que cuenta con ilustres y
afamados defensores) es la misma ya enunciada: Al todos votar y al ser esos
votos iguales se asegura una mejor y más pacífica convivencia puesto que se
hará lo que la mayoría opina, siendo esta la principal regla de juego junto
con la de que no se permite pisotear los derechos de las minorías. Es la
convivencia pacífica el eje de este sistema y no lo acertado de sus
decisiones, que yo no me creo eso de que "el pueblo no se equivoca nunca",
claro que se equivoca y vaya si lo hace (que Aznar esté en la Moncloa es un
signo patente, desde mi punto de vista). Así creo, Merca, que al evaluar un
sistema político deberíamos fijarnos más en su capacidad para proporcionar
reglas de juego que faciliten la convivencia que en su capacidad para
adoptar decisiones acertadas. Desde mi punto de vista la paz es el
presupuesto básico e ineludible sobre el que se sustentan las otras acciones
sociales; sólo con paz es posible luego tantear la solución correcta a un
problema concreto. Y para conseguir la paz no existe mejor método que el de
una persona igual a otra y una persona, un voto.

[José Alonso, en mi mensaje anterior]
  No creo que la solución esté en adjudicar distinto valor al voto en
función
de la mayor o menor implicación de la persona en las cosas sociales
(que también existe el derecho a no participar en nada) sino en fomentar
una verdadera educación política (.........)

[Mercader]
¡Toma! y yo creía que mi teoría era dominguera...;-)
Tu simpática utopía ha tenido unos cuantos miles de años para aplicarse y no
soy capaz de ver, a punto de entrar en el 2000, el menor indicio de sus
efectos.  El hecho de que hoy se puedan sentar los sindicalistas y los
empresarios en la misma mesa  mientras que a Espartaco y a sus huestes los
crucificaban en cuanto les echaban el guante, no me dice demasiado; sólo es
un vaivén de la moda, parecido al que permitió que la democracia griega y el
derecho romano fuesen hábilmente sucedidos  por los autos de fe, sólo un
poquito después.  Lo digo por experiencia, pues he  comprobado en mi carne
que los seres humanos, cuando son malintencionados, siguen buscando los
resquicios de la Ley -bonito marco artificial para nuestra conducta-  para
seguir machacando al prójimo como cuando estábamos subidos a los árboles.

[José Alonso]
Muy cierta esta última frase, y para eso está la ley y la tarea de
empequeñecer cada vez más sus resquicios. También sé que mi propuesta lleva
algo de utopía, pero es que no veo alternativa mejor: si coincidimos en que
la democracia es el menos malo de los sistemas políticos tan sólo porque es
el que mejor convivencia ofrece, debería ser obligado formar a los
ciudadanos en los valores democráticos, pero no para que sepan encontrar la
mejor solución en un momento concreto ni para librarse del pequeño miserable
que todos llevamos dentro (que también podría intentarse), sino para conocer
las reglas del juego, para que conozcan en qué se diferencian de otros
sistemas, para que interioricen principios tales como la no discriminación
por razones de sexo, raza, etc... No por utópica debe desecharse esta
medida, al contrario. Por otro lado, cuando me he sentado como sindicalista
a la misma mesa que la patronal no se me ocurrió pensar que una opción fuese
acabar como Espartaco, hombre, a mí sí me dice demasiado, qué quieres que te
diga ;-))

[Mercader]
Mensajes como los tuyos son los que dan carácter a esta corrala.  A ver si
pueden ser un poco más largos, aprovechando  que no hemos conseguido
matarte.
Saludos.

[José Alonso]
:oDDD gracias, como decía Pedro Luis (gracias también, Pedro), no sé yo si
esta lista es lo más adecuado para una convalecencia, pero como tampoco fue
tanto lo mío pues seguiré leyéndola con atención y participando de vez en
cuando.

Venga, un saludo

José Alonso