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RE: [escepticos] No es esto, corraleros, no es esto
[Mercader]
El voto secreto debería estar proscrito de la vida social. La
impunidad favorece la emergencia de los peores aspectos de nuestra
naturaleza. Sólo los que se atreven a respaldar sus argumentos -aunque
sólo sea con su firma- deberían tener derecho a opinar.
Y esta opinión debería valer en función de las aportaciones útiles
para la comunidad. ¿No os parece ridículo que el voto de un médico
sin fronteras (por ejemplo) valga lo mismo que el de un carterista
convicto y confeso?
Bueno; todo esto es matizable pero lo he escrito de un tirón después
del sobresalto de leer a Mig.
Saludos.
[José Alonso]
Todo tiene sus pros y sus contras, claro está, y el sistema democrático
también. Creo recordar que fue Churchill el que lo definió como el menos
malo de los sistemas políticos, y no le faltaba razón, porque no partimos de
la perfección sino de un sistema falible, uno más entre tantos, pero que
cuenta con una característica única, al menos en teoría: su capacidad de
evolucionar y autorregularse, la mayoría de las veces mediante mecanismos de
ensayo y error. En el bien entendido de que esta evolución lleva -debería
llevar- a mayores cotas de libertades y derechos individuales y colectivos.
El voto secreto se encuadra en este esquema. Si no lo fuera, lo que damos en
llamar "voluntad popular" se desvirtuaría desde su raíz y no expresaría lo
que se supone que debería expresar: el sentir libre e incondicionado de la
población, como titular que es de la soberanía nacional. Si el voto no fuese
secreto nadie votaría, por miedo a las represalias, en contra del cacique
que se presenta a alcalde de su pueblo. Si el voto no fuese secreto la
convivencia seguramente sería más difícil, imagina lo que ocurriría en
Euskadi si se supiese quiénes son los votantes del PP y lo que harían
determinados grupos con esa información; es más, si eso se supiera a ver
quién iba a ser el guapo de votar al PP en Rentería, por ejemplo. El voto
secreto, por tanto, garantiza el que pueda expresar libremente mi opinión
sin temor a venganzas posteriores de nadie, al menos en teoría, claro.
Pero en tu texto se desliza otro posicionamiento, Merca: no sólo te opones
al voto secreto, sino también al igual valor de los votos de todos los
ciudadanos (no puede valer lo mismo el voto de un miembro de Médicos sin
Fronteras que el de un carterista). El principio una persona un voto es
también una conquista del sistema democrático; la superación del sistema
censitario y la instauración del principio de igualdad ante la ley es un
logro indiscutible que no creo que merezca excesiva argumentación: sólo
decir que mucho menos aún se ha demostrado eficaz en la práctica el modelo
platónico de estructuración social basada en el gobierno de los hombres
sabios, en tanto que en él también se reproducen los mismos esquemas
indeseables que has comentado, porque al fin y al cabo a todos nos acosan
las mismas miserias y mezquindades y ni el más sabio y bueno es inmune a
ellas, para ejemplo esta lista, sin ir más lejos. No creo que la solución
esté en adjudicar distinto valor al voto en función de la mayor o menor
implicación de la persona en las cosas sociales (que también existe el
derecho a no participar en nada) sino en fomentar una verdadera educación
política y de valores democráticos desde la infancia, que tendría como
efecto positivo adicional el minimizar los efectos de la demagogia en la
opinión pública. Un ejemplo reciente: ¿cómo es posible que se plantee que la
asignatura alternativa a la religión sea el estudio de los valores
constitucionales? Así planteado el error es mayúsculo: no solamente la
educación política queda a la altura de una asignatura "maría" (lo que era
en mi época la Formación del Espíritu Nacional, una machangada ;o)), sino
que se le escamotea a quien opte por la religión el estudio de los
principios constitucionales; con esa concepción de las autoridades docentes
no es de extrañar nuestra incultura política y la excesiva facilidad que
tienen ciertos desalmados para vender sus propuestas con éxito. La cosa
debería ser justo al contrario y habría que establecer el estudio de los
valores democráticos de forma obligatoria para todos los alumnos y en todos
los estadíos del ciclo formativo, porque el Estado es no confesional, pero
sigue siendo Estado, así que si bien puede no impartir religión está
obligado a proporcionar formación acerca de los valores que lo sustentan.
Conclusión: es cierto que el voto secreto puede hacer emerger lo peor de
nosotros porque el anonimato garantiza la impunidad, pero mezquina o no, es
mi opinión la que expreso con él y tengo derecho a expresarla. La
alternativa no está en acabar con este carácter secreto ya que el voto
público tiene consecuencias aún peores, sino en incidir en la educación a
todos los niveles, fomentar la participación ciudadana y, en todo caso,
aceptar esta característica como un mal menor e inevitable.
Por lo que respecta al distinto valor de los votos para mí resulta una
propuesta inaceptable, no sólo por posicionamiento ético, sino por su
demostrada ineficacia: donde hay voto censitario o cualificado las cosas no
solamente están mucho peor que aquí desde el punto de vista de la
estructuración social, sino que tienden a evolucionar aumentando los
privilegios de los pocos (los que votan, claro) incrementando al tiempo la
miseria de los muchos, es decir, en una dirección para todos (supongo)
indeseable.
Refiriéndome ya al funcionamiento de esta lista, mi propuesta es que las
cosas sigan como están. Que los que escriban sigan escribiendo lo que
quieran, y los que callan sigan callando si así lo desean porque están
también en su derecho, y que de esa forma atravesemos las crisis que hagan
falta, que ya pasarán. No hay necesidad, digo mejor, me borraría
inmediatamente de esta lista si se expulsara a alguien por el procedimiento
que fuera, con consentimiento mayoritario o no. Desde siempre ha existido la
forma de ignorar a quien se quiera por el simple método de filtrarlo o no
leer sus mensajes, que nadie está obligado a hacerlo; si a la mayoría de la
lista le molesta una persona, pues que la mayoría de la lista lo filtre y
punto. Pero no quiero que nadie me impida leer a quien yo quiera leer, ni
tengo porqué aguantar la amenaza de mi expulsión si digo algo inconveniente
para los oídos de la mayoría. Quiero tener libertad para decir lo que quiera
y quiero tener libertad para leer a quien quiera, sin que nadie lo censure.
Si no es así, está claro que me equivoqué de lista.
Releído, el párrafo anterior me quedó muy contundente y pensé es suavizarlo,
pero mejor no, que en ocasiones la contundencia ayuda a expresar la idea
:o))
Saludos
José Alonso
P.D. Perdón por la extensión, pero después de un retiro obligado por un
sustillo cardiaco ya tenía algo de mono ;-))