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Re: [escepticos] Hector y otros peligros( era Re: ozono, plutonio, comunismo



"Jose.R.F" ha escrito:

> Sr. Walter aquí tiene mi voto
> Me divierto de lo lindo con sus cuentos. He de reconocer que lo primero que
> hago cuando recibo la lista con sus nuevos contenidos es ver si se encuentra
> Usted entre ellos. Me gusta como coloca en su sitio a algunos digamos
> "contumaces perseguidores del ridiculo".
> En fin, me anima Usted a seguir leyendo lo que en otro caso sería en su
> mayoria un conjunto de majaderias bastante aburridas. He de agregar que
> tambien respeto, leo y personalmente valoro el concurso de otros
> intervinientes que destilan sentido comun y conocimientos.
> Ya me imagino que no le hace falta para nada mi voto, pero me apetecia.
>                                                             Un saludo

Estimado José:
    Le aseguro que lo peor que ocurre con el ridículo es que uno suele
alcanzarlo
si lo persigue, porque todos los caminos parecen conducir a él..
    Pero le pido, D. José, que hagamos una confesión mutua: Usted y yo no
nos arrepentimos de los pecados que hemos cometido, hasta, por el contrario,
me parece haber visto que Ud. se sonríe cuando se acuerda de ellos.
    Pero de las veces en que caímos en ridículo, ¡quién pudiera desandar
el camino!. El problema es que no tiene retorno ni atajo.
    Una vez se me escapó un pedo bailando un vals. Intenté escapar de
la nube girando a todo trapo pero mi compañera me dijo que estaba
mareada y se quería sentar. Huí del baile y del pueblo, al que nunca
más quise volver, pese a las esplendorosas fiestas que allí se hacían.
    En ese tiempo había bailes que se hacían en los campos. Eran tradicionales
los que hacían las cooperadoras de las escuelas rurales. Ahora esas
escuelas casi ya no existen porque los campesinos se han mudado
a los pueblos y los que siguen viviendo en sus fincas cuentan con automóvil
y llevan con él a sus hijos a las escuelas del pueblo.
    En una ocasión en un baile que se hacía en uno de esos campos, había
concurrido un correntino (no es el mismo que decía "organicémonos" en la
sesión de sexo grupal a oscuras).
    Los correntinos tienen una música propia, el chamamé, que es una de
las pocas folklóricas que siguen interpretándose con gran aceptación.
    Las parejas lo bailan enlazados como en el vals, en una postura que a
primera vista parece grotesca, ya que el hombre y la mujer juntan caras
y hombros, pero mantienen lo más alejado posible las caderas uno de la
otra, casi un metro, por una cuestión de decencia, porque no por ser
pobres son deshonestos (como los canarios que rompen el pámpano). *
    De esa forma bailan casi agachados. Decía que a primera vista
parece grotesca esa forma de bailar. Sin embargo he visto bailar el
chamamé por auténticos correntinos salidos del monte y es una
belleza la gracia y elegancia de esa gente. Lo mismo me ha pasado en
Santiago del Estero, con quienes bailan la chacarera, hacheros con sus
mujeres que vienen de lo más profundo de la selva y tienen una gracia
que quisieran para sí duques y marquesas.
    Bueno, en uno de esos bailes de campo estaba un correntino
amargado porque pasaban meta y meta rock y él se lucía solamente con
los chamamés. Como aquellos bailes se improvisaban en lugares precarios,
cuando el correntino tuvo una necesidad perentoria no le quedó otro recurso
que adentrarse en el maizal. Nuestros campesinos suelen sujetar sus
pantalones con unos "tiradores", que son unas tiras de tela que se
abotonan en la parte delantera y trasera de la prenda.
    El correntino, pudorosamente tapado por el crecido maizal, estaba
agachado haciendo sus necesidades, cuando escuchó que la orquesta
empezaba a tocar un chamamé. Desesperado porque se perdía tal vez
la única ocasión de la noche para lucirse ante el mujerío se subió a las
corridas el pantalón y olvidó prenderse nuevamente los tiradores, que
quedaron colgando y arrastrándose por el suelo. Desgraciadamente,
al pasar los tiradores por encima de la torta que había dejado el
correntino se enchastraron prolijamente de mierda.
    El correntino, con los tiradores a la rastra, se incorporó al baile y
sin mucho preámbulo sacó a bailar a una moza.
    Tal era su entusiasmo que pronto empezó a girar frenéticamente,
(como yo cuando trataba de aventar el pedo que me tiré).
    Con esas vueltas los tiradores giraban también locamente,
marcando con mierda a los que bailaban alrededor, con lo que
las pobres gentes, aterrorizadas, empezaron a dejar un claro alrededor
del correntino, que interpretó el hecho como tributo de admiración
ante su destreza y gracia.
    Un amigo le quiso prevenir: "Ché correntino, mirá que los estás
cagando a todos". Y el correntino sonriendo canchero le contestó:
¡Y eso que lo bailo sencillito, nomás!.

    De todo podemos sacar enseñanza. Los ingleses que cita Federico
Romero tienen razón. ¿Porqué somos tan poéticos los hablantes en
lengua española y recurrimos permanentemente a metáforas?
    ¿Porqué no tenemos claro que cagar es cagar?.
    Yo también incurro en el mismo error del correntino y pretendo
que cuando me dicen imbécil, hijo de puta, o sustituyen
mi apellido por "Sandeces" se trata de una metáfora con la cual
quieren trasuntar un profundo cariño, como los amigos futboleros
de mi tío, con los que él se puteaba fraternalmente.
    Eso sí, que no vengan los ingleses a querer cambiar nuestra
forma de relacionarnos. Lo grave sería que Ud., D. José, se
confundiera y no comprendiera que cuando en esta corrala me insultan
con ello lo que quieren decir es que nuestro mutuo cariño es tan
profundo que aguantará hasta esas pullas un tantín groseras.
    Por eso, D. José, bienvenido al chiquero, ya que dejó
de pertenecer a la mayoría silenciosa para incorporarse a
la minoría bullanguera.
                                        Héctor W. Navarro
* Con este asterisco le llamo la atención a José Alonso, que
puso en dudas la existencia del baile de la ruptura del pámpano
en las Canarias, ya que si no hubiera venido en mi ayuda el bien
amado D. Pedro Luis, yo hubiera quedado una vez más como un
charlatán.