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[escepticos] naturaleza del humor




[Miguel A. Lerma]
Para probar que el humor, el arte, y otras manifestaciones
humanas no son realmente necesarias no basta con mostrar
individuos sin sentido del humor (o que nos parece que no
tiene sentido del humor) o sin sentido artistico, habria
que encontrar sociedades sin humor o sin arte, porque esas
carecteristicas juegan un papel en la supervivencia de grupos
humanos, no de individuos aislados.

[Mercader]
Puedo utilizar -y utilizo- tu mismo argumento para defender lo
contrario.  No basta con presentar a unos individuos con sentido del
humor o con sensibilidad artística para inferir de ello que  toda la
especie practica tales  funciones. No podemos confundir el individuo
con el grupo sólo porque lo que hacen algunos pocos brilla con
suficiente fuerza.  No olvides que un espectáculo está gestado por un
sólo creador (o dos, o una docena). Los otros quinientos que tienen la
boca abierta no son más que espectadores que sólo han aportado el
dinero de la entrada. No podemos deducir que en este  país gusta la
música sólo porque vemos a docenas de individuos con el radiocasette
extraíble en la mano. Sólo nos recuerda que la proporción de los que
tiran de la sociedad y los que van a remolque siempre es parecida:
10.000 a 1, más o menos.
El hecho de que haya individuos que generan arte, humor o poesía para
los demás no hace más que recordar que la heterogeneidad de esta
especie le permite exhibir un excedente de funciones, bonitas pero
inútiles. El hedonismo que aparece en el ejercicio de la gastronomía
cuando, por ejemplo, regamos la ensalada con vinagre de Módena de
18.000 pts/ litro revela que hay alguien que es capaz de encontrar
exquisito placer en una actividad   que, en principio, está destinada a
la mera subsistencia (con patatas cocidas ya se quita el hambre).  La
arquitectura de las catedrales góticas podría haber sido sustituída
por barracas de barro cocido que también hubieran servido para guarecer
a los fieles pero unos individuos prefirieron dar salida a su excedente
de imaginación lo que permitió al resto mirar hacia arriba asombrados
pero sin aportar nada más que ese asombro. Cuando voy al Museo de Arte
Abstracto de Cuenca  y me veo a mí mismo extasiado ante cuatro manchas
que mi vecino de rellano consideraría, fuera de toda duda, como una
tomadura de pelo, me pregunto de dónde ha salido mi capacidad para
degustar un proceso tan inútil.  Sólo puede haber salido de un
excedente de mi imaginación sin valor adaptativo.

[Miguel A. Lerma]
Pero
desafio a quien quiera a que busque un pueblo sin humor
o sin algun tipo de manisfestacion artistica.

[Mercader]
Poco humor debía de haber cuando chorreaba sangre por los escalones de
las pirámides aztecas. Poco humor  ha debido de haber en larguísimos
periodos de la historia humana, entretenidos en saqueos, razzias,
exterminios y conquistas.  No me extrañaría que el humor no fuese, en
definitiva, más que una derivación ritualizada de la mera agresión.
Claro que, después de tantos rodeos, irreconocible como tal función
violenta.
Y lo de las manifestaciones artísticas....¡ojo!. Tenemos el vicio de
llamar Arte a algo que, en su principio, no fué gestado como tal.
Los bisontes de Altamira debieron de tener alguna función bastante
alejada de la de entretener a los espectadores o de mostrar la
habilidad del pintor. Lo de presumir de lo bien que le había salido la
pata izquierda debió de ser un producto colateral.

[Miguel A. Lerma]
La broma pesada cae bastante cerca de la agresion pura
y simple. Pero la finalidad es la misma: fortalecer la
identidad grupal, lo que varia es el grado de integracion
atribuido al individuo atacado.

[Mercader]
Eso último parece una afirmación extraordinaria, de esas que requieren
demostraciones extraordinarias.

[Miguel A. Lerma]
 Ciertamente, un chiste del que ya conocemos el final
no nos hace tanta gracia como si nos lo acabaran de
contar.

[Mercader]
Tan es así que los chistes no se los cuenta uno a sí mismo. Sólo
adquieren su función cuando un individuo los cuenta a otros. De ahí que
 su componente imprescindible sea la sorpresa en la relación de sus
elementos internos.

[Miguel A. Lerma]
Reir es una actividad placentera. Pasa como con la
comida, el sexo, y otras funciones vitales. Por lo
general las practicamos por puro placer cuando tenemos
ocasion, olvidando el papel que juegan en nuestra supervivencia
individual o grupal.

[Mercader]
Ocurre que el componente de placer que viene en el mismo paquete que la
comida o el sexo no tienen más función que conseguir que tales tareas
nos resulten atractivas para conseguir otros fines más abstractos: la
conservación de la especie (casi parece un proceso finalista).  Cuando
separamos de su utilidad material las acciones de comer y de ejercer
sexo estamos inventando unos procesos altamente satisfactorios pero
inútiles desde el punto de vista de la conservación de la especie. Los
integristas de toda laya  aducen que la gastronomía y el sexo
placentero son los cánceres de la sociedad. Me han dicho que mi
bisabuela sentenciaba "ya está bien de reírse, que no es bueno." En
este tipo de mente debía de existir la curiosa intuición de que se
estaba desproporcionando el componente lúdico y festivo  con respecto a
las evidentes miserias humanas. Mi bisabuela vivió, a pesar de ello,
noventa y nueve aburridos años.
Saludos.