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Re: [escepticos] 2 Preguntas: Ciencia Patológica de Langmuir y certificado de Apostasía
Pedro Luis Gomez Barrondo wrote:
> Por otro lado, me estoy volviendo loco para conseguir la "tabla de
> la Ciencia Patológica de Langmuir", aquella misma cuyos postulados
> mandamos el Pater Bello en inglés) y yo mismo (en castellano) a la
> lista y que ahora no consigo encontrar por ninguna parte.
> Quería reenviársela a Julius por lo de su pregunta sobre la
> existencia de ciencia patológica pero no veo el modo.
En efecto, la página de la que la habías pillado ya no existe. Pero como
el que guarda siempre tiene, ahí te va la tablita, pillada de tu mensaje
antiguo, junto con algunas cosas más que me parecen de interés, pues lo
de Langmuir es un poco restrictivo (se nota que su tabla la escribió
pensando en los rayos N y cosas similares).
Vaya pues también para don Julio. Ya verás, colega, cómo lo de "ciencia
patológica" es un concepto útil :-)))
"No es fácil establecer los criterios de marcación de la ciencia
patológica con respecto a la ciencia pura y a la pseudociencia. Las
primeras claves nos las proporciona el Premio Nobel de Química Irving
Langmuir, quien acuñó el término en una conferencia que pronunció en el
laboratorio de Energía Atómica de la General Electric en 1953. En ella,
nunca publicada pero transcrita posteriormente por su discípulo Robert N.
Hall en Physics Today en 1989, presentaba varios ejemplos de ciencia
patológica, indicando que en ellos "no está involucrada la falta de
honradez, pero se llega a resultados falsos por falta de comprensión
acerca de lo que los seres humanos pueden hacerse a si mismos al dejarse
llevar por efectos subjetivos, un pensamiento ansioso o interacciones en
el límite de la percepción", estableciendo sus características en una
célebre "tabla":
1. El máximo efecto que se observa es producido por un agente causante de
intensidad apenas detectable, y la magnitud del efecto es sustancialmente
independiente de la intensidad de la causa.
2. El efecto es de una magnitud que permanece próxima al límite de
detectabilidad; o sea, que son necesarias muchas medidas debido a la
bajísima significancia estadística de los resultados.
3. Pretensiones de gran precisión.
4. Teorías fantásticas, contrarias a la experiencia.
5. Las críticas son afrontadas mediante excusas ad hoc, discurridas de
repente.
6. La proporción entre defensores y críticos asciende a una cantidad
próxima al 50 por 100 y luego disminuye gradualmente hasta el olvido.
Otra interesante aportación es la que realizó Laurence Lafleur, profesor
asociado de filosofía en la Florida State University, durante una
polémica científica sobre las afirmaciones de Velikovski. Lafleur
presentó un artículo en Scientific Monthly en noviembre de 1951, en el
que proponía siete criterios de diagnóstico para diferenciar un
científico revolucionario de un visionario:
1. ¿Es el proponente de la hipótesis especialista en la teoría que
propone reemplazar?
2. ¿Está la nueva hipótesis de acuerdo con las teorías en uso en el campo
de la hipótesis, o, si no es así, presenta razones adecuadas para
realizar cambios, razones de un peso al menos igual al de las pruebas que
sostienen las teorías existentes?
3. ¿Está la nueva hipótesis de acuerdo con las teorías en uso en otros
campos? Si no es así, ¿es consciente el proponente de que está recusando
un cuerpo de conocimiento establecido, y dispone de suficientes pruebas
como para que el cambio que pretende sea razonable?
4. En el caso de que la nueva hipótesis esté en contradicción con una
teoría establecida, ¿incluye o implica la hipótesis una alternativa
adecuada?
5. ¿Encaja bien la nueva hipótesis con las teorías existentes en todos
los campos, o con las alternativas propuestas por ella, formando una
visión del mundo de igual suficiencia que las actualmente aceptadas?
6. Si la nueva hipótesis modifica teorías capaces de predicción o de
precisión matemática, ¿es la nueva teoría igualmente capaz de predicción
o precisión matemática?
7. ¿Muestra el proponente predisposición a decantarse por las opiniones
minoritarias, a citar opiniones individuales opuestas a la visión
general, y a sobreenfatizar la admitida falibilidad de la ciencia?
Ni que decir tiene que Velikovski "pinchó" en todos los criterios,
proporcionando un perfecto perfil de visionario que pretendía ser un
científico revolucionario.
En esta caracterización de la ciencia patológica, resulta de gran valor
un artículo del ya citado Nicholas J. Turro, "Hacia una teoría general de
la ciencia patológica". Sin entretenernos demasiado en él, señalemos que,
al buscar criterios que permitan diferenciar a un científico merecedor de
un Premio Nobel de otro que lo sea de un Premio IgNobel, y tras revisar
la ya conocida tabla de Langmuir, señala la necesidad imperiosa del
requisito de la reproducibilidad de cualquier experimento (siempre dentro
de unos razonables límites estadísticos), haciendo notar que es frecuente
que los científicos patológicos responden al patrón de ermitaños, con
poca o nula relación con colegas o árbitros, lo que redunda en numerosos
errores de observación; por eso, "la bandera roja de la patología debería
ondear rápidamente cada vez que un investigador ofrezca resistencia al
desafío de la reproducibilidad". Otra característica viene dada por la
tendencia a considerar una sola hipótesis explicativa, despreciando la
posibilidad de someter a prueba hipótesis alternativas. Da también un
repaso a las "consideraciones extracientíficas, tales como la atención de
los media, el status profesional, las expectativas de ganar dinero, las
predilecciones ideológicas, la "hubris Nobilicus", y las presiones de
partes interesadas ajenas a la comunidad científica", señalando que todas
ellas son factores de riesgo que pueden llevar al autoengaño. "La
necesidad de financiación tienta incluso al investigador básico más
escrupuloso a exagerar los beneficios prácticos cuando describe su nuevo
trabajo a los potenciales mecenas. El entorno académico actual -que puede
parecerse más a una pecera mediática que a una torre de marfil- ofrece
también al científico amplios canales para hablar al público general, con
un considerable riesgo de malinterpretar el contenido, el propósito y el
potencial de un descubrimiento científico, bien en su esfuerzo por
simplificar la jerga profesional, bien con el altamente contagioso
entusiasmo por una idea no comprobada". Teniendo todo esto en cuenta,
propone a su vez una serie de reglas o pasos prácticos "para evitar que
el ¡eureka! de hoy se transforme en el IgNobel de mañana":
- Generar y probar siempre varias hipótesis plausibles para explicar un
resultado.
- Usar diseños experimentales imaginativos a fin de incrementar la
objetividad y reducir las posibilidades de que las observaciones
iniciales estén viciadas.
- Dejarse guiar por el mejor paradigma posible, hasta que los resultados
obliguen a la revisión del paradigma.
- Ser conservador en los conceptos de significación estadística y margen
de error, especialmente cuando se analicen fenómenos en el umbral entre
señal y ruido.
- Reproducir, reproducir, reproducir.
- Discutir abiertamente con árbitros los resultados sorprendentes, a
través de canales formales e informales, dentro y fuera de la propia
especialidad, y hacer un uso constructivo de las críticas que puedan
surgir.
- Cuando se discuta la investigación con no científicos -especialmente
con aquéllos que llevan cámaras, blocks de notas o libros de cheques-
evitar la tentación de sobreinterpretar los resultados, sobresimplificar
las explicaciones o prometer la luna en aplicaciones prácticas.
- Si posteriores estudios refutan la hipótesis, aceptarlo con gracia y
aprender de la experiencia. No se debe sentir vergüenza de un callejón
sin salida; son inseparables del progreso de la ciencia. Un cierto número
de investigaciones patológicas dio vía eventualmente a otra como la
mecánica cuántica, la cual necesitó unos pocos ajustes en cuanto a la ley
de conservación de masas, pero finalmente resistió las críticas, explicó
resultados que la teoría de Newton no podía explicar, y revolucionó la
física. El mismo proceso de corrección colectiva que refutó a unas
verificó la otra; así es como opera la ciencia y la razón por la que casi
siempre funciona.
- Hacer lo impensable: intentar por todos los medios encontrar fallos en
el experimento o refutar la interpretación. Si haces esto seriamente,
objetivamente y apasionadamente, incluso si encuentras que estabas
equivocado, serás veraz para con tu ciencia, y serás admirado por la
comunidad por tu coraje intelectual y tu dedicación al ethos científico."
Espero haber sido de ayuda.
Saludos,
JM
PS: Aplíquense los criterios a algunos corraleros, y veréis qué guasa...