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[escepticos] ¿Quién teme a los transgénicos?



Este artículo de Jesús Mosterín en el periódico el
País me pareció
en su momento particularmente lúcido y novedoso en
cuanto a los
argumentos que aporta a la discusión sobre
transgénicos (¿ecologismo
transgénico?).
    Espero que os guste y que lo disfrutéis.

Saludos escépticos desde Bilbao.-((;.¬D))))
P.Catalata: Me gustaría dedicarlo especialmente a
Josep, en estos
difíciles momentos de recogimiento espiritual y
mortificación corporal
a través del trabajo en los que se encuentra inmerso,
pues trata un
montón de temas que le son afines.
Copyright © La Corrala 1998-2000 Gargantua-All rights
reserved.
Marco Tulio Cicerón-"Dubitando ad veritatem
pervenimus"-


¿Quién teme a los transgénicos?
JESÚS MOSTERÍN
( 22-03-00)

Si los organismos transgénicos son los que contienen
genes de otras
especies incorporados a su genoma, todos los
organismos son
transgénicos, incluso nosotros mismos, pues tenemos
genes procedentes
de múltiples especies ancestrales. Todos somos el
resultado de una
larga cadena de experimentos genéticos aleatorios,
algunos tan
violentos, chapuceros e intrusivos como los que dieron
lugar a la
célula eucariota, cuyas mitocondrias aún portan genes
de bacterias
todavía por incorporar. La evolución biológica se basa
en la
interacción de un mecanismo de creación de diversidad
con otro de
filtro y selección. Nosotros llevamos 10.000 años
interfiriéndonos en
el segundo mecanismo mediante la selección artificial
y unos pocos en
el primero mediante la ingeniería genética. ¿Hay razón
para alarmarse?

Hay tres razones concebibles para alarmarse ante un
nuevo alimento:
(1) porque represente algún peligro para la salud
humana;
(2) porque haga sufrir a algún animal sensible; o
(3) porque disminuya la biodiversidad de la biosfera.

Las plantas naturales pueden contener todo tipo de
toxinas y venenos
letales. Piénsese en setas como Amanita phalloides o
en venenos
mortíferos como el curare, usado por ciertos
amerindios para
emponzoñar las puntas de sus flechas. También las
nuevas variedades de
plantas transgénicas artificiales podrían tener
efectos patógenos, por
lo que deben ser sometidas a las pruebas habituales de
inocuidad. De
hecho, no se conoce un solo caso de planta modificada
genéticamente
que haya supuesto un problema para la salud humana. Lo
que sí ha
producido graves y repetidos problemas ha sido la
ganadería abusiva,
desde la enfermedad de las vacas locas inglesas hasta
las dioxinas de
los pollos belgas. Pero argumentar a partir de ahí
contra las plantas
y semillas transgénicas como comida de Frankenstein es
confundir la
gimnasia con la magnesia.

Hay que evitar la crueldad para con los animales,
capaces de sufrir
como nosotros, y por ello hay que rechazar los
establos de
concentración y las baterías de gallinas. Sin embargo,
las plantas
carecen de sistema nervioso y, por tanto, no pueden
sufrir. Desde este
punto de vista de la ética de la compasión, no hay
límite alguno a la
creación de nuevas variedades de plantas por
ingeniería genética.

En la perspectiva de la ética ecológica, la
conservación de la
biodiversidad de nuestro planeta es un valor supremo.
El mayor enemigo
de la biodiversidad es la agricultura. Cada vez que se
rotura un
bosque tropical para plantar trigo o arroz o pastos,
una comunidad
rica y diversa de múltiples especies distintas es
brutalmente
sustituida por la monótona uniformidad del cultivo
agrícola. De todos
modos, también queremos comer. Por tanto, hay que
sacrificar ciertas
tierras, dedicándolas a la agricultura, y conservar la
biodiversidad
en otras, preservadas en su estado natural. Cuanto más
eficiente sea
la agricultura, más alimentos podrá producir por
hectárea cultivada y
tanta mayor superficie natural permitirá conservar. En
la medida en
que ciertos cultivos transgénicos incrementen el
rendimiento agrícola,
tanto mejor para la naturaleza. La extensión de esos
cultivos en
Estados Unidos ha coincidido con una reducción del
suelo agrícola y un
incremento de los bosques.

En mayo de 1999 un grupo de la Universidad de Cornell
anunció en
Nature que el maíz transgénico Bt incrementa la
mortalidad de la
mariposa monarca. Los biólogos inmediatamente
manifestaron su
escepticismo sobre esos resultados, dado el mal diseño
del
experimento. No se había hecho ningún estudio de
campo, limitándose a
forzar a las mariposas a alimentarse de polen de maíz
en el
laboratorio, cosa que no hacen en la naturaleza. Luego
se ha
comprobado que la mortalidad de las mariposas monarcas
se incrementa
siempre que se las obliga a comer polen de maíz, tanto
si éste es
génico como transgénico. De hecho, en los últimos dos
años, mientras
los cultivos de maíz transgénico Bt se han
multiplicado por toda la
ruta de la emigración de las mariposas monarca, el
número de éstas se
ha incrementado. El propio equipo de Cornell se ha
retractado de sus
conclusiones iniciales.

Desde luego, el mundo actual nos ofrece mil motivos de
alarma, pero
los cultivos transgénicos no parecen ser uno de ellos.

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Jesús Mosterín es catedrático de Filosofía, Ciencia y
Sociedad (CSIC).



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Saludos escépticos desde Bilbao.-((;.¬D))))
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