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[escepticos] MAGIA, BRUJERIA, SATANISMO Y PERVERSION EN EL ARTE CONTEMPORANEO



    Hace poco hemos mantenido una discusión en torno al tema de las
relaciones entre el Esoterismo y el III Reich, así como de las nuevas
relaciones establecidas con otros regímenes (versus el Serbio) basados
en el culto a la personalidad de sus dirigentes.
    Pues bien, rebuscando sobre el tema, me he encontrado con este
texto, realmente interesante, en el que se propone otra línea de
pensamiento esoterista que, dicho sea de paso, siempre me había
llamado la atención; a saber: el que mantienen aquellas personas
relacionadas con determinados círculos artísticos con el esoterismo y
con la utilización de determinadas sustancias psicotrópicas (recuerdo
en concreto cuando salió hace tiempo el tema de los actores y sus
inclinaciones, como norma general, hacia la magufería).
    Espero que os guste.

Saludos escépticos desde Bilbao, Capital del mundo mundial y
alrededores.-((;.¬D))))
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Marco Tulio Cicerón-"Dubitando ad veritatem pervenimus"-

La extraña "corte" de Salvador Dalí:

Gala, Amanda Lear, Andy Warhol, Jodorowsky,
Giger, Felini, Passolini, los Rolling...

MAGIA, BRUJERÍA, SATANISMO Y PERVERSIÓN EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO


El Tarot atribuido a Dalí es uno de los que han experimentado más
difusión en los últimos diez años; sin embargo su origen es
prácticamente desconocido y llama la atención que, si bien goza de una
difusión extremadamente amplia muy pocos especialistas en cartomancia
lo utilizan; es habitual entre estos calificarlo con unas palabras tan
reiterativas como definitorias: el "Tarot Dalí" no tiene "buenas
vibraciones", "hay algo en él que es negativo, extraño". No ha faltado
quien nos lo definiera como "satánico".

El "Tarot Dalí" es el producto de un entorno artístico y cultural en
el que lo frívolo, las perversiones eróticas, las supersticiones, el
gusto por la magia y la brujería, las mancias e incluso el satanismo,
se dan cita. En su época se llamó a este ambiente "la corte de Dalí".

GALA Y LA CARTOMANCIA

Es suficientemente conocido que muchos surrealistas eran grandes
aficionados al Tarot; Gala creía firmemente en la capacidad
adivinatoria de las cartas y en la suya propia. Para ella no se
trataba de un juego, ni mucho menos de una distracción: era el patrón
a través del cual analizaba su vida y la de Dalí día a día, actuando
en consecuencia según el dictado de los naipes. Gala generó en Dalí el
interés por las cartas del Tarot, hasta el punto de que el pintor se
dejaba dirigir por las predicciones que Gala diariamente le realizaba
al despertar.

El surrealismo ya había manifestado un interés cierto por el Tarot.
Bretón mismo lo había loado e incluso durante los primeros meses de la
Segunda Guerra Mundial él y un grupo de acólitos diseñaron un "Tarot
Surrealista" repleto de los símbolos y nombres habituales a este
corriente.

Se ha dicho que la afición de Gala -y su dependencia- al Tarot
procedía del ambiente parisino en donde en los años 20 y 30 era
posible encontrar un adivino en cada esquina; posiblemente un amigo de
René Crevel, amigo íntimo de Dalí, le ayudó a dar los primeros pasos
en este terreno, posiblemente se tratase de algún amigo de René
Crevel; no hay datos fiables sobre esto.

La hermana de Gala afirma que ésta aprendió a tirar el Tarot en Rusia.
Cuando Gala se enamoró del poeta Paul Eluard en el sanatorio suizo de
Clevedel ya sería -siempre según esta versión- una consumada
tarotista. El mismo sobrenombre de Gala, procedería también de sus
años de juventud. También es cierto que Gala procedía de Rusia, de
Kazán, donde existían fuertes asentamientos gitanos; ella misma solía
enfatizar su supuesto origen gitano -en otras ocasiones, también con
evidente falsedad, se hacía pasar por judía- para justificar su
destreza en el manejo del Tarot.

Cuando conoce a Dalí y se une a él ya dominaba la cartomancia. El
pintor era el primero en reconocer sus méritos e infalibilidad;
cuarenta años despues de encontrarse y de que Gala cotidianamente le
realizara sus predicciones, Dalí comentó a Amanda Lear: "Gala lee muy
bien las cartas; un día de tirará el Tarot; es extraordinario". Y
efecticamente llegó el día en que se las tiró; si hemos de creer el
testimonio de Amanda Lear, acertó plenamente: "-conocerás a un hombre
joven que te seducirá por su gentileza"... y así fue, en efecto.

Y es que, en definitiva, como veremos, la historia del "Tarot Dalí"
pasa por Amanda Lear.

LA INSPIRACION ANDROGINA: AMANDA LEAR

Por esos tiempos Amanda empezaba a frecuentar la "corte" de Dalí en
París. Era 1965 lo más duro del rock se polarizaba en torno a los
"Rolling Stones", con algunos de cuyos miembros Amanda Lear tenía una
estrecha amistad. Fue sin duda su aspecto ambiguo y otros extremos de
su físico los que despertaron una irresistible atracción en Dalí; por
lo demás, Amanda Lear aprendió pronto los resortes psicológicos del
pintor y los supo explotar mientras tuvo necesidad.

Amanda Lear estudiaba Bellas Artes en Londres en el otoño de 1965 y se
ganaba la vida como modelo de una agencia parisina. La directora de
esta agencia era amiga de Anita Pallemberg, compañera sentimental del
"Rolling Stone" Brian Jones, mientras Amanda Lear estaba ligada a
"Tara", un amigo de éste. Fue en el curso de una cena en "Chez Castel"
cuando Brian Jones, "Tara" y Amanda, coincidieron con la "corte" de
Dalí, a uno de cuyos invitados conocían. Es Amanda quien nos describe
la escena: "Estaban sentados en una larga mesa presidida por Dalí,
sentado en una especie de trono y rodeado de cortesanos, jóvenes
preciosos y favoritas".

Dalí inmediatamente se sintió atraido por el físico de Amanda, alta,
extremadamente delgada, de rostro agresivo: "?Amanda? Es bonito, no
teníamos ninguna Amanda en la corte" y al día siguiente les cita para
comer; ya desde esa primera cita se evidencian los motivos por los que
atrae la atención de Dalí: "Tiene usted una buena calavera" opina y
dice a los otros: "mirad la buena calidad del esqueleto de Amanda".
Luego Dalí les explicará que, en su concepción, el esqueleto es lo más
importante, ?motivo? "es lo que queda tras la muerte". Sin más
preámbulos le pregunta si es lesbiana: "Todas las mujeres son un poco
lesbianas y todos los muchachos pederastras, como seguramente su
amigo, como todos los ingleses de buena calidad".

EL ENTORNO DE DALI. ANDY WARHOL

Dalí en aquella época parecía muy alejado de su período místico,
estaba subsumido en un universo extraño, rodeado de personajes que muy
poco le podían aportar, frecuentemente advenedizos o simplemente
gentes que le ayudaban a satisfacer en alguna medida sus obsesiones
voyeristas. Había poca gente capaz de enseñar algo nuevo al pintor de
Cadaqués. Todavía no conocía a René Thom; el filósofo neoluliano
Francesc Pujols estaba muy anciano y retirado a su "Torre de las
Heures" en Martorell y el noble rumano Matyla Ghyka, con quien le unió
una buena amistad y el común interés por el "Número de Oro" y la
"Divina Proporción" pitagórica, ya había fallecido.

En la "corte" empezaban a prodigarse algunas polémicas figuras del
entorno de Andy Warhol: Isabelle Dufresne, a la que Dalí había apodado
"Ultra-Violet", y que era uno de los polos de atracción, y en algún
momento Candy Darling, travestí particular de Warhol, muerta de cáncer
de colon a los pocos meses y a cuyo entierro Dalí envió un suntuoso
ramo de flores. Amanda Lear, más adelante, estrecharía sus vínculos
con Warhol y volaría hasta la "Factory" de éste en Estados Unidos,
verdadero centro de sus actividades artísticas. Desde allí Warhol
dirigía la revista "Interview" en uno de cuyos números entrevistó a
Dalí que aparecía en portada junto a Gala.

Warhol en aquellos tiempos, como Amanda, frecuentemente tomaban LSD y
tenían muchos puntos en común. Dalí no aprobaba enteramente esta
adicción, frecuentemente decía que el suyo era un poder alucinógeno
superior al LSD y sin necesidad de consumirlo. En cualquier caso se
diría que Dalí había encontrado en Warhol una especie de alma gemela
muchos de cuyas preferencias sexuales compartía. Luego veremos como en
el entorno parisino de Dalí a mediados de los años 60, un contingente
notable procedía del ambiente rockero más problemático mientras que
otro estaba formado por los colaboradores y amigos de Warhol.

EL SEGUNDO AMOR EN LA VIDA DE DALI

Pocos días después de su primer encuentro, Dalí tiene ocasión de ver
el pie desnudo de Amanda Lear; no puede contenerse y muestra su
sexualidad fetichista tal cual es: se abalanza sobre el hermoso pié;
arrodillado, lo elogia y destaca su clasicismo -el dedo índice más
largo que el pulgar- para luego besarlo durante un interminable lapso,
jadeando de manera entrecortada y visiblemente alterado: "... estas
cosas me causan una terrible impresión", se justifica Dalí, para
declararle finalmente "Os amo, es una verdadera pasión, os amo cada
vez más". Amanda extrañada recuerda: "[todo aquello] me pareció más
una manifestación de fetichismo que un acto de amor". Pero el episodio
es importante: Dalí, por segunda vez en su vida, declara su amor; tras
Gala es Amanda Lear, el único ser del que se sentirá verdaderamente
enamorado.

Dalí pintó a Amanda Lear en varias ocasiones desnuda y conocía
perfectamente el secreto de su sexualidad. Aunque, tras haber
alcanzado un cierto nivel de popularidad, negó siempre su travestismo,
lo cierto es que basó su promoción artística precisamente en la
ambigüedad sexual.

Cuando el semanario sensacionalista de extrema-derecha, "Minute",
desvela que Amanda Lear es un transexual vietnamita, Dalí, no le
reprocha absolutamente nada, sino que elogia esta condición: "Deberías
de estar orgullosa, querida, ahora todo el mundo estará doblemente
intrigado y te hará la corte. Por lo demás !es cierto? no eres ni
chica, ni muchacho. Ya te lo he dicho: eres angélica, un arquetipo".
Para Dalí la palabra "angélica" tenía el significado equivalente de
hermafrodita y andrógino.

La asociación paranoica angélico-andrógino deriva ya de sus tiempos
infantiles. Cuenta Dalí que un día sus tíos le obsequian con un
disfraz de rey, capa de armiño, corona de oro y cetro blanco
incluidos; se los prueba, la suavidad del armiño y la peluca le
inducen a desnudarse esa noche ante el espejo; ve que algo sobra, que
no entiende para qué puede servir y oculta sus partes entre los
muslos, luego se mira satisfecho. Asocia su autodivinización a este
impulso hacia la androginia del que la anécdota de su infancia da
constancia y que luego reflejará en varios cuadros.

Este impulso vuelve a salir a la superficie en el momento en que
siente el flechazo por Gala en 1929. Se enamoró, no de su feminidad,
sino de la masculinidad de su espalda que reproducirá en varios
cuadros. Pocos años después experimenta una sensación similar hacia la
figura de Hitler del cual le excitan particularmente sus "fascinantes
caderas blancas y rollizas"; la svástica le empieza a causar
alucinaciones paranoicas: "estaba hasta tal punto obsesionado por la
svástica que concentré mi delirio sobre la personalidad de Hitler que
se me aparecía siempre en mi fantasía como mujer". A medida que Hitler
gana poder y peso, la obsesión aumenta hasta alcanzar su punto álgido
hacia 1935 cuando confiesa estar "obsesionado por la carne rolliza de
Hilter, la más divina carne de una mujer de cutis blanquísimo".

Estas alucinaciones le satisfacen y se recrea en ellas, acaso porque
como dice, es el momento en que "por fín rozo la locura".

DE LOS ROLLING A SACHER-MASOCH

A los pocos meses de haber surgido el idilio entre Dalí y amanda Lear,
el compañero de ésta, "Tara", se mata en accidente. Amanda conoce a
Marian Faithfull, que procedía de una antigua familia austríaca cuyos
orígenes se remontaban a las profundidades de la Edad Media. Pero no
sería ninguno de sus más remotos antepasados, sino uno de las últimas
generaciones quien más daría que hablar, Leopoldo Sacher-Masoch, una
de cuyas descendientes, Eva Sacher-Masoch se enamoró de Lord Glyn
Faithfull, profesor de lenguas muertas, con quien se casó en 1946.
Marian nació un año después.

Cuando tenía 17 años, el consumo de droga era prácticamente legal en
el Reino Unido, bastaba una receta para conseguir todo tipo de
barbitúricos y unas pocas libras para proveerse de una dosis de LSD.
La cocaina costaba 50 libras el frasco y había para varias dosis. En
1964 los Beatles acababan de filmar "Help" y ya resultaba evidente que
parte del rodaje se había realizado bajo los efectos de la marihuana.
Ligada sentimentalmente a Mick Jager, líder del grupo, la Faithfull
atravesó con él el infierno de la droga hasta que ella intentó
suicidarse en Australia. Poco antes, el amigo de Amanda Lear, Brian
Jones aparecía el 3 de julio de 1968 flotando en su piscina. Una
sobredosis de "salbutanol" había acabado con su vida.

En aquel tiempo, según recuerda Amanda Lear, los hippies, juraban por
el nombre de Dalí y muchos estaban convencidos de que el pintor era un
habitual de la marihuana y el LSD y, en cualquier caso, el profeta de
la nueva era. El pintor no hacía sino alimentar esas esperanzas: la
túnica blanca que solía lucir en la época y las flores de jazmín que
llevaba desde siempre prendidas al pelo en sus veranos de Cadaqués, le
habían convertido en una especie de precursor del movimiento hippie.

Pero detrás de toda esta coreografía de flores y efluvios fraternos se
cocía una realidad muy distinta en donde las perversiones sexuales
ocupaban un lugar privilegiado. El Dalí voyerista tenía su equivalente
en el "Rolling" Brian Jones que pagaba por ver números lésbicos entre
prostitutas marroquíes y su novia Anita Pallemberg, la otra amiga de
Amanda Lear. En una ocasión la Pallemberg se negó y Brian no duda en
golpearla con tal dureza que lacera sus carnes con el látigo. Pero ese
sadismo está teñido también -como en el caso de Dalí- de una
componente masoquista. Con frecuencia Brian Jones le pedía a Anita que
representara el papel dominante y lo azotase, cosa que ella hacía
gustosa. En cuanto al fetichismo y al travestismo, Brian solía pedir a
su novia que lo disfrazara de Françoise Hardy, la cantante francesa,
alta, delgada y de cierta dureza y masculinidad de facciones, que
hacía de ella otro modelo tan andrógino como podía ser Amanda Lear
para Dalí.

Bien es cierto que Brian Jones requería de la droga para estimular sus
alucionaciones mientras que a Dalí no le era necesario descender a
esos terrenos. Brian, frecuentemente, al consumir LSD, veía monstruos:
"?Puedes verlos? Son terribles, salen del armario", decía asustado.
Las cucarachas negras que se le aparecían tienen su equivalente en los
saltamontes de las alucinaciones dalinianas.

¿EL TAROT DE DALI O TAROT DE AMANDA?

En el verano de 1966 llegó a Cadaqués el productor de la serie "James
Bond", Harry Broccoli con una propuesta para Dalí. Broccoli estaba
proyectando un nuevo film de la serie que llevaría el título de "Live
and let die" que discurriría en un ambiente de brujería y magia negra.
Dalí debería de proyectar unas cartas del tarot que aparecerían en el
film y posteriormente serían comercializadas.

El proyecto no llegó a buen puerto -como otros proyectos del mismo
estilo- por la suma astronómica exigida por Dalí. Fue precisamente
Amanda Lear quien gestionó directamente este tema con Broccoli hasta
que, finalmente, las negociaciones se rompieron en Londres. Pero
llegado a este punto Dalí ya había hecho algunos bocetos y elaborado
ciertas ideas que utilizaría Amanda Lear para componer lo esencial del
tarot que conocemos como el "Tarot Dalí".

En realidad Dalí se limitó a entregar unos cuantos libros de arte a
Amanda Lear quien provista de unas tijeras y después de aprender
durante unas semanas el significado de las cartas y su lectura,
realizó los collages sobre los que Dalí se limitó a dar unas
pinceladas rápidas y estampar su firma. El peso del trabajo recayó
luego sobre el diseñador gráfico y el grabador quienes dieron a las
cartas la forma, el marco y el dorso que conocemos. Así pues, a decir
verdad, el "Tarot Dalí" debe tanto a Dalí como a Amanda y ambos son en
buena medida responsables del carácter siniestro que muchos
especialistas han advertido en sus cartas.

LA NEUROSIS SEXUAL DE DALI

A principios de los años 60 la personalidad de Dalí sufrió una
regresión en relación a su etapa anterior: parece como si su "período
místico" (mediados de los años 40 y todos los 50) hubiera sido
desbordado por un impulso hedonista y frívolo que se apoderaría de lo
esencial de su personalidad en los siguientes veinte años. En esas
fechas aparece la "corte" de Dalí a la que aludía Amanda Lear en su
relato, gusta verse rodeado de aduladores a quienes, en realidad,
desprecia y que muy poco le pueden aportar, como no sea una
satisfacción de sus impulsos eróticos más aberrantes. Amanda Lear es
uno de estos personajes que Dalí convierte en fetiche.

No es la única de este género. Marina Lusato, otra "daliniana" de la
época, pasada luego a crítica furibunda contra el pintor nos describe
como se vió envuelta en una experiencia alucinante: los ayudantes de
Dalí habían preparado un largo tubo de tela granate, sujeto al techo
con anillas de plástico, que Marina Lusato debía cruzar desnuda. Se
adentró en el tubo reptando, gimiendo, agobiada por la estrechez del
espacio y por la dificultad para alcanzar la meta, desesperada,
angustiada y claustrofóbica; Dalí le explicó finalmente que había
conseguido invertir el proceso biológico del parto; "en vez de salir
un hombre del útero femenino, una mujer acaba de nacer del falo".
Marina Lusato a partir de ese momento no tuvo la menor duda que muchas
de las supuestas excentricidades de Dalí no eran tales, sino
simplemente manifestaciones de una muy aguda neurosis sexual.

Pues bien, esta neurosis se fue acentuando con el paso de los años y
alcanzó sus más altas cotas en la década de los 60 coincidiendo
precisamente con el ascenso del movimiento hippi y con la aparición de
una nueva moral sexual y un relajamiento de las costumbres traida por
fenómenos tan diversos como la aparición de la minifalda, el gran
momento del rock, la contestación estudiantil, la píldora, el
nacimiento de la contracultura y el underground, etc.

CON URI GELLER: ESPIRITUALIDAD, SUPERSTICIO, MAGIA

Hacia finales de los años 60 y durante todos los 70, el vidente y
paragnosta judío Uri Geller viajó por el mundo sorprendiendo por su
capacidad para regenerar relojes aparentemente estropeados, para
doblar cucharillas de café, etc, capacidades propias de cualquier
espectáculo de "music-hall", pero que fueron presentadas como
derivadas de sus supuestos "poderes psíquicos".

Uri Geller fue a ver a Dalí en Barcelona y en su presencia dobló una
cucharilla y varios pequeños objetos metálicos. Esto era mucho más de
lo que Dalí podía soportar; los ojos negros y penetrantes de Geller le
ponía nervioso y sentía como le restaba capacidad de concentración.
Para colmo Geller fue capaz de describir los objetos que se
encontraban en la habitación de Amanda, con la precisión de alguién
que los había visto; finalmente le bastó tocar una casette en la que
ésta tenía grabada una de sus últimas canciones para predecir que
sería un éxito, así como de tararear una melodía del mismo disco
compuesta por ella y que nadia más conocía... Dalí simuló escepticismo
ante todos estos fenómenos, pero lo cierto es que Uri Geller le
impresionó. Dijo a uno de su colaboradores: "- Es temible este
patatovski. Sus ojos me aterrorizan".

MAGIA Y SUPERSTICION

No es en la única ocasión en que el pintor evidencia rasgos
supersticiosos. Frecuentemente la búsqueda de la verdadera
espiritualidad si resulta frustrada deriva por el camino de la
hechicería o la superstición y éste último es el caso de Dalí.
Alardeaba de haber encontrado en unos de sus primeros paseos con Gala
por las playas de Port Lligat el resto de un naufragio del que
desprendió un par de astillas que siempre la pareja llevaba consigo:
"No lo abandono nunca, protege de todos los males" decía Dalí a Amanda
tendiéndole la miserable madera: "Tenga, béselo". Amanda no pudo sino
experimentar una cierta repugnancia ante aquella hastilla pútrida que
Dalí conservaba siempre envuelta en seda. Fue precisamente tras morir
Gala cuando Dalí recibió por última vez a Amanda, en plena oscuridad,
para evitar que viera su deterioro físico y solo con la promesa de que
no haría ninguna declaración a la prensa. Amanda le dijo simplemente
"os he amando tanto...", "yo también" respondió Dalí y le entregó un
objeto envuelto en seda: era la madera que Gala había llevado consigo
durante 50 años, el talismán de la suerte.

Así mismo se sabe que Dalí tenía una prevención total hacia el color
verde: "!Ah el verde? !nunca el verde?" solía decir.

La gran amiga de Gala, la pintora argentina Leonor Fini, era,
igualmente, amiga de la magia y creyente sin reservas del Tarot y la
Astrología. Solía discutir con Dalí sobre estos temas. La Fini le
recordó en cierta ocasión que él también era un "creyente": "La magia,
si... es necesario leer a Lulio, las recetas de magia cotidiana, de
Giambattista della Porta, el hermetismo e incluso Freud...[la magia]
es la religión más primitiva y antigua que existe. El hombre tiene
siempre necesidad de magia. La superstición es la aplicación de la
magia a la vida cotidiana".

CON PASOLINI Y FELLINI. DOS FATALIDADES SEXUALES..

Hemos comentado muy de pasada las relaciones entre Dalí y Andy Warhol
y los múltiples aspectos comunes de sus carácteres y las tendencias
que compartían. Máximo representante del pop-art, Warhol era un
artista particular. Consideraba su arte como una industria, no en vano
llamo a su taller "the factory", y sus producciones a pesar de ser muy
apreciadas por la jet-set evidenciaban una vulgaridad buscada, querida
y deseada por el autor. Recuérdese su repetición obsesiva de la lata
de sopas Campbell por no hablar de sus serigrafías repetidas hasta el
infinito, con leves variaciones de color, de Marilyn Monroe, Elvis
Presley, o sus copias de comics de pésima calidad gráfica como Dick
Tracy. Con Warhol la vulgaridad y habitualmente lo zafio penetran en
las casas de los magnates de la industria y adornan sus paredes.

Al margen de su valoración estética que el tiempo se encargará de
situar en su justa dimensión, el entorno de Andy Warhol estaba
constituido por hijos ociosos de familias notables a quienes nunca les
había faltado dinero para el consumo de alucinógenos, sexualidad
ambigua, snobismo, gusto por la provocación, amoralidad y
publics-relations con unos críticos, que en buena medida pertenecían a
éste mismo ambiente. Aun a riesgo de parecer conservadores en nuestras
opiniones -que no lo somos- hemos tenido la sensación de que en el
entorno de Warhol existía algo enfermizo, decadente y degradado. Es la
misma sensación que hemos tenido ante algunos aspectos de Dalí y es
precisamente esta tendencia la que hizo que ambos personajes
sintonizaran a la perfección. Pero no fueron solamente Dalí y Warhol
quienes tuvieron puntos decadentes en común. Hace falta seguir la
pista de otros notables personajes del mundo de las artes que también
se aproximaron en algún momento de su vida a Dalí. Vamos a citar dos
en concreto: Pier Paolo Passolini y Federico Felllini.

Una parte muy notable de la producción de Passolini está invadida por
la estética de lo desagradable; en los años 70 esta vocación era muy
apreciada por los críticos como una forma de provocación. Ubicado en
la izquierda ultraprogresista, este ambiente afirmaba que Passolini no
hacía otra cosa que provocar a la burguesía conservadora, echándole en
cara sus vicios más degradados desde una saludable alegría de vivir.
Pero todo esto era un espejismo momentáneo y hoy varios filmes de
Passolini al ser nuevamente visualizados adquieren un carácter
desagradable, decadente y pervertido.

Passolini tras acabar su infame "Saló o los 120 días de Sodoma"
recurrió a Dalí para que éste le realizara el cartel anunciador de la
película. Si no lograron ponerse de acuerdo fue, una vez más, por las
exigencias astrónomicas del pintor en materia económica; pero no
albergamos ninguna duda que la estética de la película satisfizo
profundamente al pintor. Passolini, además, compartía con Dalí la
afición por las deformidades y no dudó en colocar en algunas de sus
películas jorobados, enanos, etc.

Federico Fellini, otro amigo de Dalí, tenía unas tendencias
relativamente similares, pero limitadas a la hipermastia. En efecto,
los senos femeninos desmesurados le atraían irresistiblemente, hasta
el punto de que cuando Amanda Lear le sondeó para ser contratada en
una de sus películas, Fellini la disuadió con unas palabras cariñosas
pero significativas: "Eres bella, muy bZXC ella. Comprende... busco
mujeres de 150 kg., enanos y monstruos, no rubias hermosas".

Ese mismo gusto por lo "freak" llevaba a Dalí, cada vez que visitaba
Barcelona, a ver espectáculos de "revista" en el Paralelo. Le atraían
sobremanera las "Chicas de Colsada", espectaculares, exuberantes
todas, alzadas en unos tacones increibles que acentuaban su, ya de por
sí notable altura; ante ellas se encuentran hombres débiles y
frecuentemente ridículos, pequeños, esqueléticos, de los que el bueno
de Luis Cuenca es el paradigma. No era precisamente un par de horas de
diversión lo que Dalí encontraba allí, sino la dramatización en forma
de revista musical de su concepción de la sexualidad, la vida y el
mundo: un mundo dominado por lo femenino y subordinado a ello. Dalí,
siempre fue el primero en dudar de su propia virilidad.

Diríase que la tensión mística que evidencian los dos famosos cuadros
de las "madonas de Port Lligat", o la "Ultima Cera" o "El Cristo de
Cadaqués", no ha desembocado en una experiencia interior de liberación
del espíritu. Es entonces cuando la mujer mística para él se convierte
en la amazona, la mujer viril y guerrera, luchadora e irrespetuosa
para con el principio viril al que solo desea humillar y derrotar,
tema este resuelto, no solo en los espectáculos del Teatro Apolo, sino
en las experiencias y pulsiones masoquistas del propio Dalí y en las
constantes infidelidades de Gala ("Soy el rey de los cornudos"
alardeó).

ALIEN EN PORT LLIGAT

Este retablo de artistas contemporáneos que conocieron y trataron a
Dalí no estaría del todo completo sino aludiéramos a H.G. Giger, cuyo
salto a la fama se produjo tras el rodaje de la película "Alien, el
octavo pasajero", película que le reportó el oscar por "best
achievement for visual effects" en la edición de 1980. Cuando eso
ocurre Giger tenía tras de sí una larga, siniestra y extraña historia
como artista.

Nacido en Suiza en 1940, confiesa en su autobiografía que ya desde
pequeño huía de la luz del sol y le interesaban solo los lugares
oscuros y lobregos, "tan pronto como pude hacerlo solo, empecé a
vestir de negro" añade y luego recuerda que el lugar en el que mejor
pasaba sus momentos de infancia era "bajo una mesa, el más oscuro de
toda la casa".

Sus impresiones de infancia le marcaron profundamente en especial el
Cristo sangrante y agónico ante el cual los niños de su colegio debían
rezar. Pero, al igual que el protagonista de "La Naranja Mecánica" de
Kuprick, no siente dolor por el sufrimiento de Cristo, sino una
especie de satisfacción sádica. Este sadismo infantil lo reaviva en la
escuela. Solían desplazarse a una colina donde años antes ahorcaban a
los reos y allí jugaban a los caballos, escribe al respecto: "Tía
Grittli repartía a cada pareja de niños arreos de caballo y un látigo.
Por supuesto, el caballo siempre eran las niñas. Muy pocas veces era
al revés y yo disfrutaba con anticipación de los maltratos y los
latigazos" añade: "Era una pena que no estuviese muy bien visto
pegarle a las niñas"...

Su padre era farmacéutico en un tiempo en el cual aun se utilizaban
sanguijuelas para realizar sangrías. El joven Giger observaba con
deleite estos animales que luego debía repartir a unos y otros
clientes; cuenta como las trataba primorosamente sabiendo que su
destino es chupar sangre. La siguiente muestra de neurosis sexual en
Giger es su afición hacia los revólveres. De pequeño fabricaba balas
de plomo con los moldes que su padre utilizada para hacer
supositorios. Llamaba a esto "mi trabajo de alquimia". Desde esas
lejanas fechas siempre le gustó posar disparando. Inútil recordar que
el revolver ha aparecido en ciertos enfermos mentales como evidencia
de un complejo de castración. Explica al respecto: "Acerca de las
pistolas y los revólveres o se piensa muy negativamente por ser
portadores de la muerte, o lo fascinan a uno, como me sucedió a mí
cuando tenía ocho años".

En 1957 aparecen sus primeros dibujos que bien podría haber firmado
Dalí y que coloca en su "cuarto oscuro", una habitación íntima que
decora a su antojo con escenas absolutamente espectrales y siniestras.
Más adelante descubrirá las posibilidades de la fotografía para fijar
la realidad; en ese período sus preferencias se van orientando hacia
lo sórdido, deforme, fálico y visionario. Llegará a encargar un
carpintero que le arme una guillotina de tamaño natural. Y anota en
sus recuerdos: "... de pronto me pareció aburrido decapitar los
maniquíes que tenía en mi cuarto oscuro. Ya que eran de plástico,
después de arrancarles la cabeza, hubiese podido volver a
colocársela". Sus lecturas favoritas eran "El fantasma de la ópera" y
"El gabinete de las figuras del Museo de Cera".

A partir de 1966 se interesará por Lovecraft e incluso ilustrará una
edición de "El Necronomicrón", libro imaginario que el novelista
americano incluye en muchos de sus relatos, atribuido por él, al
"árabe loco Abdul Al-Hazred". Se interesa por Lovecraft y busca datos
sobre él y sobre el origen de sus "mitos de Cthulhu": "... llegué a un
escritor de Nueva Inglaterra (EEUU) que poseía una buena biblioteca de
esoterismo, heredada de su padre, que había sido miembro de una logia
egipcia". Evidentemente alude a una logia dependiente del Rito de
Menphis-Misraïm.

La muerte le provoca estímulos agradables: cuando vé a un
espantapájaros realiza una asociación paranoico-crítica al más puro
estilo daliniano y cree haber visto a un hombre empalado. Pero la
mayor de las impresiones se la provoca una foto real, la que le
muestra un amigo sobre la tortura a la que fue sometido el asesino del
emperador de China en 1904: "Habían empalado a la víctima en un madero
y la chusma que lo rodeaba le ccortaba lentamente miembro por miembro.
No podré olvidar nunca su cara deformada por el dolor". El mito de
Drácula le seduce en demasía, pero no una versión cualquiera del film
sino solamente "exceptuando "Nosferatu", la versión de Andy Warhol,
"Drácula"". A este respecto quizás sea el momento de recordar que
Amanda Lear fue lanzada publicitariamente como "cantante transexual
nacida en transilvania".

ALEJANDRO JODOROWSKY: DIBUJANTE Y KHABALISTA

En 1975, Giger viajará a Port Lligat junto con su novia, justo en un
momento en el que Amanda Lear se encontraba allí. Había entablado
relación con el pintor a través de Bob Ventosa, un norteamericano, que
cultivaba el estilo realista-fantástico, asentado en Cadaqués y que
frecuentaba a los Dalí. Dalí, por esas fechas, ya conocía la obra de
Giger que le llamaba poderosamente la atención convencido de que se
trataba de un alma gemela. Por entonces Alejandro Jodorowsky trabajaba
en el proyecto de una película, "Dune", basada en la novela del mismo
título y pretendía que Dalí y Amanda Lear participaran en el reparto
con los papeles de el emperador y su hija. Una serie de circunstancias
aparcaron el proyecto temporalmente y finalmente decidieron prescindir
de Dalí.

Jodorowsky, a todo esto, atravesaba una época dominada por un
seudo-misticismo cabalístico -en la que todavía sigue- que le llevó a
redactar los guiones excepcionalmente retorcidos y opacos que luego
Moebius llevó a comic con el nombre de "El incal luz", "El incal
negro", "Lo que está arriba..." (alusión a la primera frase de la
Table Esmeraldina: "lo que está arriba es como lo que está abajo"),
etc. en donde las influencias del Tarot y de la cábala hebrea son
evidentes. El protagonista de estos relatos es, por lo demás, un tal
"Jhon Deefool", síntesis del nombre del célebre alquimista inglés Jhon
Dee y de la primera carta del tarot, The Fool...

Giger en Port Lligat fue presentado por Dalí a Gala como un
"especialista en monstruos y nightmares". Gala opinó que "yo solo
llevaba una máscara, puesto que mi mundo pictórico encajaba
perfectamente conmigo mismo y con mi personalidad interna. Acto
seguido empezó a contarme su vida. Renegaba de la maldad del mundo. De
verdad Gala fue una de las mujeres más impresionantes que he conocido
en mi vida". El proyecto de "Dune" no progresó, Jodorowsky contrató al
dibujante Voss (originario del grupo "Metal Hurlan", como Moebius) y
Giger se vió excluido de la película de David Lynch que finalmente se
rodó y estrenó con moderado éxito.

GIGER Y EL CULTO SATANICO

Giger volvió a Suiza dejando a su novia en Port Lligat. Dalí la
propulsó hacia el mundo de las modelos y la incluyó en su corte de
incondicionales. Luego intentó casarla con un hippi: "quería celebrar
en persona la boda y luego vigilar los consiguientes rituales".
Sabemos ya a lo que se refiere. Así que, constrito y arrepentido Giger
retornó a los valles suizos no sin antes detenerse en París donde se
inauguraba una exposición sobre el diablo cuyo cartel había
diseñado...

El demonio le atraía profundamente. Tiempo atrás un amigo suyo le
había regalado una cabeza del diablo que incluyó entre su colección de
objetos ocultistas como su ejemplar más apreciado. Tenía la
particularidad esta cabeza de haber sido recubierta de piel humana;
"provenía de algún legado español" recuerda. Dotada de tres cuernos
curvos, resultaba evidente que se había utilizado en rituales
satánicos y misas negras. Bijan, la persona que le regaló tan
siniestro objeto, volvió al cabo de unas semanas a su casa: le dolía
la cabeza continuamente y atribuía este estado de salud a la cabeza a
la que atribuía fuerzas negativas. Siguiendo su consejo, Giger la
arrinconó en el sótano dentro de una caja en donde estuvo unos años
hasta que consideró que le daba buena suerte, colocándola en un
pedestal.

En el curso de una fiesta un escultor se empeñó en que Giger le
regalara la estatua mientras se preparaba para hacer un molde de yeso
de la cabeza de una amiga: justo en ese momento una de las muchas
velas rojas encendidas en toda la estancia, prendió el vestido de la
chica que en instantes se vió envuelta en llamas y con graves
quemaduras de tercer grado. No fue el único sobresalto que la cabeza
maldita le originó: sin embargo todavía hoy sigue en el sótano de su
casa.

¿ARTISTAS O APRENDICES DE BRUJO?

Todos estos casos nos muestran un aspecto inquietante del arte
moderno: su relación con un mundo sórdido en el que el satanismo, la
magia en el peor de la palabra, la superstición y la sexualidad
anómala, adquieren carta de naturaleza. En todos ellos existen
aproximaciones directas o indirectas al mundo de la droga, al
ocultismo y al oscuro mundo de la cábala.

Están en contacto entre ellos, antes o después unos conocen a los
otros, se fotografían juntos e intercambian proyectos: formaron una
especie de internacional artística y ciertamente el programa que les
une es, como hemos visto, común. Giger llega a alardear de su vocación
satánica; las neurosis sexuales resultan en casi todos ellos evidentes
y no son el fruto de una sexualidad creativa e imaginativa, con un
aspecto morboso como complemento, sino que es ese preciso morbo el que
termina por apoderarse todo su líbido llegando hasta lo aberrante y
difícilmente justificable incluso por quienes, como nosotros, hemos
admirado la buena pintura de Dalí y el buen cine de Passolini.