Hola de nuevo.
Esta carta es continuación de la respuesta a
Esteban Comamala.
La escribo aparte porque necesito enviaros otra
cita del Manual Merck, y encuentro más adecuado y práctico separar los
temas.
Antes de la cita, os recuerdo que estaba
explicándole a Esteban la frase "El hombre es un animal racional que actúa por
impulso emocional". La he construído en
forma de retruécano, aparte de por motivos estéticos, para que llamara la
atención por el contraste entre la razón y las emociones. Como diciendo: "sí,
sí,... mucho raciocinio, pero al final acabamos haciendo
tonterías".
En mi mensaje del día 10, yo trataba de ilustrar
este concepto (la inutilidad de los razonamientos, si no se tienen en cuenta los
sentimientos) mediante un ejemplo tomado de mi propia experiencia al intentar
que los fumadores dejaran el tabaco. Yo escribí:
> Al principio de mi ejercicio profesional cometí el error, como tantos
novatos, de intentar convencer a los fumadores de lo malo que era el tabaco. Les
mostraba estadísticas de cáncer de pulmón, les explicaba la asfixia
terminal del bronquítico crónico, les enseñaba fotos de pulmones negros y
esclerosados por el alquitrán. Y conseguía ponerles un mal cuerpo de cojones
(con perdón de las damas). En cuanto salían de la consulta se apresuraban
a encender compulsivamente un cigarrillo, debido a lo nerviosos que se
habían puesto.<
[Por cierto, Esteban, éste es el único párrafo del
que no te has burlado, ni has criticado. De hecho, lo has ignorado, y era el que
ilustraba la frase-aforismo. ¿No serás fumador, por casualidad,
verdad?]
Ahora, paso a escribiros la cita del
Manual, donde este ejemplo está mejor explicado:
Factores psicológicos como agentes etiológicos
indirectos.
Aun cuando la investigación ha descubierto recientemente
algunos de los agentes etiológicos más letales, en muchos casos este
conocimiento ha resultado difícil de aplicar en la práctica. El hábito de fumar
cigarrillos y la ingestión excesiva de alimentos son formas de adicción
socialmente permitidas. El hábito tabáquico también es alentado y reforzado por
amplias y sutiles campañas publicitarias que asocian el hábito a la
autoafirmación y a la virilidad.
Las raíces de la dependencia del tabaco o del exceso de
alimento, igual que en otras adicciones, radican:
- en la personalidad del individuo, su reacción al medio
ambiente psicosocial y su susceptibilidad frente al estrés,
- y al alivio de la ansiedad y la tensión que proporciona el
agente de adicción.
Todo intento de controlar estos trastornos fallará, a menos
que se aprecien los determinantes psicológicos del individuo, buscados por
valoración psíquica y tratados apropiadamente.
[¡Que bien escriben los pofesionales!]
A esto me refería también con otra frase-aforismo
que ponía como colofón, y que tampoco le gustó a Esteban:
> No
te apresures a quitarle el bastón al que cojea. Antes, enséñale a
andar.<
Quiere decir que si las personas tienen
creencias espirituales porque las necesitan para acallar sus miedos, su
ansiedad, su desamparo, (añadid aquí todo lo que queráis), como el cojo que
necesita muletas para andar, no podrán ser convencidas mediante razonamientos ni
evidencias (o falta de evidencias), sino que hay que ir a la raíz del problema y
ayudarles a enfrentar, asumir y superar esos miedos, o sea, madurar como seres
humanos. Según mi analogía, hay que enseñarle al cojo a que ande
solo.
Para que os hagáis una idea de la magnitud de la
tarea que enfrentamos ("desmagufar" a la sociedad), os desvelaré que el gran
miedo que está en el fondo, alimentando todos los pseudomundos espirituales y
parapsicológicos, es:
el miedo a la
muerte
Os he descubierto la pólvora,
¿eh?. Ya sé que la muerte es "yuyu", y quizá vosotros no penséis en ella
muy a menudo. Pero yo soy médico y veo este miedo a morir todos los días en la
consulta. Y os aseguro que es muy
fuerte. Tanto, que si le sumamos la incultura
científica generalizada, y el hecho de que no hay peor sordo que el que no
quiere oír, me temo que nuestra tarea sea imposible, que la gente nunca
dejará de creer.
Por último, una batallita:
Michael Shermer, editor de
la revista Skeptic, suele relatar una anécdota muy
instructiva. En una ocasión desenmascaró públicamente a un famoso
espiritista televisivo. El hombre engañaba al público con trucos ordinarios y le
hacía creer que se estaba comunicando con espíritus de personas
muertas. Pero, en lugar de mostrarse hostil con el charlatán
desenmascarado, la audiencia se encaró con el desenmascarador y respaldó a una
mujer que lo acusó de conducta "inadecuada" porque había destruído las ilusiones
de la gente. Uno pensaría que la mujer tendría que haberle estado agradecida por
quitarle la venda de los ojos, pero por lo visto ella prefería mantenerla bien
apretada. (Richard Dawkins*)
Ahí os dejo, reflexionando.
Saludos:
Juana
* "Destejiendo el arco iris". Tusquets Editores. Barcelona, 2000. ISBN:
84-8310-669-8.
Muy
recomendable, sobre todo, los capítulos 6 y 7: "Embaucados por la fantasía de
las hadas" y "Destejiendo lo sobrenatural", que parecen escritos para
nosotros.
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