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[escepticos] El porro, ¿es terapéutico?



Hola colister en s:

Resulta que andan mis alumnos practicando con Word, y les he mandado realizar un artículo de un tema libre. Como era de esperar, muchos se han decantado por hablar de las drogas. Polemizando con ellos, algunos han justificado el consumo del cannabis por su supuesto uso terapéutico. Casualmente, el otro día apareció en SUR un artículo que intenta desmentirlo. Abajo os lo adjunto para que me deis vuestra opinión, pues alguien se está pasando de magufo.

Saludos,

Jorge J. Frías
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El porro, ¿es terapéutico?
Por José Rosado Ruiz
Diario Sur, 8-3-2001

Se insiste en el tema de los derivados del cannabis, no sólo por el espectacular aumento de su consumo, sino también por la disminución progresiva de edad de inicio, que se agrava por la falta de información objetiva y el relativismo con que se acepta esta sustancia. Se pretende con esta comunicación, alejarse de opiniones y señalar verdades que, con algunas excepciones, son aceptadas mayoritariamente; en cualquier caso va dirigida selectivamente a menores de 16 años; por lo que cualquier valoración que se realice fuera de este 'escenario' quedará, al menos, parcialmente invalidada, y no únicamente por las expectativas, efectos buscados, contexto del consumo etcétera, sino por las consecuencias en razón de la propia edad, que se deducen serán diferentes en 'calidad, cantidad y gravedad'. Tampoco se pretende con esta breve exégesis especial del cannabis, 'condenar, animar o defender', sino simplemente 'explicar matizando', algunas de las particularidades al ser consumidas en edades casi infantiles, y que la decisión de hacerlo se realice desde la libertad del conocimiento y evitar la 'rutinaria rutina' del, a veces, grave error de cálculo que provoca el 'no sabía lo que me podía pasar'. Es colocar la verdad al servicio de la libertad.

Cuando se repite que las drogas han existido siempre, se puede añadir que por fortuna seguirán existiendo, porque continúan siendo 'enfermedad y remedio'; de la misma planta salen los analgésicos y la heroína, la misma cuerda es la del alpinista y la del ahorcado, pues el problema no está en ellas sino en la persona, y es con ella con que debemos trabajar. Así que haciendo un ejercicio de realismo, se. debe admitir que un tanto por ciento alto de jóvenes consumen porros, y lo van a seguir haciendo, por lo que debemos 'apretar' la información para que el conocimiento de causa preceda a su consumo.

Es evidente que no todo es malo en esta droga, y los efectos buscados, hallados y experimentados demuestran su apogeo, pero lo que sí se puede valorar es el 'coste-beneficio', lo que ofrece su consumo y el precio a pagar, y si el joven, estudiado lo anterior, decide consumir, tendremos que incentivar y potenciar estrategias terapéuticas que eviten, al máximo, los posibles daños, es decir elegir el mal menor. Aceptado lo anterior, el objetivo a alcanzar, será que el consumo se realice con el menor daño o el menor riesgo. Pero en el contexto juvenil, más que legalizar la sustancia, se debe 'legalizar al joven' con la mejor documentación posible, para que la ignorancia desaparezca como factor de riesgo en el inicio de las drogodependencias.

Como premisa, tenemos que aceptar que la adolescencia es el tiempo en que la persona trabaja para lograr una identidad propia, por lo que existe como un 'inconsciente juvenil' en que está presente el rechazo, más o menos larvado, de toda autoridad y la duda, razonable y no razonable, de los valores recibidos; los imperiosos y 'viscerales' deseos de independencia, las ganas de aventuras y experimentar todo lo que le sale al paso, pueden hacer de la droga otro reto. Es un tiempo en que se hace realidad «que la lámpara de la experiencia sólo alumbra al que la lleva». A pesar de lo anterior, se intentará 'alumbrar' lo que se pueda y resaltando que el 'consumir con el menor riesgo' puede ser una opción válida.

El cannabis tiene muchos componentes, algunos de ellos con propiedades terapéuticas, y otros, apenas conocidos,. también la pueden tener, pero es que existen fármacos con las mismas indicaciones, mejores propiedades, con menos riesgos y efectos secundarios, mas fáciles de controlar terapéuticamente y sobre todo, con procesos de metabolización y eliminación, menos peligrosos, por lo que su utilización es prioritaria; lo mismo que lo es la morfina sobre la heroína, en todos procesos en que la analgesia es lo más importante. Pero aquí, lo que se 'trabaja' es específicamente uno de sus componentes, el 9-delta-tetrahidrocannabinol (THC), que es la sustancia psicoactiva responsable de: la euforia, sensación de bienestar, desinhibición etc. Y también de las consecuencias adversas de activar, no fisiológicamente, los receptores específicos cerebrales.

Vamos a ver: el sistema nervioso tiene unas células, llamadas gliales, que constituyen una estructura mecánica de sostén y que conforman lo que se denomina 'barrera hematoencefálica' con la muy importante misión de evitar que pasen, a través de la sangre, sustancias extrañas, residuos de infecciones o lesiones, etc. Y así mantener 'sanas y salvas' a las neuronas. Pero el cannabis, rompe y atraviesa esta barrera., con la consecuente agresión y deterioro que supone para esas células, que constituyen el soporte de las tareas más selectivas, específicas e importantes de la persona: las actividades intelectuales. Simultáneamente, provoca, igual que la nicotina, una disminución del nivel de oxígeno, y aunque inmediatamente aparece una reacción compensatoria (aumento de la frecuencia respiratoria, tensión arterial...) todo tiene su límite y el 'empobrecimiento de oxígeno', que es vital para las neuronas, se hace evidente. Después de un tiempo de consumo, que depende de la frecuencia, calidad, dosis, aparece el fenómeno Kindling, patrimonio especial del alcohol y éxtasis, en que la continuada hiperexcitabilidad de las neuronas, hacen que éstas degeneren, o como mínimo se 'cansen y se hagan viejas', y se tiene que señalar que la «edad neuronal», más que la cronológica, es la que define la calidad de vida psíquica; así que la expresión de 'niños viejos' puede 'fotografiar' esta patología que es fácilmente potenciada por las alteraciones del sueño que produce el THC, con especial atención en la disminución de tiempo de la fase MOR o de los movimientos oculares rápidos, y que es precisamente el periodo en que el sistema nervioso central lo tiene en «exclusividad» para su descanso, ordenación y recuperación, Por último, la presencia del síndrome amotivacional, patognomónico de esta droga, demuestra la afectación de la voluntad, que se traduce en una desgana, apatía y «pasotismo», como síntomas dominantes.

Claro que todo esto no aparece por un porro, ni de pronto. Se necesita 'tiempo y constancia' en el consumo y además existe un prolongado periodo de incubación; es decir un tiempo en que no aparecen ningún signo o síntoma que altere las actividades diarias, pero esto no significa que la droga no 'esté haciendo nada', Es preciso ofrecer dos notas apologéticas, que no son de «motu propio» sino del acervo científico: a) el cese del consumo, si no se ha asociado persistentemente a otras drogas, no existía patología previa y el tiempo no ha sido de muchos años, puede 'arreglar' el tema, incluso sin secuelas, pues la capacidad de recuperación cerebral es extraordinaria, al igual que sus potencialidades y b) mientras que el tabaco es el inductor más importante y selectivo para el consumo del porro, éste, estadísticamente, no lo es de ninguna otra droga, y así tenemos a un alto porcentaje, casi un 60%, que ahí se quedan, pero sin querer ser 'profeta de desventuras', la moda de la «movida», con la frecuente asociación de la 'litrona' ya veces las 'pastillas', pueden reventar las estadísticas.

Se puede deducir que el consumo de porro no es «absolutamente» inocente. A pesar de todo, la idea de inocuidad emerge con fuerza, y al asociarse con la de que es fácilmente controlable, la propaganda está servida; «¿por qué tengo que controlar algo que no me hace daño? ¿por qué no hacer un porrito?». La 'ruleta rusa cerebral' es un juego peligroso y de especial significación en una edad, en que se necesitan movilizar todos los recursos y posibilidades internas, por lo que las posibles consecuencias de los breves apuntes anteriores, abonan múltiples hipótesis, algunas de ellas, desgraciadamente, con título de tesis... y además no refutables.

Al final y como siempre; ¡joven, tú decides! .

José Rosado es médico especializado en Drogodependencias

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