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[escepticos] La Razón digit en l - Sociedad - Fotos del más allá



La Razón digit en l - Sociedad - Fotos del más allá    La verdad es que no
dejan de sorprenderme ciertos medios de comunicación.
    Os remito este texto, extraído de la Razón, pues considero que
convendría hacer algo al respecto.
    La dirección para el envío de las posibles cartas al director es
cartas en larazon.es
    A ver si conseguimos que dejen de marear la perdiz con esos
supuestos márgenes porcentuales, en los que algunos se empeñan en
refugiar continuamente los mal llamados fenómenos paranormales (en este
caso el 0'1% según el autor del artículo), y con la concesión del
beneficio de la duda a toda esta pandilla de mitómanos.

Pedro Luis Gomez Barrondo
Saludos escépticos y arpíos desde Bilbao.-((;.¬D))))
http://www.arp-sapc.org
http://www.elistas.net/foro/el_esceptico/alta


domingo 10 de junio de 2001

Fotos del más allá


En las siguientes páginas, y según expertos parapsicólogos consultados
por REPORTER, hay tresfotografías auténticas de fantasmas o, cuanto
menos, «técnicamente inexplicables». Todas estas imágenes, incluso los
fraudes, circulan en libertad por Internet sembrando la confusión, el
escepticismo y, a veces, el miedo. Si quiere saber cómo se consigue
«inmortalizar a un inmortal», siga leyendo

José Antonio Fúster - Madrid.-
Para la mayoría de no- sotros, el único contacto extrasensorial
percibido en nuestra vida se remonta a los años de la niñez, cuando las
sombras de la noche se adueñaban del dormitorio y convertían los
juguetes y la ropa apilada en la silla en extraños seres acechantes que
sólo se vencían a golpe de interruptor de la luz. Luego, y ya acabado el
conde Drácula con la caída del régimen de Ceaucescu, aprendimos a pasar
miedo con películas como «Poltergeist», cinta de culto que, de paso,
despertó una furia por la parapsicología que todavía sigue abierta.
   Pero cuando creíamos que todo estaba superado por culpa del siglo
XXI, el siglo de la razón, Internet se nos ha revelado como un
instrumento al servicio de la divulgación de fenómenos paranormales y
del miedo. Más concretamente, hace unos pocos días recibimos un amable
correo electrónico de una atenta lectora en el que adjuntaba una serie
de fotografías históricas de fantasmas que, según ella, «demostraban la
existencia de estos seres». En un primer e inexperto vistazo, muchas de
las imágenes remitidas parecían un fraude, por lo que pensamos mandarlas
todas al disco duro del ordenador junto a otras fotos de éxito como «el
gato más gordo del mundo» o «ternero con ocho patas». Sin embargo, una
posterior labor de documentación vino a revelar que algunas (pocas, pero
algunas) sí que han merecido el beneficio de la duda por parte de
investigadores serios de lo paranormal. Entre estos, REPORTER ha contado
con la colaboración de Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española
de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) y uno de los pocos
especialistas españoles en «fantasmogenia» (así se llama a la aparición
de estos espíritus), que nos certificó, para nuestro sosiego, que la
mayoría de aquellas fotos eran fraudes conocidos.
   Sin embargo, para nuestro terror, también nos aseguró que había
algunas que eran «verdaderas» imágenes de fantasmas, sólo sea, como
aseguró Amorós: «Porque en ellas aparecen fenómenos técnicamente
inexplicables o porque se han realizado estudios muy serios que han
demostrado que no había manipulación en los negativos». ¿Interesados?
Pues sigan leyendo, porque luego les revelaremos (nunca mejor dicho), la
«técnica» para tratar de conseguir un posado natural de un fantasma.

«Estamos rodeados»

Antes, debemos saber que, y según Amorós, estamos rodeados de «energías»
susceptibles de materializarse en un momento determinado y así es porque
«todos los seres, en la hora de la muerte y antes de conseguir la
trascendencia del alma, deben desarraigarse de sus bienes materiales,
empezando por su propio cuerpo. En ocasiones, los «bienes» pueden ser
una residencia o bien una persona y, así, la etapa de desarraigo puede
llegar a ser muy larga». Por lo tanto, y según esta explicación del
presidente de la SEIP, los fantasmas (que pululan por doquier ya que
todos los mortales seremos «espectros» durante el tiempo que dure
nuestro desapego del mundo) pueden ser de dos tipos, a cada cual más
inquietante.
   El primero sería el fantasma «residente» que estaba unido en vida a
un sitio determinado (casas encantadas). Ya fuera por el amor que
profesaba a ese lugar, o porque su muerte tuvo una estrecha relación con
el espacio físico que ocupaba (Amorós asegura que «los campos de batalla
y las casas donde se han producido muertes violentas son lugares del
alta concentración de fantasmas»), lo cierto es que al espectro le
cuesta un enorme trabajo desarraigarse y son carne de cañón para los
investigadores de lo paranormal que buscan sin descanso estos lugares.
   El segundo sería el fantasma personal que acompaña a unos cuantos
mortales (esperemos que no sean muchos los privilegiados) a cada paso
que den. Un practicum de este tipo de fantasma sería el de una persona
que hubiera amado con tanta intensidad que, en la hora de la muerte, su
espíritu se hubiera rebelado ante la idea de abandonar al ser querido y
hubiera decidido permanecer con él noche y día, noche y día... siempre
(¿escalofríos?).
   Así las cosas, y considerando bajo la teoría del «espíritu residente»
que las playas de Normandía tienen que estar tan abarrotadas de
fantasmas como Benidorm de ingleses, el siguiente paso es preguntarse
cómo es posible que, de vez en cuando, los fantasmas se materialicen,
aunque sólo sea a los ojos de las lentes fotográficas.
   La explicación, gracias a Pedro Amorós, sí que da miedo. «Aunque nada
se puede demostrar porque en el mundo de la Parapsicología no hay, ni
puede haber, certeza de algo al cien por cien y todo se reduce a
hipótesis de trabajo, los investigadores de lo paranormal creemos que
estas energías espectrales se materializan porque hay una especie de
interacción entre el ser vivo y el fantasma. Más concretamente, lo que
ocurre es algo parecido a los que pasa cuando llamamos por teléfono. Hay
alguien que desea hablar, marca y hay alguien que desea escuchar y
levanta el auricular. Estas energías se avivan en el momento en el que
saben que hay alguien que quiere prestarles atención».
   ¬ ¿Quiere usted decir que si entramos en una casa y declaramos en voz
alta nuestra disposición a ver u oír a un fantasma, este prestará
atención?
   ¬ «En términos simples, sí».

Hablar con el fantasma

   ¬ ¿Y eso es lo que ocurre con las fotografías de fantasmas?
   ¬ «No siempre. Pero sí es mucho más fácil conseguir alguna imagen si
tratamos de comunicarnos. Un ejemplo lo tenemos en las psicofonías
(grabaciones de voces de fantasmas). Para tratar de conseguir una
psicofonía el mejor método es poner una grabadora con un micrófono
externo apoyado en una almohadón ¬para que no haya vibraciones¬ y hacer
preguntas en voz alta cada dos minutos. De esa manera no sólo estamos
advirtiendo a un posible fantasma (residente o personal) de nuestra
presencia, sino que además le demostramos que somos receptivos, que
queremos comunicarnos, que le escuchamos».
   ¬ Y aparte de una extraordinaria disposición de ánimo, ¿qué más hace
falta para conseguir tomar la fotografía de un espíritu?
   ¬ «Lo más importante es una cámara con una película de alta
sensibilidad (400 ASA) y, por supuesto, siempre con flash».
   ¿Ah! He aquí que con el flash hemos llegado a la compleja cuestión de
cómo es posible que unos espíritus por lo general invisibles se
manifiesten en momentos concretos. Los fantasmas, si quieren hacer uso
de su potestad de convertirse en apariciones, deben cargarse de energía.
Por lo general toman esa energía del calor que les rodea y eso es por lo
que muchas personas que juran haber visto espectros aseguran que
sintieron una frío intenso instantes antes de la manifestación
espectral. El flash, en este caso, es necesario para conceder al
fantasma una fuente de energía extra y que así se aparezca en todo su
resplandor.
   Este es el caso de la fotografía que puede usted observar justo a la
derecha de estas líneas. Pertenece a una de las más famosas imágenes
espectrales de todos los tiempos: «la Dama del vestido marrón» de
Raynham Hall en la localidad inglesa de Norfolk o, más concretamente, el
triste espectro de Lady Dorothy Walpole.
   Cuenta la historia que en 1726, Lady Walpole, hermana del entonces
primer ministro británico Sir Robert Walpole, murió de viruela. Sin
embargo, la leyenda dice que murió de pena. Pena porque su padre obligó
a la bellísima dama a casarse con Lord Wharton, alguien muy alejado del
corazón de la mujer que pertenecía a otro noble inglés: el vizconde de
Townshend. Cuando Wharton supo de los amores secretos de su mujer la
encerró de por vida en Raynham Hall, llevándose con él a los dos hijos
habidos en el infeliz matrimonio.
   Desde la muerte de Lady Walpole, los habitantes de Raynham Hall
creían a pies juntillas que el fantasma de la desdichada joven vagaba
por el castillo buscando a sus hijos. En 1836, un reputado escritor,
Captain Marryat, fascinó a la sociedad más crédula del mundo, la
inglesa, al jurar que había visto, en compañía de otros dos invitados
que se alojaban en la mansión, a Lady Walpole: «Mientras andábamos por
un pasillo, un espectro de mujer con un candil en la mano avanzó hacia
donde estábamos. Yo saqué la pistola y entonces la Dama de Marrón nos
miró de forma tan diabólica que disparé sobre ella. Todas las balas
traspasaron su alma, incrustándose en la pared». Estas y otras
narraciones de encuentros fantasmales acompañaron la leyenda de Raynham
Hall durante cientos de años. Pero en septiembre de 1936, la Dama de
Marrón se apareció al mundo entero. Ocurrió cuando la prestigiosa
revista «Country Life» envió a uno de sus mejores fotógrafos, Provand,
para realizar un reportaje sobre la arquitectura de la mansión. Mientras
Provand tomaba fotos de la escalera principal, su asistente, Indre
Shira, le aseguró que había algo en aquella escalera, y le pidió a
Provand que volviera a disparar. Provand aseguró que a través del visor
de su cámara no podía ver forma alguna, pero cuando reveló la placa, la
Dama de Marrón estaba allí. Los administradores de «Country Life» una
revista seria, muy alejada de los tabloides británico de hoy, llevaron
la placa a examinar a decenas de expertos fotográficos que aseguraron
que aquel negativo no había sido trucado en forma alguna. Así, «Country
Life» publicó la foto con todas las garantías y despertó la
convaleciente pasión británica por los fantasmas.

Fraudes por doquier

De inmediato, y como ocurre en nuestros días, cientos, miles de
fotógrafos de todo el mundo se lanzaron a la fotografía espectral. La
inmensa mayoría, desanimados por su pobre suerte, optaron por recurrir
al fraude (dobles exposiciones, trucos de luz, artimañas de
laboratorio). Tan mal lo hicieron, que cientos de parapsicólogos
«serios» emprendieron una cruzada en toda regla contra estas prácticas
deshonrosas para la profesión. Sin embargo, la proliferación de
fantasmas de pega consiguió el objetivo contrario al que se pretendía:
hastió al público, harto de que entre unas pocas fotos «inexplicables»
se encontraran tantos fraudes estúpidos y la fotografía fantasmal cayó
en desuso, cuando no en el olvido o en la vergüenza.
   En España, hasta mediados de los ochenta, con la aparición de equipos
serios de investigación parapsicológica, como el grupo «Hepta»,
comandado por el jesuita y radioestesista Padre José María Pilón, nada
se había hecho en relación a la fotografía de fantasmas. De su grupo,
que revolucionó el dormido mundo de lo oculto en España con las andanzas
del famoso fantasma del Palacio de Linares, ha salido una de las mayores
expertas en fotografía espectral: la periodista Sol Blanco-Soler. Hace
unos meses, en una entrevista radiofónica para uno de los muchos
programas nocturnos que se ocupan del mundo de lo misterioso,
Blanco-Soler demostraba su seriedad asegurando que después de casi dos
décadas de trabajo ella sólo había obtenido una docena de imágenes de
energías que ella cree que son fantasmas, aunque ninguna con «cuerpo».
   Lo mismo le ocurre al presidente del SEIP. En la página anterior, la
primera de la izquierda, podemos ver uno de los trabajos más
impresionantes del equipo que capitanea Amorós. La fotografía está
tomada en una casa supuestamente encantada, y, en realidad, el espectro
que parece estar en primer plano ocupa todo lo alto de la casa. Amorós
está convencido de que los fantasmas tienen esta apariencia (alejada de
lo que sería un cuerpo mortal), pero tanto él como Sol Blanco-Soler no
pierden la esperanza de poder fotografiar alguna vez un fantasma más
académico.

Espectros en Internet

El problema al que se deberán enfrentar ahora todas las sociedades
parapsicológicas «serias», como Hepta o la SEIP, tiene mucho que ver con
el amable correo electrónico que nos envió la atenta lectora. Internet
ha vuelto a popularizar los fantasmas (en Estados Unidos hay páginas web
sobre fotografía fantasmal con más de un millón de visitas mensuales). A
los que nos referimos es que Internet ha vuelto a mezclar, como
ocurriera con el boom de la fantasmogenia que se vivió en la primera
mitad de siglo, lo posible con el fraude, dañando seriamente el
beneficio de la duda que podríamos conceder a una foto veraz.
   Contra lo que también deberán luchar es contra las fotografías
caseras que todos nosotros hemos hecho en algún momento y en el que
aparece un elemento extraño (y no nos referimos a esos ojos rojos,
endemoniados, de las cámaras «baratas»). Cientos de miles de personas en
todo el mundo guardan en imágenes de «fantasmas» en sus álbumes
fotográficos. La inmensa mayoría son fruto de la pobre calidad de la
película, de un pelo o cualquiero otro cuerpo extraño adherido al
objetivo, de ese «¿niño, quita de ahí ese dedo!», del cordón de la
cámara que viene a posarse sobre la lente, de la sombra extraña que
proyecta el cabello, de un fenómeno meteorológico explicable, de miles
de causas que nada tienen que ver con el más allá, sino con el más acá.
REPORTER, de momento, se queda con la explicación que nos ha ofrecido
uno de los más grandes parapsicólogos españoles de todos los tiempos, el
doctor Jiménez del Oso, director de la revista «Enigmas», que asegura
que «el 99,9 por ciento de las fotografías de fantasmas son
rigurosamente falsas». Así, lo malo, lo pavoroso, es que un 0,1 por
ciento ¿pueden ser verdaderas

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