He de reconocer que al principio me quedé
un poco pasmado y creí que se trataba de azar, tal como me paso un
día de guardia (los que odien batallitas que dejen de leer si no lo han
hecho todavía)
Una noche de guardia, el
cabo, chulo militar estaba asombrándonos a todos con extraordinario
trucos de prestidigitación. Mi cabo, dije, yo sé uno mejor:
Coja la baraja, y elija la carta que a usted le dé la gana de donde
quiera sin que yo lo vea. ¿ya? El tres de bastos. El tío se
quedó patidifuso y me amenazó gravemente si no le decía el
truco.
El truco era que sale una vez
cada cuarenta y a mí me salió en el momento más oportuno.
Fin.
Saludos personales.
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