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[escepticos] Porque es tan caro ese nuevo CD?
Extraído de [Mac-club]
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"¿Por qué compramos CDs?"
¿Por qué cuestan tan caros los discos compactos? ¿Cuánto le cuesta a las
discográficas hacer un sólo CD? ¿Cuánto dinero se lleva el artista del
precio total? ¿Por qué está de moda la piratería? ¿Quienes son los malos
en todo esto?
SHINY, ALUMINUM, PLASTIC, AND DIGITAL RESPLANDECIENTE, ALUMÍNICO,
PLÁSTICO Y DIGITAL por Negativland. Traducción de Jorge Otero. Extraído
de http://www.stormymondays.com
La reproducción de este ensayo está estrictamente recomendada. Artículo
original: http://www.negativland.com/minidis.html
Así que, ¿por qué es tan caro ese nuevo CD de "Oasis"?
A principios de los ochenta, las ventas de vinilos, cassettes, platos
giradiscos y reproductores de cassettes eran "planas". Esto quiere decir
que las ventas eran estables, sin subidas ni bajadas. Para los
fabricantes de todo este hardware y software, eso no era suficientemente
bueno. Necesitaban un nuevo ángulo. Una nueva forma de vender música y
el material para reproducirla. Afortunadamente, alguien en la Phillips
Corporation (dueños de PolyGram Music y Island Records y uno de los
mayores contratistas de defensa) tuvo la brillante idea de que sería
bueno para sus accionistas e inversores si pudieran conseguir que el
público consumidor de música se interesara de nuevo en comprar música,
mediante la introducción de un nuevo formato y una nueva máquina en la
que reproducirlo (o sea: ¿cómo puedes convencer a esos "baby boomers"
que están entrando en años para que compren otra copia más de DEJA VU de
Crosby, Stills, Nash and Young cuando ya tienen una?).
Y así nació EL COMPACT DISC en toda su resplandeciente, alumínica,
plástica y digital gloria. Su tiempo máximo de reproducción, unos 75
minutos, fue elegido porque el presidente de la compañía quería algo que
pudiera reproducir su pieza musical favorita, la 9ª sinfonía de
Beethoven, de principio a fin sin pausas.
Bien, pues los discos compactos no tuvieron tanto éxito como habían
esperado. Para empezar, su precio era demasiado alto. La culpa de esto
la tenía el hecho de que se fabricaban principalmente en Japón y tenían
un alto porcentaje de defectos, teniendo que desechar aproximadamente
uno de cada tres discos antes de salir de la fábrica. En un principio,
el aspecto económico llevó a la industria a tomar una decisión de
consenso para continuar pagando a los artistas un royalty basado en el
precio de venta del vinilo en lugar del precio más alto de los discos
compactos. De todas formas, nadie estaba comprando los reproductores de
CD porque eran jorobadamente caros.
Pero entonces, en la primavera de 1989, algo maravilloso para la
industria musical sucedió. ¡Todo cambió! ¡Casi de la noche a la mañana,
los CDs estaban en todas partes! De repente eran un enorme éxito, y de
repente era casi imposible conseguir cualquier cosa en vinilo...
Este cambio debe de haber ocurrido porque era lo que el consumidor
quería... ¿verdad? Vivimos en una economía dirigida por el mercado, y el
mercado estaba demandando más discos compactos, ¿verdad?
Mentira. Lo que realmente pasó fue esto: entre las tiendas de discos y
los siete distribuidores principales siempre había existido una política
de devoluciones flexible (las tiendas podían "comprar" algo a un
distribuidor, y si no se vendía, podían devolverlo). Esto permitía a las
tiendas arriesgarse un poco más con nuevos lanzamientos o cosas que no
conocían bien, porque si no se vendía, siempre podían devolverlo. Bien,
en primavera de 1989 los siete distribuidores principales anunciaron que
ya no aceptarían "devoluciones" en vinilo, y también empezaron a
descatalogar las versiones en vinilo de gran parte de su fondo de
catálogo. Estas acciones literalmente obligaron a las tiendas de discos
a dejar de vender vinilos. No podían permitirse el riesgo económico de
pedir los lanzamientos en vinilo, porque si no se vendían tendrían que
quedarse con ellos. Muy rápidamente casi todas las tiendas de discos
tuvieron que convertirse al CD. El efecto neto de esto fue que el
consumidor ya no tenía elección, porque la elección ya había sido hecha
por nosotros. Nos estaban metiendo a la fuerza discos compactos a alto
precio, lo supiéramos o no, nos gustase o no.
Y como dijimos antes, las compañías discográficas estaban pagando a los
artistas un porcentaje de royalties en las ventas de CDs basado en el
precio de lista de los vinilos ($8.98 o $9.98), o habían conseguido el
mismo resultado usando trucos contractuales como las "deducciones por
empaquetado". Una vez los CDs se impusieron y las discográficas
multinacionales construyeron sus plantas de prensaje domésticas, el
porcentaje de discos defectuosos bajó hasta casi cero, y el coste de
fabricación descendió dramáticamente. Uno podría esperar que el precio
de los CDs también bajase y los beneficios fueran repartidos uniforme y
justamente entre los músicos que estaban haciendo toda la música.
Por supuesto, esto nunca ocurrió. Los precios de los CDs han continuado
subiendo a un increíble precio de lista de $16.98 (pronto $17.98)
mientras los costes de fabricación han bajado a menos de lo que cuesta
fabricar un vinilo de $9.98. Un CD, con su cajita de plástico, libreto
impreso, etc., le cuesta a una discográfica multinacional unos 80
centavos (o menos) y a una independiente entre $1.50 y $2.50. Lo que
quieres decir que los CDs deberían costar menos ahora que sus precios
originales hace más de una década, pero no más. Pero la industria
musical consiguió que los consumidores se acostumbraran a la idea de
pagar más, y las discográficas se acostumbraron a la idea de tener un
margen más alto, y hasta el día de hoy las discográficas continúan
pagando a casi todos los artistas un porcentaje de royalties como si
estuvieran vendiendo CDs a precio de vinilo. Esos 4 o 5 o 6 dólares
extra van directamente a los bolsillos de las compañías discográficas.
No llegan a los músicos. Y por supuesto, todos tuvimos que salir a
comprar un reproductor de CDs (que misteriosamente había bajado a un
precio más razonable) si queríamos escuchar la música que se publicaba
en este "popular" nuevo formato. Así que, al final, no es ningún milagro
que a la industria fonográfica y los fabricantes de equipos de alta
fidelidad les encantase el disco compacto. De hecho el siguiente año
(cuando nuestra economía estaba en recesión) ¡la industria musical tuvo
su año de mayores beneficios!
Si algo de esto te molesta tanto como a nosotros, te estarás preguntando
por qué nunca has oido nada del tema, o por qué no se inició algún
procedimiento anti-monopolio contra las discográficas o las
distribuidoras. La respuesta es muy sencilla. La mayor parte de los
informes acerca del funcionamiento interno del negocio musical sale de
la prensa musical, y la prensa musical depende absolutamente de la
inversión publicitaria y la buena voluntad del negocio acerca del cual
escriben. Así que, para no "volcar el barco" o enfadar a los tipos que,
prácticamente, financian sus negocios editoriales, esta historia nunca
fue (y seguirá sin ser) publicada. Y con la creciente "popularidad" del
DVD, la industria musical parece dispuesta a repetir los mismos trucos
de nuevo.
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