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[escepticos] Re: [escepticos] Sin ETA lucharíamos mejor (by Santiago alba)





Hola:

Yo estoy de acuerdo con que ETA es un obstáculo a la independencia de Vizcaya y Guipúzcoa, y cuando la tregua tuve la impresión de que, si era definitiva, la independencia estaría muy próxima.

Tenía una sensación equívoca entre la esperanza de que no hubiese más
muertos y la sensación de pérdida..., aunque no sé porqué, mis amigos vascos lo seguirían siendo...


Lo que también tengo claro es que no viviría en un país de mafiosos, y políticos naziracistas que sólo aceptarían sus propias reglas, ¿independencia de quiénes? ¿de su Euskal Herria mitológica? ¿de los pueblos que, sin pistola en nuca así lo quieran? ¿y de Navarra, Álava y demás municipios que voten que no lo quieren??? Si se hiciera bien tendríamos una palestina con gazas y cisjordanias, con carreteras de comunicación entre ellas (como las que había en Berlín en tiempos de la división Alemana) y, en el mejor de los casos (hipotético cese de violencia) sin intifadas...

Pero ¿alguien cree que esos mismos políticos no inventarían miles de nuevos agravios a cada elecciones? contra lo que quede de España, contra Francia, contra los santanderinos que arrebataron un pueblecito limítrofe con nuestra mítica Euskal Herria ¿alguien cree que tendrían elecciones???

Así que estoy de acuerdo en parte con el artículo..., no en la que defiende a la preparación de una plaza universitaria que, como todas, se "preparan" para "nuestro candidato", ahí se mezcla corrupción universitaria y mafia etarra (¿por qué es mala la nueva ley Universitaria, porque no deja que mi hijo herede la cátedra que heredé de mi padre??? creo que no es la mejor, pero es un pequeño avance...)

En fin, no comprendo la tontería de equiparar el encarcelamiento de un cómplice de crimenes con el asesinato de una persona que toma un café en un bar....

Y los de ETA en la carcel, escondidos, etc..., PSOE, PP y otros asesinados..., ¿quién de verdad está gobernando, pillando subvenciones, colocando a sus hijos, financiando sus empresas durante más de 20 años en el País Vasco????

Siento la parrafada, pero por los equidistantes todos haríamos el paso de la oca con cruz gamada o tomaríamos vodka por no tener calefacción en casa...

Una cosa es no tragarse cualquier cosa y otra que nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino...

Un saludo a Todos...





----Original Message Follows----
From: "Jon Doneztebe" <jsjsb en iespana.es>
Reply-To: escepticos en ccdis.dis.ulpgc.es
To: <escepticos en ccdis.dis.ulpgc.es>


Subject: [escepticos] Sin ETA lucharíamos mejor (by Santiago alba) Hola =8-)

Las verdades son independientes de quien las cante, y las opiniones
discutibles (unas más que otras ;-).

Mando a la lista un artículo del filósofo y escritor Santiago Alba,
publicado el pasado sábado en el periódico "gara".


Sin ETA lucharíamos mejor

El mismo día en que leo la ponderada, inteligente y hermosa carta que
Joseba Garmendia escribe desde la cárcel, me entero del atentado mortal
de ETA contra Joseba Pagazaurtundua. Joseba Garmendia lleva nueve meses
en prisión preventiva por haberse reunido y hablado y soñado
pacíficamente la independencia de su país y ha sido linchado
mediáticamente porque en su celda, en lugar de leer pornografía y
esconder porros bajo el colchón, estudiaba sin descanso y con tanto
aprovechamiento que incluso sacó unas oposiciones a profesor de
universidad (un modelo, sin duda, para los otros presos bajo una
política penal diferente que, por eso mismo, nunca le hubiese
encarcelado). Joseba Pagazaurtundua, por su parte, era policía municipal
y miembro de Basta Ya y no sabemos por qué lo ha asesinado ETA. Los
motivos por los que Joseba Garmendia (y decenas y decenas de vascos y
españoles al igual que él) está en la cárcel dicen mucho acerca del
Estado de Derecho y la Democracia en el Estado español; la perfecta
gratuidad del asesinato de Joseba Pagazaurtundua dice mucho también
acerca de ETA.

Se me escapa por completo, la verdad, en qué medida la muerte del
sargento de Andoain puede acercar un milímetro la consecución de una
Euskadi independiente y socialista, pero enseguida se ha revelado que no
ha sido completamente inútil. Pocos días después de que decenas de
actores y artistas quebrasen la semi-clandestinidad de las voces
antibelicistas; después de que el Gobierno y los medios de comunicación
tratasen de vincular la ceremonia de los Goya a insidiosas maniobras
«batasuneras» a través de la Asociación de Intelectuales
Anti-imperialistas (de la que soy miembro) y de uno de sus fundadores,
Carlo Frabetti, colaborador como yo de este periódico; mientras Aznar y
Victoria Prego nos explican que el apoyo del PP al linchamiento de Irak
es inexcusable como contrapartida a la colaboración de los EEUU en la
lucha contra ETA y pocos días antes de una multitudi- naria, descomunal
(esperemos) manifestación contra la guerra imperialista, el asesinato de
Joseba Pagazaurtundua da un vuelco a la situación y un respiro al
Gobierno del PP, que puede así intimidar y criminalizar de nuevo a sus
oponentes. De momento, los mismos actores y artistas que gritaron hace
unos días «no a la guerra» y que fueron acusados de falta de
beligerancia frente al «terrorismo», no han tenido más remedio que
expiar sus culpas abarrotando un teatro para gritar «fuera ETA». Si me
dejara llevar por mi inclinación infantil a las «teorías conspiratorias»
y no supiera muy bien a estas alturas que ETA puede hacer disparates sin
ayuda, pensaría que ETA está dirigida por Rajoy e infiltrada por la
propia CIA. (Y, dicho sea de paso, ahora que Savater ha visto satisfecha
su exigencia de un mayor compromiso de los actores y artistas en
«nuestra guerra de casa», espero verlo en la manifestación de hoy contra
la Gran Guerra de todos, aunque ésta le parezca por comparación
irrelevante).

Si el Estado español fuese una democracia y ETA una mafia, el Estado
español podría permitirse perfectamente las cinco víctimas mortales de
ETA de 2002, como se permite los centenares de robos a mano armada o los
crímenes de los traficantes de drogas. Si el Estado español fuese
realmente una democracia, Joseba Garmendia no estaría en prisión. Si ETA
fuese una mafia, el PP no ilegalizaría partidos políticos contra ella
(sino que, como la democracia cristiana hizo en Italia, la incorporaría
a su propio partido). Es absurdo pretender que en un país en el que en
cinco años han muerto 3.600 personas en pateras, en el que en doce meses
más de mil trabajadores han fallecido en accidentes de trabajo resultado
de la nueva legislación laboral y en el que en los últimos cuarenta días
doce mujeres han sido asesinadas por sus novios o sus maridos (por no
hablar de las 5.000 víctimas mortales de los accidentes de tráfico que
lubrifican las ventas de la industria automovilística, en la más
siniestra forma de «obsolescencia programada» que quepa imaginar), los
atentados de ETA constituyen el problema de España (salvo que hablemos,
claro está, de una España eterna y metafísica, una patria trascendente
amenazada en su unidad, y no de una estructura constitucional). El
problema fundamental de España empieza a ser, más bien, las medidas que
se toman contra ETA, que desbordan desde hace tiempo el propio marco
constitucional y se extiende a todo el arco difuso de la disidencia de
izquierdas. Pero ETA, en cualquier caso, es un problema. Es un problema,
desde luego, para sus víctimas. Pero es un problema también digámoslo de
una vez para la izquierda, no sólo del Estado español, sino
fundamentalmente para la izquierda inde- pendentista vasca. Esta es la
paradoja más extraña y sombría de este interminable conflicto: a casi
todo el mundo conviene la existencia de ETA, salvo a Batasuna. El PP y
el PSOE obtienen de ella una permanente renta electoral y una
extraordinaria cobertura de legitimidad en el proceso de
desmantelamiento del Estado de bienestar y de las libertades
democráticas inseparable del nuevo marco de gestión del capitalismo
planetario; el PNV reproduce gracias a ella su interesado movimiento de
péndulo sin llegar a romper ja- más el marco estatutario contra el que
se afirma electoralmente. Sólo a la izquierda abertzale no le sirve de
nada. Y curiosamente, la única fuerza a la que no sirve de nada, la
única fuerza para la que sería realmente un alivio un alto el fuego o
una tregua de ETA, es la única todavía dispuesta a justificar sus
acciones.

He oído a alguien justificar la ruptura de la tregua de ETA del 99 como
una forma de evitar la desmovilización de los militantes abertzales, que
se habrían «relajado» durante esos meses. Digamos que esta estrategia es
algo así como la imagen especular de la del Gobierno, que indujo por
todos los medios propagandísticos y policiales a la ruptura por los
mismos motivos. Digamos, además, que hay algo monstruosamente
instrumental, casi diría que embrionalmente «imperialista», en esta
política de cascanueces en virtud de la cual se mata a civiles inocentes
para mantener la presión sobre los propios partidarios, condenados así a
la cárcel y la tortura.

Pero digamos, sobre todo, que no sirve para nada; que es aún más
completamente contraproducente: tal y como demuestra la prolongación
agónica del conflicto y el propio debilitamiento del apoyo en Euskadi a
sus acciones, se limita a hacer girar en una rueda, en permanente
tensión, al mismo número de militantes con una cada vez menor cuota de
legitimidad. ¿Es de esto de lo que se trata? Durante treinta años, la
izquierda abertzale ha conseguido crear un modelo sin equivalente en
Europa de organización política, extendiendo formas de lucha y
resistencia a todos los niveles del tejido social mientras en el resto
del Estado la izquierda se sumergía en la sombra, la traición y la
esterilidad; y afilando con enorme trabajo e inteligencia una conciencia
al mismo tiempo independentista e internacionalista que cristalizaba
tanto en los barrios de Donostia como en Irak, Chiapas y Venezuela. Todo
eso ni debería dilapidarlo la izquierda abertzale ni deberíamos
ignorarlo en el resto del Estado. La parte que haya tenido ETA otra ETA
en otro tiempo en la creación de este capital organizativo, que se la
reconozcan cuanto quieran en Batasuna. Pero que se den cuenta también de
que hoy ETA está a punto de echar por tierra todo ese trabajo, más
necesario que nunca. Todos nosotros, en Euskadi y en el resto del
Estado, tenemos que ser más y tener razón. Y para eso ETA tiene que
dejar de matar.

Que no se preocupen los que temen un «relajamiento». Tal y como están
las cosas, no se necesitan los crímenes de ETA para obligar al Estado a
«estimularnos». Sin ETA, Joseba Garmendia también estaría en la cárcel y
también seguiría luchando desde allí. La tenaza de la represión y la
propaganda está a punto de estrecharnos a todos entre sus uñas de acero,
en el seno de esta «guerra mundial contra el terrorismo» en la que la
independencia de Euskadi sólo puede alcanzarse al mismo tiempo que la de
Venezuela y la de Irak; al mismo tiempo que la democratización de
España. No hace falta ETA para que todos tengamos motivos para
rebelarnos contra la opresión y esto lo sabe muy bien el Gobierno, que
quiere a ETA para justificar la opresión. ETA hace falta a todos, menos
a las izquierdas de uno y otro lado. Sin ETA, el PP y el PSOE se
revelarían a la luz del día como obstáculos para la democracia y el
socialismo en España y en Euskadi, y el PNV como una escollo-pantalla en
el camino de la autodeterminación. Seríamos más y tendríamos razón. El
pueblo vasco quizás sólo necesita eso para que la mayoría soberanista y
de izquierdas venza por fin; el pueblo español necesita eso para poder
volver a ser de izquierdas, al margen de los partidos que lo maniataron
y lo vendieron tras el franquismo.

Santiago Alba - Filósofo y escritor

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