<....... Una y otra vez tenía que alejar esos estúpidos pensamientos ycomprendí de golpe la facilidad con que una mente poco crítica puede caer en la confusión cuando el deseo enmascara la realidad. Aún así, caí casi en la superstición cuando pensé en enterrar su juguete preferido junto con su cuerpo. Por un momento no me importaba estar repitiendo el estúpido ritual de quien deja una ofrenda a sus dioses preferidos o a sus muertos.
Miguel A