Este es el artículo de Alejandro César Agostinelli que comenté, publicado en "Descubrir", enero 1998 (Argentina). Saludos.
El E.T. de Varginha o el Roswell brasileño.
A la media tarde del 20 de enero de 1996, tres jovencitas (Valquiria, 15, Liliane, 17 y Katia, 23) regresaban de su trabajo en Villa Andere, un suburbio de la ciudad de Varginha, en Minas Gerais. Cruzaban un terreno baldío cuando se toparon con un criatura inmóvil como una estatua. Se acercaron a unos siete metros y, a través de la vegetación, vieron un monstrinho que les dedicó una mirada de desconsuelo. Asustadas, escaparon del lugar. Al día siguiente, la historia llega a oídos del abogado Ubirajara Rodrigues, el más respetado ufólogo de la región, quien apuntó la primera descripción de la extraña criatura: "Su piel era marrón, tenía enormes ojos rojos, su cabeza era desproporcionada al cuerpo y tenía tres cuernos". Las jóvenes -católicas practicantes- compararon al ser con un capeta, término folklórico con el que se designa al demonio.
La prensa difundió la historia una semana después. Pronto comenzaron a surgir testimonios que mencionaban la incursión de misteriosos objetos aéreos, y la intervención del cuerpo de Bomberos, la Policía Militar y el Ejército en un sigiloso operativo de secuestro de al menos dos criaturas alienígenas.
Los militares enfriaron las acusaciones a fuerza de pura indiferencia. Sin embargo, los ufólogos no tardaron en descubrir soldados dispuestos a "romper el pacto de silencio": a cambio del anonimato, confirmaron que las criaturas habrían sido transportadas a la Universidad de Campinas, donde les habrían practicado una autopsia. Toda semejanza con la versión popular del caso Roswell ¿será pura coincidencia?
Otras circunstancias secundarias -incluida la misteriosa muerte de un soldado que habría participado en la captura- dejó servidas las piezas de un complejo rompecabezas. Claudier Covo -un influyente ufólogo local- puso el grito en el cielo: "¿Cuántos extraterrestres deben ser asesinados para que la Humanidad abra los ojos?", se indignó. Internet hirvió de rumores conspirativos -versiones de atentados, sobornos extorsivos, etc.- y comenzó lo que una periodista de Red O Globo definió como "un caso de delirio organizado".
Todos los indicios lo confirmaban: Roswell había reencarnado en Varginha.
Los ufólogos brasileños ya no eran menos que sus colegas yanquis. El periodista de la revista UFO, Claudio Tsuyoshi Suenaga, puso el dedo en la llaga cuando arriesgó que las jóvenes pudieron confundirse con un minino da rua, ciertamente tan desamparados y posibles de represión como un ser de otro mundo. También señaló que le parecía llamativo que el incidente Varginha surgiera en plena fiebre Roswell.
Pese al clima de euforia que se apoderó del platillismo brasileño, Ubirajara Rodrigues se mantiene cauto. A los dos años de los hechos, reconoce que -sin su implicación personal- "el caso hubiera sido olvidado, tal vez como un engaño". Rodrigues no cree que la historia haya sucedido como muchos la imaginan: "Las chicas -aclara- nunca hablaron de un extraterrestre". Si bien no descarta la hipótesis E.T., frente a Varginha admite que "no existe ninguna evidencia concreta que asocie el incidente a los ovnis".
La ufología brasileña se unió para denunciar que, como en Roswell, los militares ocultan un secreto atroz. Hay una brecha de medio siglo entre ambos sucesos. Las contradicciones, confusiones y leyendas que rodean al caso anuncian la génesis de un nuevo mito. Es curioso, pero hasta en eso Varginha se parece al Roswell.
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