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Re: [escepticos] experimentacion animal y derechos animales



Josep Català Medina wrote:


> ¡Que grave atentado contra los derechos de los ratones y los monos
> suponen estos experimentos! ¡Y que putada para el mas del 1% de
> personas mayores de 65 años que sufren Parkinson en Espanya (y en todo
> el mundo) si no se hubieran llevado a cabo!.  Es tan solo (!)
> decidirse por una cosa u otra.... (¿Es necesario recordar que las


Esta es la clave, hay que decidirse. Debemos decidirnos. ¿Quién decide?
En una sociedad democrática, la Soberanía encarnada en el órgano de
representatividad popular. Cuando éste se tuerce hacia posturas
¿magufas? (me parece fuerte: dejémoslo en acientíficas), lo que está
revelándose es *nuestro* fracaso (en este caso, el vuestro, que yo de
estas cosas no tengo ni idea), quiero decir, el fracaso de las personas
y grupos que *saben*, los sabios, al no haber sido capaces de transmitir
ese conocimiento y las conclusiones del mismo a las personas que tienen
que tomar las decisiones oportunas (bueno, tal y como seguro has
advertido, estoy pensando más en los transgénicos y en Joan Saura que en
los bichitos, pero para el caso es lo mismo).

Hagamos un poco de historia reciente y de examen de conciencia. Un
servidor mismo ha sido testigo y partícipe de los movimientos de rechazo
a la celulosa de Cospindo en Ponteceso allá por el 75-76: hasta el gorro
estábamos (y estamos) de que la ría de Pontevedra resulte nauseabunda
gracias a los efluvios de la celulosa de Marín, una celulosa que,
evidentemente, no iba a oler, según todos los informes técnicos del
mundo... ¿Recordáis el gran movimiento bretón contra la nuclear de
Plogoff? Los ecolos (¿no estaba naciendo ahí el movimiento ecologista?)
apoyados por la izquierda eran unos locos irresponsables... hasta que
llegó Chernobil. En aquella época, cuando todas las apariciones públicas
de científicos/técnicos eran para garantizar que la energía nuclear no
tenía ningún problema, dos amigos míos ingenieros, uno de ellos
trabajando en la agencia de la ONU en Viena (andaba por Thailandia y así
controlando los residuos de plutonio), se decían en privado que el
asunto distaba de estar resuelto, sobre todo en lo que se refiere a qué
coño hacer con los residuos...

No veáis intento de hacer alarmismo ni demagogia, que ni es el caso ni
éste sería el lugar apropiado para intentarlo. Pero creo que es justo
reconocer que los ecolos tuvieron razón en muchos casos, y que sobre
todo tuvieron *la* gran razón de advertir acerca de los excesos que se
estaban cometiendo (y se cometen) con la única justificación de las
brutales ganancias de unos pocos deseosos de incrementar su ya de por sí
salvaje diferencia de riqueza con los más desfavorecidos. Mientras, los
científicos no actuaron en general más que como un apéndice de la
cartera que les pagaba. Triste, pero cierto. Sin el pepito-grillo ecolo,
las medidas anticontaminantes, etc. serían hoy mucho menores, como mucho
más relajadas fueron antes del triunfo social de ese movimiento. Y la
ciencia, a velas vir.

¿Que esto no es cierto? Pues no lo sé, no es un asunto que haya
estudiado a fondo. Pero, sea cierto o no, corresponde, creo, a la
percepción social del problema. Desde el Proyecto Manhattan, el
colectivo de los científicos ha adquirido muchas deudas con la sociedad,
y pocas veces ha dado explicaciones. El diálogo científicos-sociedad no
existe, o si existe se lleva a cabo en los despachos de las
multinacionales. ¿Es de extrañar que sobre todo los más jóvenes se
apunten en masa al rollete ecolo? A mi, francamente, no me extraña lo
más mínimo.

De la misma forma, no me parece preocupante que Joan Saura se haga eco
de las preocupaciones de la base social que lo sustenta (más bien me
parecería preocupante que no lo hiciese). Me parece más preocupante que
los científicos no se tomen la molestia de explicar a nuestros
representantes las cosas como son. Y me parecería muy preocupante saber
que un comité científico había pedido audiencia al Sr. Saura y que éste
les había cerrado las puertas; no me consta que haya sido así. Incluso
añadiría que sus palabras me parecieron muy ponderadas dadas las
circunstancias: se limitó a decir que existe un debate social (y
existe), que hay sectores de la población muy preocupados por el tema (y
los hay), y que por lo tanto apoya una moratoria hasta que ese debate se
decante hacia algún lado (y me parece una medida muy prudente). Todavía
no me han quedado nada claros los beneficios colectivos de los
transgénicos. Ni me quedan claros los perjuicios de una moratoria salvo
para los bolsillos de los accionistas de las grandes empresas. Y si he
de ser sincero, debo reconocer que el rendimiento económico de Novartis
o Monsanto, francamente, me trae sin cuidado.

Creo que tenemos pruebas sobradas de que el afán de lucro como principal
objetivo no suele llevar a actuaciones particularmente racionales salvo
para los propios bolsillos. Normalmente aparecen además una serie de
gastos indirectos que repercuten en el bolsillo de todos, no de los que
los provocan. Y, sin embargo, las críticas de medios científicos se
dirigen exclusivamente, o al menos muy prioritariamente, contra los
grinpises y los grupos de chavales ecolos. ¿Qué queréis que os diga? No
me parece racional. Ni justo, dicho sea de paso. Y, sin embargo, me temo
que uno de los efectos de esta postura es el agravar la brecha que
separa a la ciencia de la sociedad, y sobre todo de la juventud. Y que
no se diga, por favor, que la sociedad reniega de la ciencia, porque
creo que no es verdad. De lo que reniega es de los efectos negativos de
una utilización salvaje de la ciencia, unos efectos para los que nadie
ha entonado un necesario mea culpa. De la misma forma que no reniega de
la medicina científica, pero se da el auge de las alternativas como
reacción, no contra la medicina o la ciencia, sino contra el trato de
ganado o de cosa que el enfermo recibe en los grandes hospitales. Y el
problema no se soluciona con razonamientos.

Falta mucho para que se dé ese estado que propone Félix Ares de diálogo
amistoso entre ciencia y sociedad. Pero entre tanto, nos debe quedar
claro que será el Congreso de los Diputados quien legisle qué, cómo y
cuándo, nos guste o no. La alternativa se llama fascismo. Y, frente a
eso, por mi parte, les pueden dar mucho a los transgénicos.



> especies animales que viven en su medio natural hacen lo indecible
> para proteger a sus congeneres, matando si es preciso a otras especies
> competidoras?).


Ostras, con el mitin me había olvidado de que se hablaba de
animalitos... Una sóla puntualización: las especies animales que viven
etc. no son conscientes de lo que hacen ;-)

 
> Miguel Calvo ha escrit:
> 
> > [..............................]
> 
> > Yo creo que soy aun mas radical que tu. Para mi, solamente tienen
> > derechoslos humanos. Si tenemos la obligación de conservar las


Mmmmm... pues va otra todavía más radical: aquí no tiene derechos ni
dios. Ni siquiera los humanos. No hay "derecho natural". El derecho es
una creación humana, y tienen derechos aquéllos que los humanos (y más
concretamente los humanos que mandan) deciden. Hoy existen, al menos en
el papel, unos "derechos universales": es un progreso social al que no
debemos (¡no podemos!) renunciar. Pero no están escritos en tablas de
piedra.


> > ballenas azules, olos Limulus polifemus, no es porque ellos tengan
> > derechos. No tienen ninguno. Los que tienen derecho a que sigan
> > existiendo en la tierra son lasfuturas generaciones humanas. Puede
> > que suene bestia, pero desde luego es muy claro y facil de entender.


Por lo dicho antes, son los humanos de cada tiempo y lugar los que
deciden si las ballenas o las tarteras salvadoras de Josep tienen o no
derechos. Y si deciden que los tengan, los tendrán al mismo título que
los humanos, algunos de los cuales, como negros y mujeres, no siempre
han sido titulares de derechos.

Saludos,

JM