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RE: [escepticos] libre albedrio (laaarrgooo)



Bueno, aprovechando la calma tras la tormenta, me gustaría aportar un
par de reflexiones al tema del libre albedrío. Perdón si me extiendo, pero,
a diferencia de Xan, la de sintetizar no es una de mis virtudes (la
Filosofía y el Derecho también conforman personalidades :)))

Si purgáramos los conceptos derivados aquí implicados, al final nos
quedaríamos tan sólo con los originarios (perogrullada habemus :))), esto
es, con la vieja y querida disyunción libre albedrío vs determinismo,
entendiendo, claro, que nos referimos a campos en los que tenga cabida la
libertad con una cierta amplitud, pues resultaría absurdo proclamarla
respecto del cumplimiento o no de las leyes físicas (ahora no mapetece
cumplir con la ley de la gravedad, hala). Y me explico: cuando se habla de
la "ilusión del libre albedrío" (un concepto derivado) se está postulando,
vía psicológica (la ilusión o el engaño de los sentidos), la inexistencia de
la libertad de opción en términos objetivos y, por ende, la existencia del
determinismo, la categoría que se le contrapone, en esos mismos términos. Y
es que la relación libre albedrío / determinismo es discreta y mutuamente
excluyente, esto es, no es que aumente la una a medida que la otra disminuye
(no se puede ser un poquito libre o la naturaleza un pelín determinista),
sino que es A o B al completo, y si es una no es la otra, de lo que cabe
concluir que cualquier categoría (ilusión, engaño, etc) que reduzca A está
afirmando B "en toda su completitud", como diría el pedante. Exactamente lo
mismo pero en sentido contrario ocurre con la "ilusión del determinismo".

Desde mi punto de vista, entonces, todas las categorías manejadas hasta
ahora pueden reducirse finalmente a esos dos conceptos básicos.

Otra cosa que me gustaría dejar sentada es la idea, nada nueva por cierto,
de que al hablar de "libre albedrío" hablamos realmente del binomio
Libertad-Voluntad. La Libertad entendida, salvo mejor opción, como "la
posibilidad de sustraernos a un orden predeterminado" (ya sé que la
literatura filosófica registra otras definiciones más elaboradas, pero para
el caso que nos ocupa esta puede valer), de forma que no podemos hablar en
rigor de libre albedrío si no imaginamos un escenario en el que el hombre
pueda elegir una opción de entre varias disponibles y además ejercerla como
expresión de su voluntad, sin que nada de esto posea un carácter
"necesario".

Y por útlimo, para abrir la puerta al debate, esta apreciación: los que
niegan el libre albedrío (liberum arbitrium) o bien a) quieren dejar a salvo
la omnisciencia divina, o bien b) asumen que la dinámica cerebral volitiva
(en realidad, cualquier proceso cerebral) reproduce los mecanismos
causa-efecto de los fenómenos físicos "ordinarios", porque, al fin y a la
postre, es parte de ellos (dejemos de lado, de momento, la mecánica
cuántica). Para los primeros, Dios, al saberlo todo todito, conoce cuáles
van a ser nuestras decisiones y nuestros comportamientos desde el inicio de
los tiempos, no en vano es el autor del cúmulo de causas y efectos que se
han sucedido desde entonces; desde esta óptica el libre albedrío es sólo una
fantasía puesto que todo está determinado y bien determinado (pese a la
"demostración" de San Agustín tratando de salvar in extremis la libertad
humana). Para los segundos, si conociéramos suficientemente las causas
materiales y eficientes de todas las cosas se podría llegar a conocer y
predecir las conductas humanas, pues en éstas subyace también su naturaleza
física.
Por otro lado, los que postulan la capacidad humana para elegir libremente o
bien prescinden de dios (al menos de su omnisciencia), o bien sostienen que
los procesos mentales difieren ontológicamente del resto de los fenómenos
físicos, lo que los hace escapar a la dinámica de la causación.

Llegados aquí, podemos observar una serie curiosa de relaciones que espero
no resulten demasiado engorrosas. Amoavé si me sé explicá:

Llamemos A al conjunto formado por los individuos que defienden el
determinismo derivado de la omnisciencia divina, también llamado
"providencia", por ejemplo, los calvinistas (uy, qué miedo me da poner
ejemplos).
Llamemos B al conjunto de los que defienden la causación física incluso en
las más sutiles facetas del pensamiento (fisicalistas o biologicistas).
Llamemos C al conjunto de los que prescinden de Dios al menos a estos
efectos (agnósticos, ateos y toda esa morralla :))))
Y, por último, llamemos D al conjunto de los que defienden que el
pensamiento y sus aledaños (ilusiones, fantasías, etc) pertenecen a un plano
en el que la causación física ya no obra (la mente, el alma, el espíritu...)

Pues bien, es muy frecuente encontrar personas que pertenecen
simultáneamente a dos de estos grupos: B/C es una combinación típica, que,
aunque enlaza dos concepciones distintas (una lleva al determinismo y otra
al libre albedrío) en realidad se comporta como una pareja de genes donde
uno es dominante y el otro recesivo. En este caso, se impone el "gen"
determinista (no se cree en dios, pero sí en las leyes físicas de la
materia, con lo que el resultado es determinista). Lo mismo ocurre en A/D,
el factor dominante sigue siendo el determinista. Otro tanto, lógicamente,
se daría en A/B, también determinista. Los casos A/C y B/D no pueden darse
por ser una contradicción en sus términos y fíjense, sólo en C/D resulta una
postura favorable al libre albedrío.

En otras palabras, de todas las posibles combinaciones dos resultan
inviables, tres operan a favor del determinismo y sólo una a favor del libre
albedrío, y para ello se necesitaría que alguien no creyera en la existencia
de un ser creador omnisciente pero admitiera que los procesos mentales
residen en un plano inalcanzable para la experimentación científica, ahí es
nada.

De todo esto se concluye que la hipótesis del determinismo es la más
lógicamente asentada y la que con más frecuencia se presenta como substrato
de nuestras creencias, aunque la inmensa mayoría rechacemos conscientemente
la posibilidad de que el ser humano no sea libre para orientar sus acciones.
Ahora bien, a efectos prácticos aceptar que nuestras acciones están
determinadas y que nuestra voluntad nada tiene que decir aquí, es tanto como
afirmar la irresponsabilidad por ellas, pues nadie es culpable de hacer lo
que no puede evitar de ningún modo (eximente de fuerza mayor, se llama). Por
ello, dígase lo que se diga y conclúyase lo que se concluya a este respecto,
se opta por presumir la libertad en nuestros actos para así poderlos
enjuiciar y aplicar los correspondientes premios y castigos (que también
serían parte de la determinación general, ¡toma del frasco, Carrasco! :)))).
Llegados aquí cabría preguntarse ¿no será que la presunción de libre
albedrío no es más que otra convención social que garantiza la pervivencia
de la comunidad?

Venga, ahora me voy a la esquina a esperar los palos.

Un saludo

José Alonso