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Re: [escepticos] No es esto, corraleros, no es esto
socrates epicuro ha escrito:
> ***** Aclaro otra vez. No defiendo a Hector, ni lo ataco, todo depende de lo
> que diga. En general aprecio su humor, aunque otras veces me parece un
> megalómano repugnante. Pero me siento impulsado a aclarar mi posición sobre
> él, porque si uno da la impresión de defender a Hector, automáticamente se
> hace merecedor de grandes desprecios por parte de muchos. Y respeto mucho a
> Josep Catala, aunque últimamente anda un poco chueco. Con él ocurre que, si
> se le muestra respeto, entonces los otros corraleros se muestran amistosos
> con uno. Es una barbaridad que las cosas sean así.
José Hernán:
Cuando te pedí que te incorporaras a esta corrala mi
finalidad
era que me defendieras incondicionalmente, como corresponde a todo buen
hijo. Compruebo dolorido que me has fallado nuevamente, como otras
tantas veces en la vida. Cuando vivías aquí conmigo, ¡cuántas veces te
exigí que te llevaras un abrigo por si refrescara y vos y tu novia me
contestaban con una carcajada! ¡Y luego volvías cagado de frío!
Cuando salías de parranda con tus amigotes, ¿no te pedía
siempre que te divirtieras y que te olvidaras de que yo y tu madre nos
quedábamos angustiados esperando tu regreso, preocupados por las
cosas que pasan en el mundo?
Nunca, óyelo bien, nunca cumpliste con mis expectativas.
Siempre me fallaste.
Y ahora andas con la guitarrita por el mundo. Siempre te
exhorté para que fueras abogado como yo. Pero pareciera que te
proponías hacer lo contrario de lo que yo esperaba de ti.
Te pregunto: ¿De qué te sirve ganar más dinero que yo si para eso
tienes que vivir lejos de tu padre?. ¿De qué te sirven los aplausos
vanos de las multitudes si tu padre está en Rosario angustiado
pensando en que no puede arroparte en esos impersonales
hoteles que frecuentas?. ¿Cómo puedes vivir de juerga en
juerga cuando a tu padre se le atraganta la papa frita que
está comiendo al ver tu silla vacía en la mesa familiar?.
Pero por favor, no te sientas mal, yo solamente
quiero tu felicidad, aunque eso signifique mi martirio permanente.
Tu padre
Eso sí, te prevengo que lo de "megalómano repugnante" no te lo
perdonaré nunca, nunca, a menos que me digas que lo que
quisiste decir fue "melómano pugnante" en referencia a que
yo te vitoreaba fervorosamente pese a que estaba más bien
de acuerdo con el resto del público que te aplaudía por
compromiso, porque la verdad, nunca fuiste ni serás un músico
destacado. Vuelve, hijo mío, al redil de tu padre, donde te
espera el humilde pero útil papel de amanuense en mi
oficina.