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[escepticos] Malos tratos a mujeres
A pesar de no ser muy on-topic, y que tampoco dirá nada nuevo a mucha gente,
reproduzco este artículo del juez Joaquín Navarro, que publica hoy La
Estrella Digital, pues me ha parecido escalofriante.
url: http://www.estrelladigital.es/000121/articulos/opinion/navarro.htm
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Cuatro historias ejemplares
Joaquín Navarro Estevan
A raíz de las tropecientas salvajadas contra una mujer cometida por su
pareja, masculina por supuesto, y de la enésima barbaridad judicial
perpetrada en el caso, un periodista avispado le preguntó a la ministra de
Justica si creía que fallaba en los jueces la sensibilidad exigible para
enfrentarse a estos problemas. Doña Margarita contestó muy seria que no, que
lo que faltaba era colmar las lagunas legales existente para perseguir con
mayor eficacia conductas criminales de este jaez. Las lagunas se colmaron y
las barbaridades judiciales siguen asombrando.
Al parecer, algunos jueces y fiscales se han empeñado en confirmar la
escalofriante afirmación de que todos ellos son tan incorruptibles que nada
del mundo les obligará a ser justos. Los últimos sucesos -que siempre son
penúltimos- son estremecedores. Un juez de Salamanca ha ordenado a una mujer
que se encuentra refugiada con sus dos hijas en una casa de acogida que diga
dónde se encuentra para que el marido, que la ha agredido salvajemente de
forma sistemática, amenazándola de muerte en varias ocasiones, que ha
localizado otras casas de acogida en que la mujer intentó ocultarse y ha
llegado a dispararle tres veces, pueda visitar a su hija de cuatro años.
Esta se encuentra en tratamiento psicológico después de presenciar las
palizas del padre a la madre.
Pues el juez de Salamanca, terne que terne. El "derecho" de visita del
lírico macho a su hija, aterrada por la brutalidad de su padre, está por
encima del derecho a la vida y a la integridad física y moral de la mujer.
Por encima también del bienestar de la niña que debe ser, según la ley, el
bien más protegido en todo caso. Está al caer la sentencia que debe dictarse
en el juicio penal contra el amoroso marido por malos tratos sistemáticos a
la mujer, pero su derecho de visita es más sagrado que el mismísimo
Paráclito consolador. El juez ha dicho que, de no conocer en plazo inmediato
el paradero de la mujer, oficiará a la policía para que lo averigüe. ¿Por
qué no la picana y el descuartizamiento público?. El juez ha escrito una
frase épica: "el demandado tiene derecho a visitar a su hija y así lo ha
amparado el que resuelve, siendo exclusivamente del juez la responsabilidad
de esta decisión". Hay que respirar aliviados. Si el padrazo salmantino
asesina a su esposa, la responsabilida exclusiva es del juez. Nadie puede
quejarse.
Esto ocurría el jueves de la semana pasada. El pasado martes, la Audiencia
de Barcelona ordenó la puesta en libertad de un hombre acusado de maltratar
de forma continuada a su esposa y de intentar matarla a tiros. El fiscal
decidió retirar la acusación de homicidio en grado de tentativa y rebajar su
petición de dieciocho a dos años de prisión después de que la víctima
"confesara" que no quiso matarla cuando la persiguió a tiros hasta la calle,
agujereando la furgoneta tras la que se escondió, que si sacó la pistola fue
para suicidarse el pobrecito. Añadió que sólo la maltrata "ocasionalmente".
En tres ocasiones ha sido atendida en un centro médico de diversas lesiones
causadas por las palizas, que comenzaron desde el casorio, hace siete años.
El fiscal ha creído a piés juntillas la versión de la mujer y la Audiencia
ha decidido que su tierno esposo regrese al hogar conyugal para reanudar la
luna de miel.
El mismo martes, la propia Audiencia de Barcelona juzgaba un caso de malos
tratos en el que la víctima también exculpó a su compañero. Este le rompió
un brazo de una patada. La amante novia aseguró haberse lesionado en una
caída. Sin embargo, el fiscal, menos crédulo o más sensible que el del caso
anterior, decidió no rebajar su calificación de los hechos y mantener la
pena de prisión solicitada contra el vehemente novio. El informe médico era
mucho más elocuente que las explicaciones de la novia. La fractura del
brazo, acompañada de diversas equimosis, no podía ser fruto de una caída.
¿Terminarán casándose los novios antes de que la novia sea debidamente
asesinada?.
Ambos casos de rectificación de la pobre mujer apaleada, inducida al mismo
tiempo por el temor, la necesidad y una pizca de esperanza, muestran hasta
qué punto la falta de emancipación económica y profesional de muchas mujeres
está en la raíz misma de su condena a ser apaleadas o asesinadas sin apenas
remedio. Si además conocen -no lo pueden ignorar- a tanto juez dispuesto a
ser tan benévolo con los verdugos como insensible con las víctimas, apaga y
vámonos. No son lagunas legales. Son tremendos abismos de insensibilidad,
temeridad e irresponsabilidad. Es la "cultura" que se ha mamado. Es la
violencia, física o sexual, como norma de comportamiento. Es la complicidad
-incluso judicial- con el verdugo. No hay lagunas en la ley. Sí en la
conciencia y en la cabeza de tanto burócrata resignado metido a juez, fiscal
o policía.
Este tipo de salvajadas ocurren habitualmente con mujeres "normales", sin
estigmas ni otras singularidades. Pero si la mujer es inmigrante o pobre o
está recluída en alguna cárcel ya se puede preparar. Como inmigrante, pobre
o presa, mal. Si además es mujer, mucho peor. Algunos recordarán el drama de
aquella jóven árabe que cruzó la valla fronteriza de Ceuta y fue detenida
cuando deambulaba descalza, rendida y hambrienta sobre la calle. Estaba
embarazada y apareció colgada en el calabozo donde solícitamente la
encerraron. Ahora ha sido Carmen Gutierrez, una pobre presa de sesenta y
cinco años que, delicada del corazón, fue trasladada desde la cárcel de
Tenerife a la de Brieva primero en la bodega de un barco y después en un
furgón metálico y sin ventilación, a cuarenta grados de temperatura. El
viaje duró tres semanas. A la semana de estar en Brieva, falleció.
Nadie sabe nada. Ni el director de la cárcel de Tenerife, ni el de Brieva ni
los responsables del traslado saben nada. Carmen se ha muerto como del rayo.
Pobre, vieja, enferma, presa y mujer. Casi nada. Mucho menos que nada. Los
hechos han sido denunciados por Julián Ríos, humanista y autor de un libro
tremendo: "Mil voces presas". La de Carmen ya no lo está.
Los teóricos hablan de la feminización de la pobreza. Es producto, más que
otra cosa, de la indiferencia ante el sufrimiento de la mujer, del
encanallamiento de la convivencia entre los sexos, del encallecimiento de la
conciencia, de la degradación eunucoide de tanto macho prepotente que sigue
pensando, con razón, que atropellar la dignidad de la mujer es impune o muy
barato. Está, además, la protección de la intimidad del dulce hogar y la
connivencia de vecinos y familiares que prefieren mirar a las estrellas. O a
los frigolitos.
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