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[escepticos] Exorcismos y ORALP
[Héctor Walter Navarro]
Sé que ustedes pueden deducir que no hay agresión
ninguna contra Lause en el escrito y no se justifica su
enojo. Ha llegado a decir que me va a sacar de la
página web de la que él es el titular.
[Mercader]
Jo...Héctor. Cuando, con razón o sin ella, se pone a alguien en
evidencia de esa forma estás atacándole en sus flancos más sensibles.
Lo tuyo era un ataque a la yugular. Muy poco enfado me parece el de
Lause cuando sólo te amenaza con sacarte de la página web.
[Héctor]
Sin embargo, pese a su conocimiento de la cuestión, [Lause] considera
que las hermanas sospechadas de parricidio, en el caso de Saavedra,
son enfermas psiquiátricas, lo que significa que debieran ser
absueltas. Desgraciadamente tienen esa misma tesitura los médicos
tratantes, que han dictaminado que ellas no tienen conciencia de haber
matado a su padre y creyeron haberle sacado el demonio del cuerpo.
[Mercader]
José Alonso me ha pisado la explicación sobre imputabilidad o
inimputabilidad (afortunadamente, porque él lo ha hecho mucho mejor
que yo).
Así que me tengo que limitar a comentar el aspecto socio-biológico de
la culpabilidad (que no coincide con el definido en términos
jurídicos).
Desde este punto de vista, cualquier acción humana está impulsada por
los datos que, en cada momento, uno tenga delante y por la
predisposición adquirida o heredada que puede ser variable en cada
individuo. Así, cualquier delincuente que roba un bolso y echa a
correr, está considerando en su fuero interno que tiene derecho a
ello, ya que la Sociedad le debe alguna compensación por haberle
puesto en la parte de los desfavorecidos. En su mente no cabe siquiera
otra alternativa, como pensar que él mismo se ha puesto en esa parte
al desaprovechar las oportunidades que la Sociedad le ofrecía.
Así mismo, alguien que mata por convencimiento (y aquí incluyo a los
inquisidores que quemaban herejes y a los que, al frente de países
enteros enviaban a millones de personas a los hornos crematorios o
tiraban a la gente desde aviones sobre el océano) cree, en su fuero
interno, que está cumpliendo con algún servicio a su sociedad o que
está 'haciendo justicia' de alguna manera. En su mente no entra, por
alguna razón, la imagen de esas personas como seres que también
piensan, viven, sienten y tienen sus historias y su derecho a la
vida).
Según este planteamiento socio-biológico, la 'culpabilidad' no existe,
como concepto. Nadie es culpable de percibir la vida como la percibe.
Sólo cabe que el resto de la sociedad, sintiéndose perjudicada por
estas conductas, y en un ejercicio de su legítima defensa, eche el
guante a los autores de semejantes 'limpiezas' y los ponga a buen
recaudo para evitar que sigan ejerciendo su particular "justicia". Ya
véis que el resultado final es parecido al producido por la aplicación
de ese producto cultural que es la Justicia humana.
Sólo que en este enfoque se evita cuidadosamente todo matiz de
'venganza'. Aquí quisiera que José Alonso nos explicara en qué grado
la Justicia humana ha ido separando la noción de castigo de la mera
aplicación de la Ley como defensa del resto de la sociedad o como
efecto disuasorio para otros posibles delincuentes.
Desde esta posición, a mí, particularmente, ya no me cabe escuchar
expresiones como "Fulano merece la cárcel" sin pensar cuánto de
venganza, de juicio 'ad hominen' y de morboso placer hay en esa
expresión.
Por supuesto; yo también metería en la cárcel al mismo sujeto pero
sólo para mi protección y la de mis bienes, intentando no caer en el
juicio moral. No me importaría que el sujeto en cuestión goce, en su
encierro, de las mismas comodidades que yo tengo. Lo único que
pretendo es que, al estar encerrado, no invada mi esfera de acción.
No quiero ir por la calle sujetándome la cartera para que nadie me la
robe. Para mí no es más que un deporte en el que uno quiere robarme y
yo no quiero dejarme robar. Y, por supuesto, yo quiero ganar siempre
(puedo, perfectamente, asestar un garrotazo en la cabeza sin perder la
sonrisa).
En el caso, descrito por Héctor, de las hermanas que mataron a su
padre, percibo evidentes dosis de inconsciente afán de venganza en la
petición de juicio.
Como, para mí, el objetivo final no es el castigo sería verme libre
de las acciones de semejantes personajes, preferiría el punto de vista
de la enfermedad psiquiátrica, que facilitaría quitar de en medio por
más tiempo a esas distinguidas señoritas parricidas.
Saludos deportivos.