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[escepticos] Nacionalismo bizarro



Hola, hola.

Una vez mas, copio y pego de sonotone.
Supongo que no es del todo off-topic.

Chau,	
	Carlitos

(http://www.sonotone.com/videodanzas/articulos/nacionalbizarro.htm)

Nacionalismo bizarro
Por Mari Pili 

Hace un par de semanas esta cronista tuvo la fortuna de encontrarse
con una concentración de ciudadanos cabreados enfrente del Ministerio
del Interior de España, sito en el Paseo de la Castellana de la
capital del Imperio. Se trataba de dos centenares de vociferantes
humanos de todas las edades, procedentes de la muy noble ciudad de
Cartagena y cuyo fin en Madrid era reivindicar la capitalidad de la
Comunidad Autónoma murciana para la vieja Cartegena, en detrimento de
Murcia, "fundada por los moros", según los documentados criterios
históricos de su líder, Carlos Martínez, caballero halitósico de
singular vehemencia e insospechada violencia verbal. 

Entre las lindezas que el tal Martínez gritó al ausente Mariano Rajoy
a través del magnetófono figuran joyas como "¡Ministro, eres igual que
los terroristas de ETA, que no respetas la Constitución!", ante la
estupefacción de sus conciudadanos. El presidente de la Asociación
para la Defensa de la Región de Cartagena, que así se llama el
invento, se refería a nosequé artículo de la Carta Magna que exige que
el nombre (y la capitalidad) de la CCAA se corresponda con la más
histórica de sus ciudades, en este caso la roma Cartagena y no Murcia
"fundada por los moros en el 811". 

Escuchando a Martínez y a sus adláteres pasó por mi mente una escena:
si este energúmeno cargado de razón tuviera la puntería y/o el valor
para empuñar una 9 mm, Cartagena dispondría de un pintoresco grupo
terrorista, al servicio de un nacionalismo tan descabellado como
estéril. Pero el nacionalismo cartaginés o cartagenero no está solo en
este trozo de planeta llamado España. No hay pueblo, comarca y región
que no cuente con una reivindicación geográfica, ofensa histórica,
agravio lingüístico o atávica pella que justifique derecho a la
emancipación del opresor poder central en forma de autonomía,
independencia o autogobierno, según los gustos. 

Como ese bien hallado Partido Valencià Nacionalista (PVN), encarnación
del espíritu de rebeldía ché frente al expansionista nacionalismo
catalán, reprimido a su vez por el no menos beligerante nacionalismo
castellano. La oronda y pizpireta Pepa Chesa lidera este grupúsculo
que invoca a Jaime I para reivindicar la Nación valenciana, integrada,
eso sí, en Europa, que una cosa es ser nacionalista y otra muy
diferente, cerril. Hasta el himno han tenido que modificar los chicos
del PVN para aspirar al útero supranacional europeo: donde decía
"d'Iberia" ahora dice "d'Europa". Esta singular tonadilla finaliza con
una diatriba contra los tiranos y sus botijos. Dice así: 

Valencians, defensem nostra terra 
contra lladres, botxins i tirans. 
AJUNTEM-NOS, que ja ha arribat l'hora 
de ser dignes, de ser valencians. 

Sería de malnacidos negar el derecho de autodeterminación a un pueblo
que tanto ha hecho por la pirotecnia nacional y la gastronomía
universal como el valenciano. 

Y si Valencia es merecedora de un escaño en la ONU, no lo es menos la
heroica Asturias. Para ese menester se fundó la Unión Renovadora
Asturiana (URAS) , partido que defiende por igual la enseñanza del
bable que la "solidaridad interautonómica sin paternalismos". Si los
valencianos pueden tener algún conflicto con murcianos y turolenses
sobre dónde empieza y dónde acaba el genuino carácter valenciano, no
sucede así con Asturias, dado que allá arriba "existe un soporte
físico y geográfico definido entre el mar y las montañas, un espacio
donde no son precisos grandes esfuerzos para establecer los límites". 

Para el URAS el año 1388 está marcado con crespón negro en el
calendario de la historia. Aquel año, las tropas castellanas se
anexionaron el Reino de Asturias, "iniciando el mayor período de
aislamiento y decadencia de nuestra historia" que, sospechamos, aún no
ha terminado, según denuncia Inaciu Iglesias en un muy documentado
artículo que glosa el espíritu nacional (con perdón) asturiano y
reivindica el vernáculo y nasal idioma. No en vano de esta defensa, el
himno del URAS (disponible en disco compacto) utiliza el más extendido
castellano para versificar la asturianidad (sic): 

Sin yugos ni presiones, 
Asturias es su norte, 
defiende los valores 
de un pueblo singular. 

Brota como las flores, 
flores multicolores, 
aúna corazones 
por la asturianidad. 

Y así, esquivando los pasos fronterizos de los Picos de Europa,
llegamos a Castilla, ancha región que creíamos vertebradora de esta
España nuestra pero que se destapa como feroz demandante de autonomía
y privilegios. Esto es posible gracias a la megabizarra Tierra
Comunera, la marca de referencia del Partido Nacionalista Castellano.
Ser nacionalista castellano tiene mucho más mérito que serlo
valenciano, asturiano o vascongado, pues no sólo se carece de un
idioma que reconstruir desde los incunable para insuflar el espíritu
nacionalista sino que, además, hay que buscar un mínimo común
denominador con el que contentar a intereses tan distantes como los
que van de Villablino (León) a Tomelloso (Albacete). Y eso no es moco
de pavo. Es por ello que Tierra Comunera se echa en brazos del
progresismo y el ecologismo, dos opciones tan lícitas y populares como
la siesta o el encaje de bolillos. 

Aunque Tierra Comunera presume de haber triplicado sus votos en las
pasadas elecciones generales, esta cronista contempló recientemente un
póster o cartel llamando a la autonomía castellana que desmentía ese
presunto arraigo masivo del TC. La foto mostraba a una multitud
abanderada festejando el sentimiento castellano junto a las murallas,
como es propio, de un castillo. Si te tomabas la molestia en
investigar la instantánea se veía cómo varios de los rostros de los
asistentes aparecían varias veces copipasteados en diferentes lugares
del paisanaje humano. Tradición y Photoshop, juntos de la mano. 

Pero el mayor problema que implica la hipotética autonomía castellana
es que Madrid se quedaría en medio como Lesotho en mitad de Sudáfrica
y sus vilipendiados habitantes tendrían que llevar el pasaporte entre
los dientes cada vez que se desplazaran más de 80 kilómetros desde la
Puerta del Sol. Pero no hay pena porque esto se arregla independizando
Madrid. Y así, a lo tonto, tenemos nuestro propio nacionalismo,
encarnado en el PRIM, el partido que pretendía aglutinar ese
madrileñismo de chotis y gallinejas que tan bien encarnaba su líder y
candidato a la presidencia, el conocido fascista Angel Matanzo. 

Con muy buen criterio, los dirigentes del PRIM colgaron su página web
en el servidor País Virtual. Elocuente. 

Podríamos seguir indefinidamente con otros nacionalismos tan bizarros
como los citados, algunos más influyentes, otros más vehementes y
otros incluso pelín violentos, pero el tiempo se acaba, así que no
quiero terminar este artículo sin una reflexión de nuestro compañero
Fernando, de la nunca bien ponderada Página Definitiva : "Este
nacionalismo de zarzuela, tan propio de la tradición carnavalera y
desenfadada que nos caracteriza, sería un pozo sin fondo de diversión
y entretenimiento si no fuese porque mucha gente se traga el camelo y
lo adopta como religión verdadera". Pues eso.