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Re: [escepticos] Re:[FLAME] las mujeres son menos escepticas por naturaleza o por cultura?
Algo al hilo de lo que se comenta por aquí (cambiemos "género", es
decir, "sexo", por genes en general...) se lo podemos leer hoy en El
País a Javier Sampedro:
http://www.elpais.es/solotexto/articulo.html?xref=20050815elpepirdv_21&type=Tes&ed=diario
/El 50% de Sherlock Holmes/
Javier Sampedro
EL PAÍS - 15-08-2005
El comportamiento humano muestra un patrón tozudo y enigmático. Casi
cualquier rasgo psicológico que los científicos hayan podido cuantificar
tiene una componente genética del 50%, redondeando un poco. Eso quiere
decir que la diferencia entre un apaciguador y un pendenciero se debe en
un 50% a las diferencias entre sus genes. Otra forma de verlo es que, si
un gemelo es pendenciero, su hermano también lo será en la mitad de los
casos. Sólo en la mitad, pese a que sus genes son idénticos. Y nada
menos que en la mitad, aun cuando los gemelos sean separados al nacer y
se críen en contextos culturales y económicos completamente distintos.
Lo mismo vale para la extraversión, el conformismo, el espíritu
sistemático, el impulso improvisador, la estabilidad emocional, la
orientación sexual, la inteligencia verbal, la inteligencia matemática y
la inteligencia general (que también la hay). Para cualquiera de esas
piezas del rompecabezas que llevamos en el cráneo, las diferencias entre
personas se deben en un 50% a las diferencias entre sus genes. Bien. ¿Y
a qué se debe el otro 50%?
Al aprendizaje, al entorno familiar, al estatus social, al sueldo
mensual, responderá el doctor Watson, y Holmes hará uno de sus afectados
gestos de fastidio. No tan deprisa, Watson. Recuerde a los gemelos del
párrafo anterior: si un hermano es pendenciero, el otro lo será en el
50% de los casos, sí, pero usted ya habrá advertido que esto es así
tanto si crecieron juntos como si no. De manera que el aprendizaje, el
entorno familiar, el estatus social y el sueldo mensual, tan distintos
entre muchos gemelos separados al nacer, no parecen importar mucho. De
hecho, esas variables del entorno son las primeras que se le ocurre
analizar a cualquier investigador, y los psicólogos han buscado sus
efectos con todas las lupas estadísticas imaginables. Si la combinación
de esos factores del entorno explicara el 50% restante de la
variabilidad humana, ya lo sabríamos, al igual que sabemos que la
combinación de decenas de genes explica el otro 50%. El medio
sociocultural en que uno crece es importante para la vida, sin duda,
pero no parece serlo para la psicología, y esto demuestra que las
abuelas tenían razón: la gente es como es, cada uno es como Dios le ha
hecho, etcétera. Pero seguimos como al principio. ¿Cómo se explica el
otro 50%? Ay, Watson, cuántas veces tengo que decirle que, una vez
eliminadas todas las hipótesis posibles, la solución tiene que estar
entre las aparentemente imposibles. ¿Qué factor causal se le escapa
siempre incluso al mejor estadístico del mundo? El azar, Watson, el
azar. Ésa es la hipótesis del psicólogo de Harvard Steven Pinker. Es una
idea terrible, como verán, pero difícil de eludir. Las distintas
variantes de un gen humano pueden hacer que Holmes tenga un cableado más
adecuado que Watson para las operaciones lógicas, pero ningún gen puede
diseñar un cableado exacto. Un matemático demostrará algún día que el
circuito neuronal óptimo para la deducción lógica tiene la forma precisa
del hayedo de Montejo en el invierno de 2007. Y seguro que Holmes tiene
exactamente ese hayedo en el cráneo, pero sus genes sólo se podrán
apuntar la mitad del mérito. La otra mitad es igual de importante, pero
depende del azar. Si clonamos a Holmes 100 veces, el circuito óptimo
sólo nos saldrá en 50 clones. Lo terrible de esta teoría es que implica
un determinismo estricto. No genético, pero sí biológico, porque la
psicología de una persona no estaría totalmente escrita en sus genes,
pero sí en el detalle de sus circuitos neuronales. De los 100 clones de
Holmes, 50 no serán Holmes por mucho que los entrenemos para ello. Pero
los otros 50 serán Holmes por mucho que nos empeñemos en evitarlo.
¿Podemos escapar de esta pesadilla pinkeriana? Mañana les señalaré la
puerta.