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Re: [escepticos] Heyerdahl en Cuba



"José M. Bello Diéguez" ha escrito:

> > > PS: A los normales: saltáoslo. Yo tampoco me lo he leido.
> > (Héctor)
> > Yo no lo salteo, porque no soy normal como lo es Bello Diéguez.
> (Bello Diéguez)
> "Salteo" viene del verbo saltear. "Saltáoslo" viene del verbo saltar. No debería contestar
> usted a un "saltáoslo" diciendo "yo no lo salteo", porque nada tiene que ver una cosa con
> otra. Cuando haya aprendido esto, y si se porta bien, puede venir otra lección. Ahora que
> me acuerdo, todavía tiene usted tarea escolar por hacer. A ver cuándo nos presenta los
> ejercicios.

(Héctor) En la Argentina le llamamos "maestro Ciruela" a aquellos que tratan
continuamente de estar corrigiendo a los demás y haciéndose los
sabihondos. Por eso es que cuando algún colistero comete un error
de ortografía paso de eso. Me parece que en una discusión es infame
burlarse de alguien por su falta de ortografía, porque esa burla encubre
la intención de desenfocar la atención sobre lo principal.
    Aquí hay muchos matemáticos, médicos y científicos que no tienen
precisamente una formación de letras profunda.
    Por esa razón cuando usted se equivocó y en lugar de usar el
verbo "saltear" usó el verbo "saltar" caritativamente disimulé
la falta.
    Pero eso sí, el hecho de que usted tenga déficits de cultura
no me obliga a mí a sufrir la misma pobreza intelectual.
    Le explico, Bello Diéguez: Cuando de leer se trata uno puede
"saltear" una lectura o algún párrafo. No se trata de "saltar", que
para eso están las zanjas.

(Bello Diéguez)

> Dado que le gusta Heyerdahl, ¿ha leido usted "Aku-Aku. El secreto de la Isla de
> Pascua"?                                                  No es una novela, como un
> desinformado ha puesto por aquí. Es un relatorio divulgativo
> sobre la expedición que, junto con universitarios chilenos, realizó a Pascua en 1956, creo
> recordar. Un librito estupendo, bien escrito, ágil y fácil de leer, que puede recomendarse
> a cualquier curioso de las ciencias humanas.

(Héctor)
    En mi adolescencia, es cierto, me gustó. Fue una novelita de
aventuras muy entretenida, con suspenso (¿recuerda cuando
cuenta sus incursiones en presuntas cavernas y el peligro de
quedar aprisionado en sus vericuetos?). Asimismo el relato
de su relación con pascuenses que evidentemente le tomaron
el pelo y le sacaron dinero, con la promesa de revelarle
presuntos secretos ancestrales, como lo de los hombres
pájaros, lo de las tumbas tribales en cuevas de las
barrancas con grandes tesoros, etc. Todo muy entretenido,
como son los relatos de platos voladores y de ciencia ficción.
    Pero lo ilevantable era su delirio de pretender imponer
lecturas etnográficas que contrarían todos los registros
previos, tal su peregrina teoría de que habían sido
los indígenas sudamericanos quienes colonizaron la Polinesia
usando balsas de totoras (un junco que crece en el lago
Titicaca). Lo mismo cuando pretendió con otra balsa de
papiro (tenía obsesión por hacer balsas de junco) desde
la costa de África hasta América. No se planteó el problema
de cómo llegaría el papiro desde Egipto atravesando todo el
Sahara, o como llegarían las totoras desde el Titicaca hasta
la costa peruana, atravesando toda la sierra central.
    Vamos, Bello Diéguez, un libro etnográfico no se
sopesa en base al hecho de que sea entretenido o no, sino
a su validez científica.
    Debe usted mejorar su bibliografía.

(Bello Diéguez)

> Pauwells y Bergier decían y popularizaban por Europa adelante que en la isla no
> había piedra como la de los moais, que aunque la hubiese habido los indígenas no habrían
> sido capaces de tallarlos, que si hubieran sido capaces de tallarlos no habrían sido
> capaces de trasladarlos, y si hubieran sido capaces de trasladarlos no habrían sido
> capaces de levantarlos. Heyerdahl estudió y encontró el lugar de fabricación de moais en
> las canteras del Rano Raraku,

(Héctor) No fue un mérito de él. Tal vez usted equivocadamente cree
que haya sido Heyerdahl el que descubrió todo eso.


> (Bello Diéguez) ... talló parcialmente uno de ellos (lo que permitió el cálculo
> de rendimientos y del tiempo y esfuerzo para la talla completa), trasladó un moai caído y
> levantó otro hasta ponerlo de pie. Una forma muy sencilla de cargarse un falso misterio.
> Estoy seguro de que disfrutará con su lectura.

> (Hëctor) Se aprende, y las ayudas siempre vienen bien.

> (Bello Diéguez)
> De nada, ya sabe que como buenos misericordiosos disfrutamos enseñando al que no sabe y
> dando buen consejo al que lo necesita. Incluso a veces corregimos al que yerra y
> soportamos con paciencia los defectos del prójimo.

(Héctor) Es que es muy pesado el papel de profesor del mundo.

> Saludos
> JM
> PS: No debe hacer usted caso al que dijo lo de la novela. También dijo, fíjese usted qué
> barbaridad, que los habitantes actuales tallaban moais, copiando de libros de arqueólogos,
> y se los vendían a los turistas a modo de recuerdo.

(Héctor) Fíjese usted, el mismo Thor Heyerdahl cuenta eso.
    Dice que estaba asombrado por las "runas" (usa esa palabra
equivocada) polinesias que un artesano pascuense grababa en
unas lajas de piedras y un día descubrió que el "artista popular"
las copiaba de un libro de arqueología.
    Cosas del turismo.

> (Bello Diéguez) Como fácilmente se comprende, eso no
> pasa de ser una sandez del tamaño de un moai. (Los moais, como usted sabe, son estatuas
> monolíticas cuyo tamaño suele oscilar entre los tres y los seis metros, aunque en algunos
> casos se alcanzan los diez metros de altura. Un poco grandes de más para llevárselas en el
> avión).

(Héctor) En mi colección de corales tengo uno blanco muy hermoso
de la isla de Pascua y un horrible moai tallado en madera
que me regalaron unos clientes chilenos. Lo más cómico es
que en Pascua no había hasta hace pocos años ni un solo
árbol. Parece que los indígenas pascuenses que construyeron
los primitivos moais utilizaron todos los troncos para trasladarlos
desde las canteras del Rano Raraku. Esta depredación parece
haber sido una de las posibles causas de la disolución de la
cultura que levantó los moais.
    Eso lo conoce muy bien Heyerdahl y le debiera haber servido
para no decir las tonterías que dijo en La Habana en el sentido
de que los indígenas estaban en mejor relación con la naturaleza
que el hombre moderno. Por el contrario, el respeto por la
naturaleza es un invento del hombre ultracivilizado de occidente.
    Ni los orientales ni el hombre primitivo participaban de esos
valores.
                    Saludos
                                    Héctor